El laberinto de Sánchez

El laberinto de Sánchez

El secretario general del PSOE arranca esta semana enredado en su propio laberinto. A diez días del pleno de investidura, no tiene los votos necesarios para convertirse en inquilino de La Moncloa, pero tampoco contenido alguno para consultar a su militancia en ese refrendo que improvisó ante el Comité Federal de su partido el 30 de enero con el objetivo de frenar el avance de sus barones y las reticencias internas a un pacto de izquierdas bendecido por los independentistas.

Como en El Laberinto del fauno, en el de Pedro Sánchez conviven dos películas diferentes y en cierto modo -las apariencias engañan- inconexas. Si recuerdan, en la cinta más comercial de Guillermo del Toro, uno seguía atento los movimientos del Capitán Vidal para hacerse con el control de la zona ocupada por un grupo de maquis, pero otra parte del relato centraba la atención en el descubrimiento que Ofelia hizo de un portal que la transportaba a un mundo fantástico en el que ella era la princesa de un reino imaginario.

En la maraña de Pedro Sánchez, también hay dos cintas: la de las negociaciones en busca de apoyos para ser investido presidente del Gobierno y la del pulso que el secretario general del PSOE libra con su propio partido para mantenerse en el trono de la calle Ferraz. En ambas historias el final está por rodar.

El caso es que el secretario general del PSOE arranca esta semana enredado en su propio laberinto. A diez días del pleno de investidura, no tiene los votos necesarios para convertirse en inquilino de La Moncloa, pero tampoco contenido alguno para consultar a su militancia en ese refrendo que improvisó ante el Comité Federal de su partido el 30 de enero con el objetivo de frenar el avance de sus barones y las reticencias internas a un pacto de izquierdas bendecido por los independentistas.

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El anhelado acuerdo con Ciudadanos no termina de llegar porque, a diferencia de Sánchez, los de Rivera no tienen fecha límite para pactar, y sí muchas dificultades para converger con los socialistas en materia sociolaboral y fiscal. Y aún en el hipotético caso de que PSOE y Cs cerraran "in extremis" un trato, éste no sería suficiente para investir al candidato socialista. La aritmética da para lo que da.

De la negociación que hoy mismo arranca con Podemos-IU-Compromis nadie espera resultados. Porque si en algo ha cambiado de criterio Pedro Sánchez desde el 20-D ha sido en que una alianza con Podemos, con apoyo activo o pasivo, de los nacionalistas es imposible. La presión interna y externa, además del temor suscitado tras la oferta de Iglesias a un gobierno de coalición, ha podido más que su deseo de llegar a La Moncloa.

Así que en el horizonte inmediato de la dirección socialista no está ya tanto la búsqueda de apoyos para una investidura como la consulta a la militancia prevista para el próximo sábado 27, aunque el voto online, según el reglamento, debería comenzar este mismo jueves. Ferraz está obligado, por tanto, a convocar el referéndum pasado mañana para recabar la opinión de sus afiliados sobre los acuerdos alcanzados.

¿Qué acuerdos? La consulta fue un órdago a los barones y sus recelos a un gobierno de izquierdas y, en el mejor de los casos si hubiera un compromiso con Ciudadanos, se celebraría para recabar la opinión de la militancia sobre una entente con una formación de centro-derecha. Nadie se atreve a aventurar el entusiasmo que este convenio podría despertar en el censo, y mucho menos la participación que se registraría. De momento, no hay en las federaciones la más mínima movilización.

La presión interna y externa, además del temor tras la oferta de Iglesias a un gobierno de coalición, ha podido más que su deseo de llegar a La Moncloa

¿Y si no hubiera pacto? Pues aquí es donde conviven las dos películas porque en ese caso la dirección del PSOE no dudará en utilizar las negociaciones lideradas por Sánchez en las últimas semanas para convertir la consulta en un plebiscito sobre el secretario general para blindarse ante las primarias que elegirán candidato a la presidencia del Gobierno en caso de nuevas elecciones.

La duda es si, como en la película de Guillermo del Toro, aquél relato sublime de la agonía de un país vista a través de los ojos de una niña que se aferra a su inocencia mientras el mundo se desmorona, aparecerá un fauno que desvele el terrible secreto: que su destino es regresar a su mundo. A Sánchez, entre cuyas virtudes no está la inocencia, sólo se le puede aparecer Susana Díaz... Y sobre ella sigue habiendo muchas dudas, pero eso será ya otra película que, quizá, empiece a rodarse en el Comité Federal previsto para el próximo día 29.

De momento en la de las negociaciones en busca de apoyos para la investidura, la dirección federal no podrá decir que se le hayan puesto palos en las ruedas ni haya tenido que sortear interferencias. El campo de juego lo ha tenido libre o, como dice uno de los barones del PSOE, "se alejaron las cuadrillas, se fueron los banderilleros, y tuvo la plaza para él solo".