Las claves de la semana: El final de la escapada

Las claves de la semana: El final de la escapada

Tic-Tac-Tic-Tac... De los mismos creadores de "La esperanza rubia" y "El verso suelto" llega ahora "El final de la escapada". Hagan apuestas. ¿Llegará Cristina Cifuentes al 2 de mayo? ¿Y a la moción de censura impulsada por el PSOE? En apenas un año, la presidenta madrileña ha pasado de estrella a estrellada.

Porque la tuvieran ganas, por "dejar vivos" a sus enemigos políticos y mediáticos, por arrogancia, por creerse impune o por "aguirrizarse" en sus modales... Hay versiones para todos los gustos, pero lo cierto es que sus aspiraciones, que iban más allá de la ocupación temporal de la Real Casa de Correos, se han derrumbado.

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Todo por una mentira elevada ya a categoría penal y por la que más pronto que tarde tendrá que asumir responsabilidades. Su carrera se ha truncado aunque Mariano Rajoy, cuentan en los mentideros del PP, le ha pedido que aguante. Al menos hasta que pase el fin de semana sevillano de una convención nacional inicialmente diseñada para relanzar a un partido en caída libre.

Rajoy o el boxeador noqueado

Con la legislatura bloqueada, los presupuestos en el aire y Ciudadanos pisándole los talones en las encuestas, a Rajoy sólo le faltaba esta semana el estallido del "caso Cifuentes" para que se le pusiera cara de boxeador noqueado. Los aficionados a este deporte saben bien lo que llega tras un "nocaut": una figura desmadejada.

Madrid no es cualquier plaza. Y con un PP hundido en Valencia, bajo mínimos en Andalucía y desaparecido en Cataluña, si cayera Cifuentes las posibilidades de seguir siendo la fuerza política hegemónica serían más remotas de lo que ya pronostican la mayoría de las empresas demoscópicas. De ahí que el presidente del Gobierno ordenara a los dirigentes del PP hace días salir a defender en tromba a la presidenta del "mástergate" tras varios días de elocuente silencio de la plana mayor del partido. La consigna: "Todos somos Cristina".

Para cuando logró el cierre de filas pretendido, Cifuentes ya se había quedado sin coartada porque la Universidad Rey Juan Carlos decidió no comerse el "marrón" que la mandamás de la Puerta del Sol quería endosarle para salir ilesa de su descomunal desvarío: un máster que ella misma dijo no aportaba nada a su curriculum; profesores que se adaptan a las circunstancias personales de los ilustres alumnos; exámenes no realizados; trabajos no defendidos; tribunales nunca reunidos y "errores administrativos" en las calificaciones y con criterios dudosos sobre cómo y de qué manera se conseguían los títulos en una Universidad de aún más dudoso prestigio.

El diablo vuelve a la Real Casa de Correos

La Fiscalía ya ha abierto diligencias para conocer si hubo o no falsificación en documento público y quién o quiénes indujeron a la comisión del supuesto delito. Así que el diablo que la leyenda cuenta que habita entre los cimientos de la Real Casa de Correos desde tiempos de Carlos III ha vuelto para cebarse con otro más de sus inquilinos. Primero fue Gallardón, luego Aguirre, después González y ahora Cifuentes. Ninguno de los tres primeros logró salir vivo ni llegar dónde pretendía.

En el Madrid oculto de anécdotas y rincones con leyendas fantasmagóricas, el "mástergate" aún promete mucha literatura porque no hay quien crea ya ni dentro ni fuera del PP que Cifuentes pueda aguantar en estas circunstancias el año que resta de Legislatura ni Ciudadanos soportar la presión para seguir de cómplice de quién ni Rivera dice creer. Su única coartada era un papel falsificado tal y como reconocen ya sus autores e investiga desde el jueves la Fiscalía.

Alemania, a punto de ser cómplice del "golpismo"

Todo la misma semana en la que un tribunal alemán volvía a poner contra las cuerdas el relato de la derecha española contra Puigdemont y el independentismo al calificar de "inadmisible" la extradición del ex molt honorable por el delito de rebelión al no hallar signos de violencia. El mensaje no podía ser más demoledor, tras lo que el Gobierno consideró su primer éxito con la operación captura del prófugo.

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Y lo peor ya no es que la exclusión del delito de rebelión suponga un varapalo para el Ejecutivo, sino que el baldón esta vez sea para el mismísimo Estado de Derecho, ya que el entramado procesal diseñado por el Supremo queda claramente desautorizado. Algo, por otra parte, que ya advirtieron no pocos penalistas españoles y germanos cuando la derecha se las prometía feliz por haber miméticamente diseñado la detención de Puigdemont en territorio alemán por ser un país donde la alta traición -equiparable a la rebelión- se castiga hasta con la cadena perpetua.

Los mismos que se frotaron las manos porque el líder del procés fuera puesto a disposición de la justicia alemana no tardaron en hablar el viernes de un "juez prevaricador" o de un "magistrado de provincias" cuyo criterio carecía de validez jurídica. A punto estuvieron de convertir a Alemania en "cómplice del golpismo" y declarar persona "non grata" a una de las más mejores amigas de Rajoy en la UE como es Merkel.

Es lo que tiene delegar en la Justicia un problema que antes del 1-O tenia solución política y que por motivos exclusivamente partidistas se dejó crecer hasta ponerlos en manos de un juez cuyos autos en ocasiones han ido mucho más allá de la literatura jurídica. Ahora la justicia alemana le dice a España, ante la estupefacción de Europa, que este asunto debió resolverse de otra manera, y no sólo con los líderes del independentismo entre rejas.

Eran pocos... y llegó "Doña" Letizia

Y lo único que le faltaba esta semana a una España en la que el Parlamento sigue en el limbo, se extienden sombras de duda sobre el funcionamiento de la Universidad pública y el criterio de los tribunales de justicia, era la imagen de una Reina empeñada en que se hable, y no para bien, de ella, de la heredera de la Corona y del papel que tiene que jugar Felipe VI ante una crisis familiar que trasciende las páginas del Cuore y se convierte en problema político de primer orden. No hay que ser muy observador para concluir que tenemos un país que afronta una crisis estructural en la que no hay institución que escape del deterioro y la falta de credibilidad. Eran pocos los que contribuían al deterioro de la cosa pública... y llegó "Doña" Letizia a empeorar la situación y retratar un país que hace aguas se mire por donde se mire.