González impulsa el CVC (Club de los Viejos Caducos)

González impulsa el CVC (Club de los Viejos Caducos)

En el actual universo socialista donde la crítica se entiende como una declaración de guerra, la discrepancia le catapulta a uno a las listas negras y la libertad de opinión condena al oprobio, el recuerdo de Txiki Benegas se antoja más necesario que nunca, y las palabras de Felipe González y Alfonso Guerra, muy oportunas. Ninguno de ellos da puntada sin hilo.

Para que Felipe González y Alfonso Guerra compartan micrófono algo muy notable debe convocar al socialismo. Lo hicieron en 2011, después de 15 años, en un memorable mitin en Dos Hermanas (Sevilla) para arropar la candidatura de Alfredo Pérez Rubalcaba; repitieron cartel hace un año en un deslucido acto organizado con motivo del 40 aniversario del Congreso de Suresnes, y se les pudo escuchar a ambos el pasado sábado en Donosti durante el homenaje que el PSOE organizó en recuerdo de Txiqui Benegas.

Si el ex presidente del Gobierno aprovechó la ocasión para impartir doctrina sobre Cataluña, España y Europa, el que antaño fuera su 'número dos' se encargó de ponerle alma al recuerdo. Pero los dos, cada uno en su estilo, hicieron manifiesta su inquietud por el futuro de España y del PSOE.

Guerra avisó que "siempre que en el socialismo se ha roto la solidaridad interna han soplado malos vientos para España" y González alentó al PSOE a encontrar su ruta "porque de ello depende que España encuentre también la suya". Guerra pidió seguir el ejemplo del Benegas, que no aceptaba la sociedad del olvido, y González demandó escapar del adanismo y aceptar la historia propia. Ambos hablaron de lealtad a las ideas y al partido, que hoy tanto escasea y que siempre practicó Benegas dirigiera quien dirigiera el partido.

Pues eso, que en el actual universo socialista donde la crítica se entiende como una declaración de guerra, la discrepancia le catapulta a uno a las listas negras y la libertad de opinión condena al oprobio, el recuerdo de Benegas se antoja más necesario que nunca, y las palabras de González y Guerra, muy oportunas. Ninguno de ellos da puntada sin hilo.

Ambos andan preocupados por el devenir del PSOE, la ausencia de un proyecto colectivo y la destrucción de su disco duro. En esta España, donde en la política apenas brilla el debate ideológico, los líderes bailan en los platós de televisión, se confunde regeneración democrática con renovación estética y la moda impone la jubilación de todo aquél con memoria o experiencia, de repente han sonado todas las alarmas. Ante el inexorable camino de las reformas y la puesta a punto de un sistema político e institucional que hace aguas, en el Parlamento que salga de las urnas el próximo 20-D "no habrá quien conozca la historia de España y del PSOE", se quejan.

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Las candidaturas al Congreso y el Senado que el Comité Federal del PSOE aprobará el próximo sábado darán buena cuenta de la queja de quienes han demandando en balde que no fueran sólo la renovación y la lealtad mal entendida los criterios que guiaran la elaboración de las planchas. El actual secretario general, Pedro Sánchez, ha pedido expresamente mutación en la próxima legislatura. Y así será. Los secretarios generales han aceptado la sugerencia del número uno, que entiende que es momento de cambio y que el tiempo de la nueva política debe ir acompañado por una renovación amplia en las Cortes Generales. "No sabemos dónde vamos, ni el todo, ni las partes", se lamentó Felipe González ante el propio Sánchez en su intervención en Donosti.

Al otrora jefe de Gobierno, como a otros veteranos del PSOE, le preocupa la bisoñez del actual equipo dirigente y de los cuadros de los que se han rodeado. Sólo así se explica que el extremeño Guillermo Fernández Vara intentara hace semanas convencer sin éxito a Juan Carlos Rodríguez Ibarra de que encabezara la candidatura por Badajoz al Congreso. En el ánimo del presidente de Extremadura no había interés electoral, sino preocupación por la configuración de un grupo parlamentario sin apenas experiencia institucional en un mandato crucial para el país y para el PSOE.

Pero no hubo manera. Ibarra no está por la labor de regresar a la primera línea. Como mucho, a ingresar en el CVC (Club de los Viejos Caducos) que González ha anunciado irónicamente que impulsará, y cuyo propósito será reunirse "para hablar de nada serio". Fue su particular forma de clamar contra una política que ha decido que desaparezcan del mapa todos lo que tienen más de 60: "Ni quiero dejar de trabajar ni nadie me puede impedir que trabaje. Ni siquiera creo que sea inteligente hacer desaparecer del mapa a los que tengan cierta edad. Y, cuidado, porque si se nos ocurre hacer el CVC y cuaja, seremos mayoritarios".

¿Seguro que fue una ironía?