Las claves de la semana: ¡Qué escándalo, en el Parlamento se insulta!

Las claves de la semana: ¡Qué escándalo, en el Parlamento se insulta!

¿Recuerdan? Una escena eterna. Casablanca. La hipocresía del poder dando cuenta de conductas inapropiadas y consentidas. Magistral aquél capitán Renault cuando Rick Blaine le pregunta por qué cierra su café: "¡Qué escándalo. He descubierto que aquí se juega!" Pues eso. Los populares, pero también otros, han caído en la cuenta esta semana que en el Parlamento se insulta y que es intolerable. El decoro, señores, el decoro.

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¡Qué escándalo! El difamador se llama Gabriel Rufián. "Lacayo", "mamporrero", "gánster"... Son las palabras más amables que dedicó al ex director de la Oficina Antifraude de Cataluña Daniel de Alfonso. ¿Les suena? El interlocutor del ex ministro Jorge Fernández Díaz en aquella infame conversación grabada que destapó supuestas maniobras policiales, mediáticas y judiciales contra políticos independentistas en plena campaña electoral.

Lo llaman entrevista y no lo es

Andaba casi a la misma hora Bertín Osborne por la tele en charla amistosa -que aquí llamamos entrevista a cualquier cosa- con Aznar, y el eco de las palabras de Rufián escandalizaba a los populares: que si no son formas, que si la ofensa no cabe en la casa de la palabra, que si el independentista hace honor a su nombre... "Ha creado un estilo propio basado en los insultos tabernarios, impropios de un Parlamento", decía Rafael Hernando.

Qué frágil es la memoria y qué grande el olvido. Hernando, el diputado al que hubo que separar del cuello de Rubalcaba en un pasillo hace años cuando estaba a punto de propinarle un puñetazo, no sólo ha ignorado aquello, sino el "que se jodan" de Andrea Fabra y el rosario de vituperios con el que Rajoy despachaba cada semana a Zapatero: "bobo solemne", "cobarde sin límites", "antojadizo", "inconsecuente", "grotesco", "frívolo","acomplejado", "indigno", "cobarde", "inestable", "chisgarabís", "insensato".... No está el PP para hablar de decoro ni de lenguajes tabernarios, que las actas del Parlamento están también para recordar a cada cual su pasado.

Los recortes de la UDEF

Que Rufián no practica la ironía ni la elegancia de Churchill parece tan obvio como que antes de él y en 40 años de democracia en la Carrera de San Jerónimo otros muchos insultaron, increparon, silbaron y patearon desde los escaños. Y entonces nadie se puso estupendo. Lo grave de la bronca sesión del miércoles en la comisión que investiga las andanzas de la llamada policía patriótica es que con su bochornoso estilo Rufián ha logrado desviar la atención de lo importante, que es si Fernández Díaz usó a la policía para investigar a los adversarios, si se manipuló a la Fiscalía o si se fabricaron informes falsos.

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Que el ex ministro del Interior reconociera en la misma sesión, y sin atisbo de sonrojo, que la UDEF construyó un informe con recortes de prensa y comentarios de las tertulias televisivas sobre las finanzas de Podemos ya es como para llevarse las manos a una cabeza y que rodaran otras cuantas. Pero no, el escándalo es que en el Parlamento se insulta y se falta al decoro.

Enésima trifulca socialista

Tan viejo como la política. Unos lo hacen en público y contra los adversarios y otros, en privado y para cargar contra los suyos. Además de Rufián, la semana ha lanzado también al estrellato a Miguel Ángel Heredia, un diputado malagueño cuya principal ocupación en Madrid es ser la voz y los oídos de Susana Díaz. Luego ya en sus ratos libres si eso hace de secretario general del Grupo Socialista en el Congreso.

El "ínclito" se despachó a gusto contra el socialismo catalán ("hay que disolver el PSC"), contra Margarita Robles ("ante de hablar, esa hijaputa, que se afilie") y contra Pedro Sánchez ("me llamó Toxo para decirme que tenía ya un pacto de gobierno con Podemos y los independentistas") en una reunión interna celebrada hace cinco meses. Alguien grabó su arenga y su desparpajo y ahora lo ha hecho público El Mundo.

La gestora no dejará caer a Heredia

No hay semana en la que el socialismo no nos regale una nueva trifulca entre "susanistas" y "sanchistas". En esta última el equipo del ex secretario general quieren la cabeza de Heredia, como Salomé la de Juan Bautista, en bandeja de plata. Se la han pedido por escrito al presidente de la gestora, Javier Fernández, y al portavoz del grupo, Antonio Hernando. Ya pueden esperar sentados porque el "oficialismo" no tiene intención de satisfacer los deseos del "pedrismo", al que acusan de haber abierto una "guerra muy sucia" por haber guardado tanto tiempo los audios de una conversación privada para filtrarlos a la prensa.

Aún les queda mes y medio hasta las primarias para esparcir basura en lugar de confrontar proyectos de país o modelos de partido. Seguro que en esto no defraudan ni unos ni otros. Los socialistas son muy dados a la cochambre en las competiciones internas, por más que se llenen la boca con innovaciones a la fraternidad, el amor y las victorias limpias y Susana Díaz se conjure ante los micrófonos de la Ser para vivir el "proceso en positivo" y apelar a la razón y no a las tripas.

Maíllo llamó a capítulo a Bonig

Claro que para razones las que tenía Pedro Antonio Sánchez para haber dejado la presidencia de Murcia mucho antes del pasado martes, que es cuando Génova decidió sacrificarle sólo para retener el gobierno. No se fue por Murcia ni por España, sino para que el PP no perdiera el poder institucional en uno de sus tradicionales feudos. Y le tocó a Fernando Martínez Maíllo comerse el sapo y sus propias palabras sobre la falta de argumentos para pedirle al presidente murciano que se marchara.

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No fue la mejor semana para el coordinador general del PP, que además del incendio de Murcia tuvo que ocuparse también de Valencia, después de que la presidenta de su partido en aquella Comunidad, Isabel Bonig, se sumara a una declaración institucional de las Cortes Valencianas para mostrar rechazo a los Presupuestos Generales del Estado que acaban de entrar en el Congreso. Maíllo telefoneó a Bonig para llamarle a capítulo y pedirle que reconsiderara su posición sobre las cuentas públicas.

¿Y saben cómo acabó la conversación? Digamos que no resultó el principio de una hermosa amistad.

Continuará...