La diputada Teresa Rodríguez, agredida

La diputada Teresa Rodríguez, agredida

La diputada Teresa Rodríguez fue agredida por un empresario en un acto público. El caso es un ejemplo de una violencia machista que casi siempre queda impune.

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Foto: GOGO LOBATO/AFP/Getty Images.

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Si el asesinato machista de la doctora Victòria Bertran fue un caso de manual, también lo es la agresión a la diputada Teresa Rodríguez a manos de Manuel Muñoz Medina, empresario y vocal de la Cámara de Comercio de Sevilla. Vale la pena analizarla porque también dinamita algún tópico.

Los hechos son bien conocidos. Teresa Rodríguez, diputada y líder de Podemos en Andalucía, fue a la inauguración de una exposición fotográfica en la Cámara de Comercio de Sevilla que conmemoraba el aniversario de la agencia EFE. Hacia las tres de la tarde, cuando ya se iba, una azafata le comunicó que Francisco Herrero, presidente de la Cámara, la invitaba a conocer la sede.

Aunque tenía prisa por volver a Cádiz, subió un momento a las oficinas para saludarlo. Cuando ya se iba, dos hombres que salían de la misma sala que Francisco Herrero la interceptan y, con una actitud abiertamente informal, uno la saluda con dos besos y el otro, Manuel Muñoz, director general de la empresa Guadarte, se abalanza y la arrima contra la pared, pone su mano sobre la boca de ella amordazándola y simula que la besa en la boca.

La azafata atónita (y probablemente indignada) les pregunta si se conocen. Mientras Rodríguez lo niega, el empresario lejos de disculparse asegura que sí, que está harto de verla en la tele.

Rodríguez, paralizada, humillada y ultrajada por una situación totalmente degradante, sólo tiene ganas de huir de allí; lo único que se le ocurre es preguntarle quién es, el hombre contesta dándole una tarjeta suya. El resto de empresarios, lejos de intervenir, ríen con connivencia la gracia del empresario y bromean sobre sus dotes comerciales. Rodríguez interpone una denuncia por trato degradante y agresión sexista.

1. La dirigente Teresa Rodríguez, a pesar de ser una mujer con recursos, reconoce que en un primer momento se paralizó por la humillante agresión. Una reacción muy humana y habitual: lo que suele pasar cuando te agrede alguien que te tendría que dar la mano. Es difícil admitir que hombres que, en principio, no son enemigos tuyos pueden atacarte y degradarte; vivir pensándolo es muy debilitante. Por otra parte, no se enseña ni educa a las mujeres, las niñas, en esta amarga realidad y, por tanto, no tienen herramientas para actuar cuando ocurre. Esta posible paralización es la que tradicionalmente se esgrime para decir que, como no hay reacción, no habría ofensa, o aún peor, que la agresión es placentera. Los tribunales lo han utilizado vilmente contra las mujeres; aún hoy se hace.

Y la vergüenza. ¿Cómo me ha podido pasar algo así a mí? La vergüenza que explica tantos silencios de tantas maltratadas, de tantas agredidas. Una vergüenza insidiosa puesto que además te martiriza haciéndote pensar qué habrás hecho mal para que eso te pase justamente ti.

2. Magnífica y envidiable la capacidad de reacción de la azafata. Espero que no le suponga ninguna represalia, que no pierda el trabajo (no sería la primera vez).

3. La reacción del agresor lo dice todo. Se autodefine como un empresario impecable en todos los sentidos y afirma, además, que nunca en setenta y dos años ha tenido un problema similar. Quizás quiere decir que hasta ahora agredir a una mujer no le había comportado ningún problema; porque problema, él, no tuvo ninguno; el problema fue él.

Su manera de negar los hechos es afirmar que era una broma de muy mal gusto pero sin mala intención; que no tenía ninguna intención de agredir; que de ninguna manera es una muestra de acoso o machismo. No se acaba de entender, pues, por qué pide tantas disculpas. Entra en una especie de delirio trémens y dice, que si es necesario, puede ir a la televisión [sic] a disculparse, o ir a verla a Cádiz, o escribirle una carta. (Que el empresario es consciente de que perpetró una agresión grave lo acredita que en ningún momento se le ocurre decir aquello tan manido y cínico de que le pide perdón por si ha podido sentirse ofendida.)

En un último paroxismo atribuye la agresión a la borrachera y afirma que hizo lo que hizo pero que igual se podía haber vestido de payaso y haberse subido a una silla. ¿Y por qué no se vistió de esta guisa y se encaramó? La respuesta es fácil: las personas hacemos lo que estamos a punto de hacer; lo que nos podemos imaginar; lo que nos apetece.

4. Las reacciones del resto de empresarios (seguramente ninguno en el paro, ninguno extranjero, todos con recursos económicos y trabajos cualificados; de su estado etílico, no pondría la mano en el fuego) son tan de manual como las del agresor.

En una orgía de corporativismo masculino, los tres prohombres ríen a carcajadas mientras se agrede a la diputada, bromeando respecto a las habilidades comerciales de Manuel Muñoz cuando Rodríguez, ofuscada, le pregunta quién es. Incluso el presidente de la Cámara, Francisco Herrero, osa seguir la broma y avisa a Rodríguez de que tenga cuidado porque Manuel Muñoz es bien capaz de venderle un mueble.

Como una manada. Así se autodenominó el grupo de chat de los autores de la violación colectiva del 7 de julio pasado en Pamplona. Crimen que recuerda una vez más que son muy numerosas las agresiones contra mujeres perpetradas por grupos masculinos organizados. Pasa en todas partes y en todo tipo de situaciones: agresiones y violaciones en la Nochevieja de 2014 en Colonia y en muchas otras ciudades alemanas y europeas; otras lacerantes violaciones perpetradas en manada como las de la plaza Tahrir de El Cairo en 2011 durante las protestas de la primavera árabe; en todas las guerras sin excepción. Las agresiones grupales son un modo de actuar criminal más viejo que la tos.

5. ¿Cuántas agresiones ha habido, hay cada día, como la que sufrió Teresa Rodríguez? ¿Cuántas violencias ha habido, aún hay, que no se denuncian? Es triste decirlo pero la denuncia certifica que vamos mejorando; también lo respalda que Manuel Muñoz se haya visto obligado a dimitir del cargo. De todos modos, ni Francisco Herrero ni el resto de risueños colegas se ha visto obligado a ello.

6. Un último detalle. ¿Qué día se empezará a cuestionar la costumbre de tener que besarse con cualquier hombre sin conocerlo de nada simplemente por ser mujeres? Algunas políticas ya han hecho saber que les incomoda y en cierto modo las violenta. ¿Por qué no se empieza con un apretón de manos?

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Nací en Barcelona en 1952 y soy doctora en filología románica por la UB. Soy profesora de secundaria jubilada y escritora. Me dedico desde hace ya mucho tiempo a la investigación de los sesgos sexistas y androcéntricos de la literatura y de la lengua, y también a su repercusión en la enseñanza, claro está. Respecto a la literatura, además de leer, hago crítica literaria, doy conferencias, ponencias, escribo artículos y reseñas sobre diferentes aspectos de la literatura, principalmente sobre las escrituras femeninas. En cuanto a la lengua, me dedico a investigar sesgos ideológicos en diferentes ámbitos: diccionarios; noticias de prensa (especialmente las de maltratos y violencia); denominaciones de oficios, cargos y profesiones. También he elaborado varias guías y manuales de recomendaciones para evitar los usos sexistas y androcéntricos. Asimismo, he analizado algún otro sesgo ideológico, por ejemplo, el racismo. Todas estas actividades me dan pie a impartir conferencias, ponencias, charlas, cursos y a realizar asesoramientos. Formé parte del grupo Nombra desde su fundación, en 1994. También trabajo por una enseñanza coeducativa. Lo que me ha llevado a implicarme en distintos y variados grupos y seminarios de coeducación, a colaborar con ICEs de distintas universidades y a escribir distintos tipos de libros y documentos. A veces escribo dietarios o sobre viajes y aún de otros temas.