Bienvenidos a América

Bienvenidos a América

El presidente de EE UU, Donald Trump.Leah Millis / Reuters

Si hay algo en lo que el presidente Trump se mantiene inamovible en sus decisiones y sus políticas es en la inmigración. El magnate neoyorquino siente cada vez más rechazo con el paso del tiempo hacia los inmigrantes que llegan a territorio estadounidense.

Tal es este rechazo que todos conocemos ante la inmigración proveniente de México, que el presidente amenaza con ponerle fin mediante la construcción del "muro de las lamentaciones" para frenar la migración descontrolada de "delincuentes" que traspasan habitualmente las fronteras americanas.

Lo que comenzó siendo la tierra de las oportunidades, está empezando a convertirse en el renegado del mundo, un país en el que solamente tengan cabida unos pocos privilegiados que hayan tenido la grandísima "suerte" de haber nacido en la tierra prometida de los Estados Unidos. Si esto no es así, al menos así es como lo ve Trump, que cree que en la cumbre del G7, su sillón, respecto al del resto, debería ser de oro y brillantes, pues él es de Estados Unidos.

Podríamos entrar en el debate con un poquito de investigación y descubriríamos que el presidente Trump proviene de una familia de inmigrantes europeos, aunque el tema a tratar en el artículo no es ese, por lo que lo dejaremos al margen y hablaremos del gran impacto que tienen las familias de inmigrantes en la economía estadounidense y el gran aporte que hacen al PIB de los Estados Unidos.

Un motor de crecimiento

Uno de los sueños del presidente Trump cuando llegó a la majestuosa y megalómana Casa Blanca era el de llevar a los Estados Unidos al podio mundial, haciéndola nuevamente grande y mejor bajo el lema de "Make América Great Again". Un lema que el magnate de los edificios pronuncia muy bien, pero que sin embargo, no parece que sepa cumplirlo.

Obviando la faceta mentirosa de Trump, siendo el único podio que ha alcanzado el de "presidente más mentiroso de la historia", el lema del presidente tenía un trasfondo importante, pues bajo esta consigna se han aplicado unas prácticas racistas extremistas, así como una cantidad de injusticias que han puesto a América en el foco de atención mundial.

Puestos a pensar que Trump es un perfecto showman, las prácticas que está adoptando ya están llegando a tales extremos que han obligado al resto de países a tener que actuar y pararle los pies a este señor, pues no es normal que un presidente encierre en jaulas a niños pequeños y separarlos de sus padres por su origen migratorio.

Esta postura extremista del presidente Trump es completamente una postura de rechazo hacia uno de los principales motores económicos de América, pues como bien se indica en los principales indicadores económicos, aquellos que el presidente Trump parece desconocer, los inmigrantes, además de haberle otorgado miles de votos en las urnas, también son un gran potencial económico de los Estados Unidos.

Para comenzar, el 10% de la economía de los Estados Unidos depende de la mano de obra de los ciudadanos mexicanos, aquellos a los que tanto odio tiene y que representan casi el 17% de la población empleada en el país. Esta cifra nos indica una gran cantidad de inmigrantes en situación de empleo y regularización de ingresos, por lo que la teoría del inmigrante sin empleo que debe robar para comer está un poco obsoleta ante datos como este.

Seguidamente podemos hablar del aporte de estos "delincuentes", los cuales son acusados de ladrones por el presidente Trump, pero sin mencionar el aporte que estos realizan al PIB de los Estados Unidos, el cual es superior al 8%. Además, el tejido empresarial norteamericano está compuesto por grandísimas empresas, de las cuales el 40% están fundadas por ciudadanos extranjeros, lo que significa un mayor aporte al PIB, sólo que este ya no se puede datar.

Como podemos ver, estas personas que viajan a los Estados Unidos a por una vida mejor son personas que van con la intención de trabajar y aportar a un país que ha sido fundado por inmigrantes y ha crecido gracias a ellos. Sin la inmigración, Estados Unidos habría perdido todo el sentido de lo que es, pues son lo que son gracias a ciudadanos británicos, holandeses, españoles, franceses, irlandeses, entre otros, que un día decidieron ir a esa tierra llamada América y formar una colonia donde vivir y un negocio para financiarse.

Pan de cada día

Esto es Estados Unidos, ni más ni menos: un país con una de las mayores riquezas culturales del mundo, pues más allá de datos macroeconómicos como el gran aporte al PIB de los inmigrantes, la gran fuerza laboral de estos en el país o los millones de dólares de aporte fiscal (cerca de los 12.000 millones de dólares en impuestos locales y estatales), dicho sea de paso, estas personas son ciudadanos que han hecho un gran aporte cultural a la sociedad norteamericana y esto es algo que el presidente Trump está obviando.

Es completamente indignante el trato que se le está dando a estos ciudadanos, pues como digo, son una gran riqueza económica/cultural para el país. Pese a esto, vemos a un presidente que agradece estos aportes con represión, controles, abuso policial, muros infranqueables, encerramientos injustificados... En fin, un sinfín de malos tratos que solo crean tensiones entre los países.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y tenemos que comprender que la migración es un escenario completamente normalizado en un contexto como el que se presenta, y que en un futuro se tenderá a reducir, progresivamente, la burocracia y la tramitación legal de documentos para la entrada a un país.

Las creación de relaciones bilaterales entre países deberían ser el pan de cada día entre los países, en lugar de los conflictos, tensiones comerciales, aranceles, impuestos, represión y esclavización de la inmigración, entre otros sucesos que se están dando últimamente. Hasta que esta situación no se revierta, no podremos hablar de un crecimiento estable e integro de la economía, pues el turismo y la inmigración son equivalentes a ingresos y dinero, y muchos países, o gobernantes (mejor dicho) todavía parecen no querer verlo.