¿Es el PSOE la izquierda que España necesita?

¿Es el PSOE la izquierda que España necesita?

EFE

En reciente entrevista concedida al Diario de Sevilla, el desde hace diez meses secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, analizaba la realidad política y afirmaba: "La única izquierda española antiindependentista es el PSOE". Es decir, venía a reconocer uno de los dramas que padecemos, cual es que haya partidos políticos considerados de izquierdas que, no solo no defienden la unidad cívica de España... sino que incluso son nacionalistas en distintas partes de nuestro territorio.

Y siendo esto cierto, no queda otra que llevar a cabo una labor ingente de pedagogía política y democrática para seguir explicando lo obvio: la izquierda y el nacionalismo son conceptos antitéticos, por mucho que demasiados intenten convencernos de lo contrario. O, dicho de otro modo, no cabe entender una izquierda que fomente la disgregación del Estado o, en lenguaje más llano, coleguee con los independentistas que aquí o allá quieren romper España. Porque romper España también es disgregarla y fragmentarla.

Pedro Sánchez realizaba en Andalucía (ese detalle) otras afirmaciones que comparto: "el independentismo tiene un corte supremacista", "el independentismo es un movimiento reaccionario", "aquellos que defienden el derecho a la autodeterminación o bien son independentistas o bien les da igual que Cataluña se independice" o "no puede plantearse un programa de Gobierno para España con quien quiere romperla".

A estas alturas del partido, somos muchos los que ya no le creemos, por lo que va a ser complicado que consiga dar la vuelta a las encuestas

El asunto es que, a estas alturas del partido, somos muchos los que ya no le creemos, por lo que va a ser complicado que consiga dar la vuelta a las encuestas. Y no porque consideremos al PSOE un partido independentista (faltaría más) sino porque no defiende con convicción suficiente la unidad cívica de España ni se opone con suficiente contundencia argumental a quienes fomentan la desigualdad y la disgregación del Estado.

Ahora Pedro Sánchez reivindica un espacio abandonado voluntariamente por su propio partido que otros partidos, desgraciadamente, se negaron a ocupar por distintas razones. Y siendo al menos parcialmente cierto que "Ciudadanos puede ser el reemplazo de la tradicional derecha española", es igualmente verdad que "si el combate en nuestro país es contra la desigualdad social, la respuesta debe ser más socialdemocracia, no más neoliberalismo". Pedro Sánchez no es Churchill, obviamente, pero conviene señalar aquello en lo que acierta para cuando vuelva a equivocarse. Todas estas cosas son verdad... el asunto es que carece de credibilidad: en el fondo, sigue defendiendo la nación de naciones, la plurinacionalidad y el federalismo asimétrico.

El centro derecha está copado y la izquierda está huérfana. No valen dos declaraciones insuficientes para ocupar un espacio abandonado incomprensiblemente por tantos.

En breve habrá que negociar un nuevo sistema de financiación y es posible que más pronto que tarde se debata la posible reforma de la Constitución Española. Lo primero es inminente y lo segundo no creo que tarde demasiado. Ante semejantes desafíos, espero surja más pronto que tarde un partido político con la suficiente fuerza y ubicado en la izquierda cívica que plantee las reivindicaciones que millones de españoles echamos de menos: en relación a la primera cuestión, una financiación justa e igualitaria, libre, por tanto, de derechos históricos, prebendas forales y privilegios económicos para unos pocos; y, en lo que se refiere a la segunda, la reforma del título VIII de la CE para que determinadas competencias hoy en manos de las CCAA vuelvan al Estado, al objeto de defender más igualdad y más bienestar para todos.

Es decir, una izquierda cívica socialdemócrata que combine la defensa del Estado del Bienestar y las políticas sociales con la defensa de la igualdad... y una a sus reivindicaciones las reformas políticas, institucionales y constitucionales que España necesita: desde la reforma de la ley electoral a la despolitización de la Justicia, pasando por la regeneración de la democracia, la lucha contra la corrupción y una Europa más justa, unida y solidaria. Un partido político distinto a los actuales: sin sectarismos internos y plena democracia interna, donde se debata sin cortapisas y no se persiga a los disidentes.

El centro derecha está copado y la izquierda está huérfana. No valen dos declaraciones insuficientes para ocupar un espacio abandonado incomprensiblemente por tantos.