Del rojo al naranja sin salir del gris

Del rojo al naranja sin salir del gris

Las claves de la semana

Juan Medina / Reuters

Cambio de tercio. Del rojo al naranja sin abandonar el gris. Hablamos del PSOE, de Pedro Sánchez y de un nuevo volantazo en su estrategia política. Se sabe el por qué, pero no el hasta cuándo. Lo cierto es que ha virado en el tema catalán. Hoy la respuesta es más firmeza, más Estado, más 155 y más Código Penal. Lejos queda ya la defensa de la política en lugar de los los tribunales y la plurinacionalidad.

El Gobierno está perplejo, y no digamos ya el socialismo español o catalán, ajeno por completo al giro copernicano de su secretario general. En menos de un año ha pasado de ser conocido como Pedro "el rojo" a envolverse de nuevo en la enseña nacional y situarse más allá que Ciudadanos en el debate territorial.

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La causa se llama Albert Rivera y responde a la ola naranja que avanza imparable y mes a mes en todas las encuestas. Y eso que es la dirección del PSOE quien habla de "brujería", de "conspiración" o de "publicidad" cada vez que aparece un sondeo que atribuye a los naranjas un nuevo ascenso en el tablero político. Al final, se impone la demoscopia en el partido que más ha renegado de ella. Pero lo grave no es tanto que Sánchez quiera ajustar su melodía a la letra de las encuestas como que el resultado del cambio en los acordes haya acabado con la potencia de la canción y que ésta, además, no la puedan tararear ya, por desconocimiento de la partitura, ni los propios socialistas.

Sánchez recupera el "corbatismo" y la bandera...

El desconcierto ha sido mayúsculo entre los cuadros después de que esta semana Pedro Sánchez recuperara en su atuendo el "corbatismo" que abandonó cuando competía por la izquierda con Pablo Iglesias para regresar a La Moncloa y descolgarse, inmediatamente después, con un discurso más firme que el del propio Rivera tras la elección de Quim Torra como president de la Generalitat.

Primero fue su disposición a apoyar al Gobierno en la aplicación de un 155 más duro que el actual en el caso de que el independentismo vuelva a traspasar la línea de la legalidad; después, la propuesta para adaptar el delito de rebelión en el Código Penal al contexto actual; más tarde, la iniciativa para regular que en las tomas de posesión sea obligado "acatar la Constitución y respetar al jefe del Estado y la Monarquía", y lo último la comparación de Torra con el mismísimo Le Pen.

...y prescinde del PSC en su nueva estrategia para Cataluña

Y todo sin haberlo comunicado, y mucho menos debatido, ni siquiera en la dirección federal. Hace tres semanas que Sánchez no reúne ni a la Ejecutiva ni a la Permanente del PSOE, y el giro se ha impuesto, pese a que algunos miembros de su círculo más íntimo defendían que con la elección de un nuevo Govern debía abrirse un espacio para la política, en lugar de responder con un endurecimiento de la respuesta judicial. Al parecer ha sido la asesoría del constitucionalista Javier García Fernández la que ha llevado a Sánchez a intentar arrebatar la iniciativa a Ciudadanos en la respuesta al desafío catalán.

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La decisión pilló por sorpresa en el PSOE, pero mucho más en el PSC, que hasta ahora había logrado marcar el paso a Ferraz en la cuestión territorial. Ni Miquel Iceta ni ningún miembro de su dirección fueron informados previamente de las iniciativas con las que esta semana Sánchez sorprendió a propios y extraños y tiene intención de llevar en los próximos días al Congreso de los Diputados, con especial urgencia la de la reforma del Código Penal para adaptar el delito de rebelión a las circunstancias actuales.

Ni el PP tiene claro, según ha confesado su vicesecretario general Fernando Martínez-Maillo, que éste sea el momento más oportuno para debatir esta cuestión en tanto en cuanto el planteamiento de Sánchez viene a dar la razón tanto a la Justicia belga como a la alemana de que a Puigdemont y sus consellers no se les puede juzgar por rebelión con la actual legislación.

Sea como fuere, en Ferraz están convencidos de que el independentismo seguirá adelante con el desafío y sostienen que tras la elección de Torra hay mucho más que retórica republicana, ya que las bases del secesionismo están muy radicalizadas. De ahí que Sánchez entienda que es el momento de demostrar no sólo el sentido de Estado que siempre tuvo el PSOE, sino de marcar una posición de firmeza frente al independentismo para arrebatar la bandera de España a Ciudadanos y de paso visualizar la situación de debilidad que el Gobierno de Rajoy tiene en el Parlamento.

Lo que está por ver es que el tránsito de Sánchez del rojo al naranja le saque del gris en el que hasta ahora le sitúan todas las encuestas.

En todo caso, defienden que además de pillar la delantera a Rivera, los socialistas son más partidarios de situar la respuesta al desafío catalán en las responsabilidades individuales de sus líderes, y no en una situación de excepción para toda Cataluña, que es lo que pretende, a su juicio, Ciudadanos con la prórroga sine die del 155 de la Constitución. Dicho de otro modo: la adaptación del delito de rebelión anunciada por Sánchez es una advertencia para frenar posibles nuevos impulsos del secesionismo. Algo que en todo caso debería corresponder al Gobierno.

En este tablero táctico, Sánchez se ve ahora cómodo. Lo que está por ver es que su tránsito del rojo al naranja le saque del gris en el que hasta ahora le sitúan todas las encuestas desde que Ciudadanos ganó las últimas elecciones catalanas y se hizo con el protagonismo político y social en el conjunto del país.

¿Hay vida inteligente?

Y mientras el mensaje que llega desde Madrid a Cataluña gira en torno al 155, el Código Penal, la posibilidad de arrebatar a la Generalitat el control de TV3, los Mossos y la bandera de España alguien debería preguntarse si hay vida inteligente en La Moncloa, en Génova, en Ferraz o en el Supremo, que esta semana ha vuelto a sufrir un nuevo varapalo de la Justicia belga al denegar ésta la entrega a España de los exconsellers Comín, Serret y Puig como había solicitado el juez Llarena.

Si alguna presión debe ejercerse sobre el independentismo no es con el Código Penal, sino con la incoherencia que algún día ERC y la CUP tendrán que explicar por haber investido president, unos por acción y otros por omisión, a un supremacista y xenófobo de la derecha política catalana. Su toma de posesión esta semana, sin liturgia, sin boato y sin clamor popular hace pensar cuando menos en una parroquia independentista tan estupefacta con la elección como las del PP y el PSOE por la Sociedad Anónima Rajoy-Sánchez para hacer frente común contra Ciudadanos.

Todos los movimientos del agónico bipartidismo habrá que leerlos en adelante en una lucha sin cuartel frente Rivera y su empeño en arrebatar la hegemonía de la derecha al PP y dejar al PSOE el papel de secundario. Los votos antes que la política.Y así andamos...