Aquellos, los de entonces, ya no son los mismos

Aquellos, los de entonces, ya no son los mismos

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"Podemos no entrará en ningún gobierno presidido por un candidato del PSOE". ¿Recuerdan? Lo dijo Pablo Iglesias tras las elecciones municipales y autonómicas de 2015.

Unos meses antes, en septiembre de 2014, Pedro Sánchez llegó a proclamar ante el Comité Federal de su partido que el PSOE "no puede pactar con los populistas ni antes ni durante ni después de los procesos electorales".

He aquí un claro ejemplo del por qué en política el "nunca digas nunca jamás" debería estar en todos los estatutos de los partidos.

¿Qué ha ocurrido? Pues que aquellos, los de entonces, ya no son los mismos; que han cambiado; que son otros y que donde decían digo, ahora dicen Diego... Nada nuevo. No son los primeros ni serán los últimos. La historia reciente y remota está llena de ejemplos de cambios de pareceres y estrategias. El que esté libre de pecado...

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Pero hablábamos de los secretarios generales del PSOE y de Podemos, cuya mutación puede resultar a algunos antológica. Y quizá, algo tiene que ver que ambos han conseguido neutralizar, por la fuerza de los votos en sus respectivos congresos, a sus críticos internos.

Tras Vistalegre II, Iñigo Errejón ha disuelto el "errejonismo" que cuestionaba el liderazgo y la hoja de ruta de Iglesias. Y, tras el 39 Congreso Federal, el ejército "susanil" se ha disuelto por la vía de los hechos. No queda de él más batallón que el andaluz, dispuesto siempre a encontrar una excusa para ir a la contra. La diferencia es que en el caso de Podemos era Errejón quien defendía la posición favorable a hacer política desde las instituciones y a gobernar con los socialistas y en el PSOE, Díaz era quien negaba cualquier entendimiento con los morados.

Sánchez e Iglesias tienen en todo caso el camino expedito para adoptar las decisiones estratégicas que consideren oportunas. De ahí que esta semana que acaba hayan escenificado su primera alianza de gobierno en Castilla-La Mancha. Sí, han leído bien, en la Comunidad que preside uno de los barones que apoyó a Díaz y su beligerante discurso contra la formación de Iglesias.

Claro que eso fue con motivo de la crisis institucional que siguió al 20-D y la posibilidad de que Sánchez se convirtiera en presidente de Gobierno con los votos de Podemos y la abstención del bloque secesionista. Si echan un vistazo a la hemeroteca, verán lo que sendos barones -Díaz por boca de su secretario de Organización, Juan Cornejo- respondieron a Sánchez en su primer Comité Federal hace tres años cuando entonces cargó contra los morados. Ambos pidieron respeto para la formación morada y dijeron no ver signos de populismo, sino de transformación en su estrategia.

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Page sabía entonces que era muy probable que necesitara llegar a acuerdos con Podemos, como así fue, para arrebatar a Cospedal el gobierno regional mientras que Susana Díaz gobernaba en Andalucía gracias al pacto que Griñán alcanzó con IU antes de cederle la presidencia de la Junta. Más pronto que tarde tendría que revalidar en las urnas su delfinato y podría necesitar de Podemos para no ser desalojada de San Telmo. De hecho antes que con Ciudadanos, negoció con los morados durante semanas para que apoyaran su investidura, pero Iglesias se negó a desautorizar a Teresa Rodríguez por más que se lo pidiera Díaz durante un encuentro en el que José Bono hizo de maestro de ceremonias, y no trascendió en su día.

Desde entonces todo ha cambiado, en el PSOE, en Podemos y en las encuestas, que son sin duda un elemento más a tener en cuenta en esta nueva etapa de colaboración entre las fuerzas de izquierda. De ahí que con un anticipo electoral a la vista en Castilla-La Mancha que no beneficiaba a ninguna de las dos fuerzas políticas, los líderes nacionales se implicaran personalmente a comienzos de verano para facilitar la primera experiencia de gobierno conjunto.

Lecturas ha habido para todos los gustos y colores. Desde la salida de tono del PP de la región al acusar a Podemos de estar lleno de "delincuentes y pederastas" como si en política valiera todo hasta las declaraciones de la líder de Podemos en Andalucia, Teresa Rodríguez, sobre los GAL y la corrupción socialista para criticar el cambio de rumbo de Iglesias.

La dirección de Podemos entiende que en otoño debería presentarse una nueva moción de censura, pero la última palabra esta vez la tiene Sánchez... y de momento no la ha dicho.

Reacciones aparte, el acuerdo trasciende sin duda el objetivo inicial de dar estabilidad al gobierno en minoría de Page. Tanto es así que a Pablo Echenique le ha faltado tiempo para hablar de una senda por la que la izquierda debe transitar en España para echar a Rajoy. Y no es el único. La dirección de Podemos ha visto en la reelección de Sánchez como secretario general del PSOE una puerta abierta para acelerar la instauración de un gobierno de cambio que, de haber ganado Susana Díaz las primarias no hubiera sido viable.

Y tras la última encuesta del CIS, en la que la posibilidad del sorpasso ha quedado sepultada y la suma de las fuerzas de izquierda supera a la derecha, entiende que en otoño debería presentarse una nueva moción de censura con Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno. Todo lo que sea retrasar la salida del PP de La Moncloa, entienden, daría margen de recuperación a un PP para el que la recuperación de la economía ya no le es suficiente para mantenerse por encima del 30 por ciento de los votos.

La última palabra esta vez la tiene Sánchez... y de momento no la ha dicho, más allá de las notas discordantes que emiten algunos de los miembros de su Ejecutiva. Unos dicen que no porque no hay votos suficientes salvo que se cuente con los independentistas; otros, que ya se verá... La respuesta llegará después del 1-O. Porque Cataluña en esto también puntúa...