El reencuentro

El reencuentro

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Como dice José Luis Ábalos esto no va de amor, sino de ganar. Así que no hace falta que Pedro Sánchez y Susana Díaz se quieran o se reconozcan, sino que sienten las bases de una mínima relación civilizada que anteponga el interés de las siglas a los egos y entierre durante un tiempo -hasta las municipales y autonómicas- la abominación que sienten el uno por el otro. En ello están. La reconciliación es imposible, pero ambos saben que en toda guerra, como decía Sun Tzu, triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no. Y ahora no toca.

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Así que atentos porque esta semana está previsto que quienes pelearon a cara de perro por la Secretaría General del PSOE y más momentos dieron a la historia del "canibalismo" orgánico, vuelvan a reaparecer en público juntos aunque no revueltos. Apenas serán unos minutos durante el transcurso de un desayuno informativo organizado por el grupo Joly en Sevilla que tendrá como protagonista a Sánchez, quien ese mismo día participará también en la capital andaluza en una de sus asambleas abiertas.

La presidenta de la Junta, de momento, no estará durante la charla vespertina que su secretario general mantendrá con todos aquellos, militantes o no, que quieran escuchar las prioridades del PSOE en el próximo semestre. Porque, a diferencia de Ximo Puig, que sí estuvo en un acto de las mismas características en el que Sánchez participó el domingo en Valencia, ella es más de protagonizar que de acompañar. Por tanto, ha delegado en la secretaria provincial de Sevilla, Verónica Pérez -más conocida por la "máxima autoridad", en alusión a cómo se definió a sí misma durante la crisis socialista de octubre de 2016- y en el alcalde sevillano, Juan Espadas, la organización, coordinación y presentación de la asamblea abierta. Al menos así lo aseguraban fuentes del socialismo andaluz, si bien el equipo de Díaz no ha querido pronunciarse cuando ha sido requerido por Ferraz para saber de sus planes al respecto.

Díaz marca territorio en el primer acto de Sánchez en Sevilla

La presidenta, al parecer, sólo se dejará ver durante el desayuno y estrictamente el tiempo que dure la intervención de Sánchez, pues no tiene intención de escuchar y mucho menos participar del coloquio posterior a la conferencia del secretario general que presentará, para su disgusto, la periodista Pilar del Río.

Díaz tiene de las personas el mismo sentido patrimonialista que del PSOE, de la militancia y de la administración que gobierna. O se está con ella o contra ella. No hay medias tintas. Y no ha sido de su agrado que alguien del prestigio de Del Río, a quien la Junta condecoró en 2016 con la Medalla de Andalucía, aparezca ahora junto a Sánchez en su primer aterrizaje en Sevilla tras las primarias del pasado junio.

Otra demostración de su excesivo celo y su sectarismo lo ha demostrado sin complejo en la composición del Consejo Consultivo de Andalucía que acaba de renovar por decreto y sin tener en cuenta la opinión de la oposición, algo que no ocurría ni en tiempos de mayoría absolutísima del PSOE andaluz cuando el consenso era condición inexcusable para la renovación del órgano consultivo.

Sánchez no había puesto un pie en Sevilla desde el congreso andaluz del pasado julio, en el que la organización sevillana dio instrucciones para que apagaran el aire acondicionado y abrieran las puertas de salida justo cuando el secretario general se disponía a empezar su intervención. Una Díaz ya entonces derrotada y humillada por la militancia se negó además a recibir al secretario general a su llegada al cónclave en una muestra más de no haber encajado la clamorosa derrota que le apartaría para siempre del liderazgo socialista al que aspiró desde el mismo instante en que tomó las riendas de la Junta por elección directa de su predecesor, José Antonio Griñán.

La presidenta no acudirá a la asamblea abierta y apenas estará unos minutos en la conferencia del líder del PSOE

De aquello han pasado seis meses y Sánchez y Díaz sólo habían coincidido en el último Comité Federal del PSOE, otra cita en la que la sevillana puso pies en polvorosa mucho antes de que acabara la reunión del máximo órgano entre congresos. De nuevo, el martes volverá a poner su particular sello para dejar claro que ni Sánchez ni nadie controlan su espacio ni su tiempo, y que por mucho que los dirigentes provinciales se empeñen en reconstruir los puentes rotos con la dirección federal, en Andalucía es ella quien marca los tiempos, el territorio y quien sí y quién no es bienvenido. Y prueba de ello es que hasta ayer tampoco había confirmado su asistencia con los organizadores.

Ese mismo día tiene lugar la reunión semanal de su consejo de gobierno y Díaz ha hecho saber sutilmente a todos los suyos que antes son las obligaciones del Ejecutivo que las del partido. A buen entendedor... Así que por mucho que en Ferraz se empeñen en normalizar la relación y dar por superado el enfrentamiento, saben que no habrá un ápice de sinceridad ni en los gestos ni en las palabras de Díaz, que jamás superará el duro golpe que le asestó la militancia ni aceptará que Sánchez esté al frente de la Secretaría General.

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En la dirección federal no son ajenos a cómo la andaluza sonrió al contemplar los decepcionantes resultados de Iceta en Cataluña y cómo dijo, en tono condescendiente, que ella siempre estaría dispuesta "a ayudar al secretario general" en lo que necesitase, después de que se publicaran sendas encuestas de Metroscopia y Gad3 nada favorables para el PSOE y para Sánchez.

Pilar del Río, Medalla de Andalucía 2016, presentará al líder socialista para disgusto de los de San Telmo

La lectura de los de San Telmo es que, mientras los sondeos y los resultados del 21-D son una demostración más de que el PSOE de Sánchez no es creíble y mucho menos alternativa de Gobierno, en Andalucía Díaz no sólo es primera fuerza y ya gobierna, sino que a tenor de los sondeos, hoy aumentaría su ventaja sobre el PP en 11 puntos. Es el resultado de una encuesta elaborada por Celeste-Tel que jalearon con gran entusiasmo los socialistas andaluces en lo que algunos interpretaron como un intento de abonar el clima de opinión ante un hipotético adelanto electoral.

El caso es que el decepcionante resultado del socialismo catalán y la desfavorable demoscopia sobre Sánchez han hecho que Díaz reviva de sus cenizas y que su lenguaje corporal indique que ha salido ya de la depresión que le acompañó durante meses tras las primarias. Ha vuelto con ganas y no precisamente para un buen reencuentro. La diferencia es que esta vez está sola, sin compañía alguna de notables o barones.