Iván el terrible

Iván el terrible

Las claves de la semana.

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Ni diseñó la estrategia que ayudó a Pedro Sánchez a ganar las primarias frente a Susana Díaz ni urdió la moción de censura que le llevó hasta La Moncloa. La historia está llena de matices, nombres e historias que no siempre se cuentan o escriben. En todo caso, ahí está, en el Ala Oeste de La Moncloa. Y en el centro del huracán de la semana política. Iván Redondo. Quédense con el nombre. El jefe de gabinete del presidente del Gobierno, ex asesor del popular Monago, mucho antes de Albiol y no hace tanto colaborador externo de Podemos, es hoy el hombre que mece la cuna de la ¿política? monclovita.

Lo del presidente ante una cámara haciendo running -antes footing- en un espacio que no da ni para hacer estiramientos; el posado de la perrita Turca; Sánchez convertido en un émulo de Keneddy; lo de la determinación de las manos presidenciales en la cuenta de twitter de La Moncloa... El álbum fotográfico de la semana no fue cosa suya, sino del secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, pero se le ha atribuido como si lo fuera. Es lo que tiene colgarse medallas cuando no corresponden, que luego vienen las quejas de que a uno le atribuyan errores que no son suyos.

Del relato épico a reclamo publicitario

Si de algo no necesita este presidente de Gobierno es de un nuevo relato, mucho menos de la conversión de su innegable historia épica en un reclamo publicitario. Antes de que Redondo llegara a su lado, Sánchez ya había muerto unas cuantas veces y otras tantas, resucitado teniendo en contra todo y a todos. Pero siempre hay alguien que defiende que esta sociedad es más de audiencias que de conciencias, que los votos son emociones y que el marketing se impone a las ideas.

Pues esto en la semana en la que si algo debía marcar la agenda era el bautismo del presidente del Gobierno en su primer Consejo Europeo, la puesta en valor de su comparecencia ante el Congreso para informar a los grupos de su posición en la UE antes de viajar a Bruselas (y no después como solían sus antecesores), o la firme decisión de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos para pasar la página más negra de nuestra historia

La política no se hace en el Congreso, sino en las televisiones

Pero recuerden que hablamos de un spin doctor, lo que en castellano viene siendo un experto en propaganda o un mago de la persuasión de la opinión pública. Eso es lo que se lleva ahora. Y si alguien lo tuvo siempre claro fue Podemos: la política no se hace hoy en el Congreso, sino en los medios. Iván Redondo está de acuerdo con los "morados". Los grandes liderazgos surgen en las televisiones, él lleva camino de convertir La Moncloa en un plató y a él mismo, en un émulo de jefe de gabinete de una exitosa serie norteamericana.

España no es EE.UU ni La Moncloa un interior de House of Cards, pero ya se habla más del flamante jefe de gabinete del presidente que del propio Sánchez, y no precisamente por sus aciertos, sino por su particular visión de la política, por el espacio conquistado al lado del presidente en detrimento de quienes le ayudaron a llegar donde hoy está o por su decidida voluntad de tener vida propia fuera y dentro de La Moncloa.

Él marca los ritmos, almuerza con directores de medios, cena con expresidentes y exministros, decide o veta nombramientos, lleva las riendas de negociaciones estrictamente parlamentarias y se ha convertido en un incordio para ministros y asesores del espacio monclovita.

Ya le llaman Iván el terrible, un apodo que hasta ahora remitía a la crueldad con que el primer zar ruso reprimía a sus opositores. El alias se ha impuesto definitivamente después de que la periodista Ana Pardo de Vera desvelara en su cuenta de twitter que fue él quien, al mando de la negociación entre el PSOE y Podemos, para pactar la presidencia de RTVE vetó su nombre con semejante sentencia: "Por encima de mi cadáver".

La regeneración no era esto

Lo ocurrido en las últimas horas con RTVE ha sido, junto al polémico álbum fotográfico del presidente desplegado en la cuenta oficial de La Moncloa, el primer patinazo considerable de un Gobierno que se estrenó con el aplauso generalizado tanto por la potencia profesional de la mayoría de sus miembros como por sus primeras decisiones.

Y no sólo por haber dejado en manos de Redondo una negociación que desde La Moncloa sostenían que estaba desarrollándose en el ámbito parlamentario -pese a la presencia en el Congreso del jefe de gabinete del presidente-, sino por haber permitido que se quemara en la hoguera de las vanidades de la política el nombre de tres acreditados profesionales -Pardo de Vera, Andrés Gil y Arsenio Escolar- y arrastrarlos por el fango de la más sucia y partidista polémica. Hay cosas que no cambian.

Saquen sus sucias manos de periodismo

Esto por no entrar en el análisis del por qué y cuándo Sánchez decidió entregar a Podemos el control de la televisión pública y en cómo convencerán de que es más democrático o plural un pacto entre socialistas y morados que uno entre PP y Ciudadanos.

El bochorno que producen los intentos de todos los partidos por hacerse con el control de RTVE y extender por ella sus tentáculos partidistas dice muy poco de hasta donde están dispuestos a llegar en el tan cacareado compromiso de regenerar la política. Mientras lo piensan, ya podrían sacar al menos sus sucias manos del periodismo y dejar de manchar el nombre de los periodistas.