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Golpe a Putin en el Mediterráneo

Golpe a Putin en el Mediterráneo

La caída de Bachar Al-Assad supone un gravísimo contratiempo para Rusia.

Vladimir Putin, pensativoMikhail Svetlov

Rusia se encuentra en apuros. Evidentemente, el gigante euroasiático no atraviesa su mejor momento, esto no es una sorpresa para nadie: el conflicto en Ucrania, las tensiones con Occidente y la OTAN o sus recientes discrepancias, que apuntan a que irán a más a partir del próximo año con Turquía, mantienen a Moscú al límite.

Pues bien, a todos esos problemas, ahora se le suma uno más: la caída del régimen de Bachar Al-Assad, presidente de Siria durante los últimos 25 años y que el pasado domingo fue derrocado por os rebeldes islámicos. 

Como todos sabrán, Rusia y Siria han sido grandes aliados durante décadas -antes de Bachar, su padre Háze Al-Assad, gobernó el país con puño de hierro durante 25 años-, algo que otorgaba al Kremlin un incalculable beneficio, más aún cuando comenzó a abrir bases militares en territorio sirio, lo que le daba una salida ideal al Mediterráneo.

Además de esto, Rusia contaba con un punto de contacto muy cercano a países de la OTAN, al ubicarse a apenas unos kilómetros de la frontera con Europa. Todo esto hacía que Rusia estuviera especialmente interesada en que la familia Al-Assad no dejara de gobernar en Siria.

En cambio, con la caída del régimen sirio, Rusia ha perdido mucho más que un aliado geopolítico. También ha perdido sus bases navales en la ciudad de Tartus, a orillas del Mediterráneo. Esta ciudad había sido clave para el suministro y mantenimiento naval para Moscú durante cinco décadas, además de ser el lugar perfecto para abastecer de combustible sus en el Mediterráneo.

De hecho, el pasado 3 de diciembre, algunos analistas militares dieron la voz de alarma al comprobar que Rusia estaba retirando parte de su flota de la ciudad portuaria, aunque desde Moscú aseguraban que se trataban de maniobras rutinarias. Sin embargo, Kiev también avalaba la teoría, y afirmaba que Moscú había "retirado sus buques de guerra" de Tartus.

Fialmente, y tras conocerse la noticia de la huida de Bachar Al-Assad precisamente a Rusia, se confirmó que el Kremlin había perdido la base aérea y naval de la localidad, en un "revés estratégico potencialmente grande" sumado a la humillación "de haber demostrado su debilidad". Todo esto fueron declaraciones de Edwards Lucas, investigador principal del Centro de Análisis de Políticas Europeas.

EL HUFFPOST PARA PMS

"Quizás puedan conservar algo con el nuevo régimen, pero lo más probable es que tengan que renunciar a las únicas bases rusas reales que no son contiguas a Rusia", sentenció. Y esto supone un grave contratiempo para Rusia, que para llegar a Siria tiene que pasar obligatoriamente por el mar Negro, Turquía y el Bósforo, por lo que todas sus aspiraciones en el Mediterráneo pasan por contar con el beneplácito del presidente turco, Erdogan.