¿Y las personas, qué?

¿Y las personas, qué?

Hay un sector, que por su antiamericanismo y su antiotanismo y su anticasitodo en las democracias liberales y pluripartidistas echa por el camino del debate geopolítico.

Una mujer llorando, tras pasar por los restos del puente de Irpin, que da acceso a Kiev.ROMAN PILIPEY / EFE

Una parte de la izquierda española sigue dando la nota en Europa, acompañada por sus pares de Francia, por ejemplo, y Reino Unido (sic) y otros que tal bailan. El núcleo duro de ‘Podemos’, con Pablo Iglesias y Echenique al frente, aplican el principio perverso de la equidistancia, que como está suficientemente acreditado, iguala a la víctima con el verdugo. Y casi siempre el agresor transfiere la culpa, hale hop, al agredido.

Es el método que emplea, precisamente, Vladimir Putin, el ex espía soviético del KGB: ante el exilio de más de un millón de ucranianos, la bárbara táctica de tierra quemada, el bombardeo cruel a barrios residenciales, escuelas, hospitales, ante  los muertos inocentes… este remedo de Iván el Terrible culpa…al gobierno ucranio, por no rendirse e impedir que el pueblo viva ‘seguro’ en nuevos gulags.

Hay un sector, que por su antiamericanismo y su antiotanismo y su anticasitodo en las democracias liberales y pluripartidistas echa por el camino del debate geopolítico, cosa muy profunda y tan compleja que no falla el enredo en el palangre. El Kremlin tendría sus ‘razones’ que ‘ no se pueden ignorar’ para hacer lo que ha hecho ‘si bien la invasión sea condenable’. O sea, café descafeinado sin descafeinar. Genial.

Ha sido la típica agresión del matón de turno. Como esos maltratadores del “la maté porque era mía”. Pura ocupación territorial

Lo más sencillo, en línea con el principio de ‘la navaja de Ockham’, sería estar de acuerdo en lo fundamental: la ‘guerra de Putin’ no tiene una disculpa razonable. O mejor aún: no tiene ninguna razón comestible. Ha sido la típica agresión del matón de turno. Como esos maltratadores del “la maté porque era mía”. Pura ocupación territorial. Una reedición del Lebensraum de Adolf Hitler. Pero aquí no ha funcionado el ‘blitzkrieg’. Los tanques rusos se han empantanado por fallos garrafales en la logística y la planificación y los dos o tres días con las calles llenas de banderitas de bienvenida se han alargado… y más que se alargarán. El ‘Empecinado’ de Galdós, recordaba el periodista Antonio Puente decía: “Las veredas son nuestra única ciencia militar”.

El argumentario putinista acusa ahora a Volodímir Zelenski, convertido en un nuevo héroe europeo, de no negociar, significando ‘negociar’ una rendición incondicional con cambio de régimen. Pero es que el presidente ucranio, democráticamente elegido sin trampa ni cartón, y no como el de Rusia, no tiene nada que negociar sino la retirada del invasor.

En su ensayo ‘La ecuación de la guerra’, Federico Aznar Fernández-Montesinos, capitán de Fragata de la Armada, doctor en Ciencia Política, profesor en el CESEDEN, afirma que “el dominio del territorio ha sido tradicionalmente objeto de conflicto, por cuanto que resulta de naturaleza sustancial y llega a condicionar la propia existencia del Estado”. Además, rescata uno de los principios de la Constitución francesa de 1793: “El pueblo francés no hace la paz con un enemigo que ocupe su territorio”. El mariscal Petain ignoró este mandamiento y colaboró con los nazis montando el gobierno títere de Vichy. Fue juzgado, degradado y enviado a prisión por alta traición. Pasó de héroe a villano.

Secuestra los cadáveres de los soldados para evitar la imagen de los miles de ataúdes llegando a los familiares de los fallecido en combate

Zelenski, que día a día agranda su figura, está atado por su responsabilidad y destino histórico. Tiene que traspasar Ucrania a las venideras generaciones de ucranios. Cabe, eso sí, negociar algunos aspectos … pero no la soberanía ni la integridad territorial fuera del marco de la Constitución. Primero que nada Moscú tiene que parar la ofensiva. Claro que esto es de momento impensable. Frustrado por el fracaso de la ‘operación especial’, que puede acabar convirtiéndose en una pesadilla, como la ‘pacificación’ de Afganistán por la Unión Soviética, y con una Unión Europea que lejos de achantarse le desafía con más unidad, severísimas sanciones, advertencias de respuesta militar y un histórico rearme, liderado por Alemania, Putin parece haber elegido el camino de la destrucción total.

Cegado, y arrastrado por la ira, trata de impedir que la sociedad rusa se entere de la verdad. Secuestra los cadáveres de los soldados para evitar la imagen de los miles de ataúdes llegando a los familiares de los fallecido en combate. Y aprueba una ley mordaza contra los medios de comunicación que publiquen ‘noticias falsas’, entendidas estas como las que reflejen la verdad: el número de muertos, la resistencia de un pueblo que iba a ser ‘liberado’ pero que prefiere su actual libertad; la firmeza europea, la soledad en la ONU, las derrotas en todos los foros internacionales, las sanciones que desafían a este zarismo impostado; las manifestaciones, cada vez más multitudinarias, en su propio territorio; la distancia que van tomando sus amigos y la extrema derecha, que probablemente pagará caro su putinismo ‘sentimental’ y quizás económico en las urnas próximas…

La guerra puede alargarse como guerra de guerrillas. Miles de civiles ucranios se han alistado como voluntarios para fabricar y aprender a lanzar cócteles molotov. Países europeos envían a Kiev toda clase de armas: misiles antiaéreos Stinger, o en el caso de España, lanzagranadas antitanque.

Mientras sigue la guerra en Ucrania, empieza otra guerrita en Podemos. Importantes dirigentes critican ferozmente que el Gobierno de España envíe armamento

A todo esto se responde con la amenaza del ‘botón’ nuclear. Una insensatez. El equilibrio del terror traducido en la ‘doctrina de la destrucción mutua asegurada’ garantizó la paz en Europa y evitó el apocalipsis. En el tiempo nuclear no rige que gana quien dispare primero. En minutos, mientras sus cohetes vuelan hacia las ciudades enemigas, el enemigo lanza los suyos desde tierra, aire o las profundidades del mar. Los cientos de satélites espías detectan el instante de la ignición. El presídium de la URSS entendió la situación. Sería un holocausto.

Mientras sigue la guerra en Ucrania, empieza otra guerrita en Podemos. Importantes dirigentes critican ferozmente que el Gobierno de España envíe armamento a la invadida Ucrania para poder resistir la ofensiva rusa. “La paz es el camino”, dicen estos espíritus que parecen cándidos pero que son siniestros.

La historia demuestra que las guerras no se solucionan con rogativas ni con hisopos de agua bendita. Lo importante son las personas. Los inocentes masacrados por bombarderos y blindados que se saltan todas las leyes de la guerra y la palabra dada. Si no se les ayuda con armamento no podrán defender su país. Serán eliminados. Morirán ante la enorme superioridad militar rusa. Ucrania invirtió para vivir en paz y progreso, renunció a su armamento nuclear, que desarmó o entregó a Rusia que empeñó su palabra de honor de respetar su independencia; el Kremlin, mientras tanto, se dedicó a crear un sistema mafioso dictatorial basado en la dictadura y el terror interno y en sentar las bases para la recuperación del ’imperio rojo: Crimea, Ucrania, las repúblicas bálticas…

Conviven las viejas prácticas y los métodos salvajes del fanatismo nacionalista con los sofisticados procedimientos de la era de internet y las redes sociales

Este falso ‘pacifismo’ podemita a quien en realidad beneficia es al matón: a Putin, que vería como sin armas adecuadas, sin munición, sin blindados… los ucranios serían fácilmente eliminados. En 2020 la Asociación de Periodistas Europeos celebró en su anual foro de Defensa un debate sobre las ‘Amenazas desde el ciberespacio’, ataques que también han contado en esta crisis desde sus lejanos prolegómenos, directos e indirectos. El general Félix Sanz-Roldán, ex JEMAD y ex director del CNI, decía que “las normas que teníamos para un orden internacional ya no nos sirven. Incluido, por supuesto, todo el derecho de la guerra que hemos desarrollado durante siglos”. Hoy, como estamos viendo, en directo desde las calles de las ciudades ucranianas, con móviles que envían videos del ensañamiento y la carnicería de civiles, conviven las viejas prácticas y los métodos salvajes del fanatismo nacionalista con los sofisticados procedimientos de la era de internet y las redes sociales.

La intoxicación, la agitprop, son herramientas de uso cotidiano por las fábricas rusas de desinformación. Sujetos pasivos de estos manejos que actúan como transmisores sin saberlo suelen ser simpatizantes de la extrema derecha. Todos los años se detectan en España miles de ataques maliciosos.

En esta situación la izquierda europea está actuando con firmeza en defensa de las democracias y del derecho internacional, en todos los países. Socialdemócratas, laboristas, verdes, antiguos eurocomunistas…están plantando cara al putinismo y sus cómplices, afortunadamente pocos. Mientras tanto Podemos sigue mirándose el ombligo y desatendiendo los sensatos consejos que en su día les dio Carolina Bescansa. O descalificando la responsable actitud europea que hoy representa la vicepresidenta Yolanda Díaz. Si los ‘morados’ siguen ignorando lo que más importa en estos momentos, la gente, las personas, sean españolas, polacas, ucranianas, y la integridad territorial de los Estados y el respeto al derecho europeo o internacional… seguirá cayendo en picado. Los circos están de capa caída, y más con la nueva ley de los animales.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.