La 85º Entrega de los Oscar: "Es mi fiesta y canto si me da la gana"

La 85º Entrega de los Oscar: "Es mi fiesta y canto si me da la gana"

A todos los haters de los musicales que por fortuna no figuran en mi timeline: ¿Qué esperaban? ¿La entrega del premio nobel de literatura? ¿Una ceremonia como película de acción? ¿Un videojuego? ¿Los premios TV y Novelas?

A Martha Cristiana, Azucena Pimentel, Daniel Krauze, Leonardo García Tsao, Oscar Uriel, Dany Saadia, Laura Manzo por sus tuits durante la ceremonia y a todos los haters de los musicales que por fortuna no figuran en mi timeline: ¿Qué esperaban? ¿La entrega del premio Nobel de literatura? ¿Una ceremonia como película de acción? ¿Un videojuego? ¿Los premios TV y Novelas?

Cuando la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos contrató, para producir la 85º Entrega del Oscar, a Neil Meron y Craig Zadan, partners in crime de muchos musicales, criados en The Great White Way y amamantados por Broadway, obtuvieron justamente lo que esperaban, un espectáculo, un gran show... horas de entretenimiento más allá de lo que las demás ceremonias de premios demostraron: incapacidad para hacer Entertainment. Los Golden Globes, los SAG Awards, los BAFTA's, los Spirit Awards, los César y hasta los Goya probaron que la industria del entretenimiento sabe hacer mucha grilla pero poco show en sus entregas de premios. La suma de los discursos de los ganadores, que citan interminables listas de agradecimientos y se asemejan más a los de funcionarios de Institutos de Cultura, acumuló más tiempo que el transcurrido en los números musicales de la 85º Entrega, esos que irritaron a un sector del público que al parecer preferiría que los musicales desaparecieran, o aquellos que se confunden al ver los Oscar exhortándonos a que mejor vayamos a la ópera, como si uno esperara ver un espectáculo de Bel Canto al sintonizar la televisión ese domingo.

- Que si Tina Fey y Amy Pohler hubieran estado mejor - Que si habrían de revivir a la cara más estirada de la comedia Billy Cristal. - Que si Anne Hathaway y James (hasta el huevo) Franco ¡Cómo olvidarlo! Fueron geniales - O Whoopi, o Letterman...

La crítica es inevitable e inherente a lo que hacemos quienes nos dedicamos a esto. Ponernos en el spot light es condición sine qua non de nuestro quehacer, ya que sin esa cualidad nuestro trabajo no solo no se vería si no que no existiría. Pero la prerrogativa de todo creador escénico, desde los que dirigen sesudos Shakespeares, Chéjovs, Heiner Müllers o Pinters, hasta quienes dirigen Aventurera y algunas "deliciosas" comedias de enredos, o musicales y cabaret, es hacer lo que nos venga en gana o como me enseñó mi querida María Estela Fernández: "Este es mi pesebre, cuando tú pongas la tuya, contratas a tu Vírgen, tu San José, tu burro y tu mula", dixit, si es que la Católica, Apostólica y Romana no ha cavado ya la tumba de ese misterio para cuando tú te decidas a montar tu primer espectáculo.

Neil Meron y Craig Zadan, esta singular pareja de productores, desde Footlose en el 84 y hasta el remake de la misma película en el 2011 pasando por Chicago, Hairspray y otros musicales, ejemplifican el estereotipo del Productor Gay que reviste a su condición, de esa alegría que implica el apelativo. No hay nada más alegre o gay que un musical, nada más cursi, emocionante y que enchine más la piel que un número coral en un gran escenario bien iluminado y diseñado con precisión y buen gusto. Si acaso otras experiencias estéticas, sinfónicas, operísticas, pictóricas o escultóricas pueden hacernos levitar en raptos como los de los místicos. Tal vez un libro que no se puede soltar, el cruzar la meta, un gol, Michael Phelps, Fashion Week, subir un volcán, o el discurso transformador de un líder y hasta un Cónclave anticipado pueden lograrlo, todos por el solaz y esparcimiento que nos procuran.

A los iconos del musical contemporáneo norteamericano, una espléndida y desgarradora Jennifer Hudson, la robótica Katherine Zeta Jones, la grácil Charlize Theron convertida en Ginger Rogers, se sumó la fantástica Adele (mal ubicada en el escenario), quien aunque incómoda con el registro y un vestido al que le faltaban sesenta centímetros de tela, cantó el tema con el que después se llevaría su primer Oscar a casa. La Academia sabe medir la temperatura de su público y a esta ganadora de incontables premios le tenían que dar un Oscar para que acompañe sus Grammy en la chimenea de casa.

Y como a estos dos productores lo que les sobra es showmanship y además son gais, no podía faltar Babs. "Ladies and Gentleman, con ustedes en un homenaje al gran Marvin Hamlish: Ms. Barbra Streissand, The way we were". Pero para no caer en una llana y vil cursilería, los hábiles productores han echado mano del irreverente y ácido Seth Macfarlane que sin caer en los excesos de Ricky Gervais conduce, canta, baila y lleva el barco a buen puerto en tiempo y forma.

La 85º Entrega de los premios Oscar de la Academia resultó ser un gran espectáculo, con un diseño de escenografía sobrio, elegante, a diferencia de los Pasteles de Quinceañeras de años anteriores, con grandes y emotivos momentos. Con algunas sorpresas como la aparición de Michelle Obama la primera dama desde la Casa Blanca, derroche de encanto y músculo que aunque enfadó a muchos seguro hizo la noche a Ben Afleck, el gran ganador de la noche. Lo único que faltó es que en un enlace aún más sorpresivo se hubiera unido a la transmisión desde Roma, Benedicto XVI para dar la bendición Urbi et Oscar antes de su salida el día 28 de febrero.