¿Quién dijo miedo a los acuerdos?

¿Quién dijo miedo a los acuerdos?

Los ciudadanos ya han hecho su trabajo, ya han votado, ya han elegido cada uno a los suyos y ahora nos toca a nosotros, los políticos, buscar una solución. Me niego a decirle a la gente que lo que han votado no nos gusta y que vuelvan a hacerlo hasta que el resultado nos venga bien a nosotros. Eso es cobardía, eso es comodidad, eso es, en definitiva, reconocer que somos incapaces de ser generosos con los que no piensan como nosotros.

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Foto: EFE

Hubo un tiempo en que el arte de llegar a acuerdos fue una forma de vida en la política española. Desgraciadamente los últimos artistas que lo practicaron fueron los hombres y mujeres de la Transición que, con las heridas todavía abiertas, fueron capaces de pensar antes en las futuras generaciones que en ellos mismos. Después, ese arte quedó enterrado, las mayorías absolutas y el bipartidismo alternante se encargaron de hacerlo. Hasta hoy. Hoy, los que hemos nacido en democracia les debemos mucho a esos políticos valientes, y lo mínimo que podemos hacer es estar a la altura ante esta nueva oportunidad que se nos presenta.

A todos nos pasa, estoy convencido, en cenas de trabajo, de cañas con los amigos o en reuniones familiares: "¿No se van a poner de acuerdo estos políticos?" "Nosotros lo estamos intentando", contesto. Y es que los ciudadanos ya han hecho su trabajo, ya han votado, ya han elegido cada uno a los suyos y ahora nos toca a nosotros, los políticos, buscar una solución. Me niego a decirle a la gente que lo que han votado no nos gusta y que vuelvan a hacerlo hasta que el resultado nos venga bien a nosotros. Eso es cobardía, eso es comodidad, eso es, en definitiva, reconocer que somos incapaces de ser generosos con los que no piensan como nosotros.

El escenario soñado para el populismo y los independentistas es una España que no funciona, una España podrida de corrupción, con una justicia politizada y que vive de espaldas a los ciudadanos.

Se habla mucho de la nueva política, de los nuevos, de los jóvenes que estamos en esto, de las nuevas ideas y de las viejas. Pero si hay algo que define a la nueva política no es otra cosa que la capacidad de dialogar y de llegar a acuerdos con los demás. Porque la vieja política tiene demasiados tics, demasiadas mochilas como para, de la noche a la mañana, romper el ecosistema del y tú más que les ha traído hasta aquí. Nosotros sí haremos ese trabajo que nadie quiere hacer. De hecho, ya hemos empezado a hacerlo con el acuerdo con el PSOE y seguimos tendiendo la mano al PP para que participe del mismo. Porque hay siete millones de españoles que todavía siguen votando al PP y que estoy convencido que están de acuerdo con que no se suban los impuestos, con bajar la cuota de autónomos y que paguen en función de sus beneficios, con que la unión de los españoles no se rompa o con acabar con los aforamientos.

¿Dónde está el problema entonces? ¿Cómo puede ser que dirigentes del PP criminalicen que Ciudadanos haya llegado a un acuerdo con el PSOE cuando eso es precisamente lo que ellos también quieren hacer? A lo mejor prefieren un gobierno con Podemos y los separatistas antes que las reformas que necesita este país. Porque las reformas son el mejor antídoto para los que viven muy cómodos en el "cuanto peor mejor". Porque el escenario soñado para el populismo y los independentistas es una España que no funciona, una España podrida de corrupción, con una justicia politizada y que vive de espaldas a los ciudadanos. Una España con precariedad laboral, sin ayudas para que la gente pueda volver a levantarse. Una España donde los políticos corruptos siguen aforados y donde las diputaciones se convierten en agencias de colocación de amiguetes. Pero, ¿y si lo cambiamos? ¿Y si reformamos de arriba abajo lo que no funciona? No solo tendremos un país mejor sino que muchos se quedarán sin argumentos, sin insultos y sin cabreos.

"Nunca negociemos desde el temor y nunca temamos negociar" Así definía J. F. Kennedy la política. Porque a lo único que debemos temer en democracia es a no ser capaces de llegar a acuerdos.