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'You're fired!'

Trump está despedido. Estoy empezando a creer en el karma.

Imagen de archivo de Donald Trump. Joshua Roberts / Reuters

Tres bocetos urgentes de columnas sobre Donald Trump, escritas a las cinco de la tarde del sábado 7, con un ojo en el teclado y otro en las actualizaciones de noticias que saltan cada minuto:

El espectáculo NO debe continuar. Sé que es ir contra el principio más tradicional del show bussiness, pero el encargado del negociado competente debería darse cuenta de que cada segundo que pasa sin que Donald Trump reconozca su derrota la imagen de la democracia estadounidense cae cinco puntos. En este momento ya se encuentra al nivel de una república bananera, pero incluso una república bananera puede parecernos una sociedad utópica en comparación con Estados Unidos tras dos comparecencias más de Donald Trump subiendo y bajando el dedito índice de su mano derecha, siguiendo un eje vertical perpendicular al suelo que sólo él ve. No es lo único que sólo él ve.

Y, sin embargo, hay otras cosas que vemos todos menos él. Vemos cómo cada segundo que pasa algunos de los manifestantes que le apoyan comienzan a caer de rodillas para rezar y otros comienzan a sustituir sus carteles de apoyo por armas de asalto. Vemos cómo el Partido Republicano se hunde un poco más en el barro de la vergüenza tras cada ocasión que pierde de desautorizar a su líder. Vemos una preocupantísima deriva hacia el enfrentamiento social por culpa de una actitud psicopática que es imposible que provoque nada más que sufrimiento. ¿Nunca han deseado que una película termine únicamente porque ya sólo puede ir a peor? Fin, señor Trump. The end.

Trump como superhéroe. Piensen en las estrellas porno, que poseen los supuestos atributos del erotismo femenino llevados a un límite simplemente estrambótico. O en los héroes de acción, cuya virilidad sobrehumana alcanza niveles de exageración grotesca. Trump es el paradigma del individuo actual, pero inflado a base de pedos hasta convertirse en una caricatura de goma a punto de explotar. ¿Cuáles son los rasgos específicos del individuo modélico que los medios de comunicación llevan veinte años promocionando? Narcisista, inmaduro y tan individualista que está por encima de las reglas.

Pues ahí está Donald Trump: narcisista hasta el extremo de no creer que puede perder unas elecciones sin que haya trampas de por medio; inmaduro hasta el extremo de exhibir en público pataletas que hasta los informativos tienen que cortar ante la profunda vergüenza ajena que provocan; tan individualista que cuando las reglas de la democracia norteamericana le perjudican simplemente se las salta. Peter Parker sufrió la picadura de una araña radioactiva y se convirtió en Spiderman. A Donald Trump le cayeron encima cintas VHS radioactivas de películas de Arnold Suarcenéguez y se convirtió en CretinoMan, el superhéroe de nuestro tiempo.

Está despedido. Estoy empezando a creer en el karma. Como saben, Donald Trump fue popular durante la primera década de este siglo por presentar un reality show llamado El aprendiz, en donde los concursantes competían entre ellos por conseguir el premio más marciano que ha existido desde el apartamento en Torrevieja del Un, dos, tres: dirigir una de las empresas del futuro POTUS. El momento cumbre de dicho reality era el instante en el que el presentador eliminaba a algún concursante, mirándolo con dureza y sentenciando “You’re fired!”. Si buscan en Youtube encontrarán compilaciones de todos los you’re fired que dijo a lo largo de aquellos años.

Pues llegó el momento de equilibrar el samsara, la rueda de la vida. ¿Qué tal si cada votante demócrata -o incluso cada demócrata votante- se graba mirando con dureza a la cámara del móvil, diciendo a Donald Trump “you’re fired!”? ¿Qué tal si después se hace una compilación con todos los you’re fired y se envía al futuro ex-POTUS? Minutos, horas, días, tantos como lleva ocupando el recuento en Pensilvania, de norteamericanos comunicando al megaempresario que está despedido. A ver qué tal se lo toma. A ver si va a resultar que él es el auténtico aprendiz que debería tomar nota de lo que tienen que enseñarle los concursantes de El aprendiz acerca de cómo aceptar un despido fulminante por incompetente.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.