Rosberg gana un bonito, y aburrido, Gran Premio de Mónaco

Rosberg gana un bonito, y aburrido, Gran Premio de Mónaco

Basta ver cómo se ajustan las trazadas, cómo salen escupidos los coches de las curvas, y cómo trabajan los pilotos el volante para darse cuenta de que gran parte de la carrera no han podido apretar ni correr, sino pasearse. Esto se ha convertido ya, de hecho, en el estilo de la Fórmula 1 de 2013.

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Nico Rosberg. Foto: Mercedes GP.

Muchas, muchísimas quejas hemos leído y escuchado sobre el Gran Premio de Mónaco este fin de semana. Que si es una pista demasiado estrecha para adelantar. Que si no se ajusta a la Fórmula 1 moderna, que si habría que eliminarla del calendario "por el bien de pilotos y espectadores".

En un negocio donde el dinero y lo mediático importan más que cualquier otro factor deportivo (ver cuál es el coche y el piloto mejores en combinación), Mónaco, por intereses económicos, tiene su puesto asegurado.

Pero más allá de ese tema, tenemos muchas otras valoraciones a realizar, en esta columna de opinión sobre lo que hemos vivido este fin de semana en la prueba monegasca, que se ha llevado a la saca Nico Rosberg, de manera magistral.

Y empezaremos justo por ahí, por la victoria de Nico. Se sabía que hace unos días Pirelli y Mercedes probaron gomas para tratar de solucionar los constantes problemas del equipo de Brackley con el beneplácito de la FIA.

Tener el beneplácito de la FIA es un factor determinante en toda esta historia, y aunque muchos equipos mostraron su resignación y sus lamentaciones, y muchos comentaristas han asociado la victoria de Rosberg a ese test y a la mejor relación entre Pirelli y Mercedes desde el mismo, la realidad es que si la FIA les dio el visto bueno, no hay nada que hacer.

Ya hemos comentado que el espectáculo que nos está ofreciendo Pirelli haciendo gomas a la medida del espectáculo que quieren FOM y FIA está siendo cada vez más dantesco. Hoy hemos visto más de tres cuartas partes de la carrera con los coches yendo "a paso de burra" respecto al tiempo que pueden marcar yendo a fondo.

Basta ver cómo se ajustan las trazadas, cómo salen escupidos los coches de las curvas, y cómo trabajan los pilotos el volante para darse cuenta de que gran parte de la carrera no han podido apretar ni correr, sino pasearse. Esto se ha convertido ya, de hecho, en el estilo de la Fórmula 1 de 2013: correr unos pocos ratos, y administrar el resto de la carrera el coche mientras le recomiendan en boxes a qué ritmo tienen que girar en cada tramo de la prueba.

Señores, eso se llama carreras de resistencia, y de esas tenemos muchas y mucho mejores que la F1 (Le Mans, Spa, Nürburgring...). La F1 tiene que ser al sprint. Cuando lo era de verdad, acababan seis u ocho coches las carreras, y había enormes diferencias entre los coches buenos y los coches malos. Es ley de vida, es como funcionan las realidades.

Claro, con semejante nivel de adulteración de la realidad de la competición, en pro de que "todos puedan ganar" y "el espectáculo sea mejor", nos hemos acabado encontrando con dantescos espectáculos como el de hoy, donde los pilotos sabían que tenían que administrar ruedas y ritmo. Lo han hecho bien, y no es su culpa, pero mezcla esa necesidad de guardar ruedas, con un circuito estrecho y complicado,y tienes una carrera aburrida.

Siempre hay alguien dispuesto a intentar lo imposible y probar a adelantar. Pero en la F1 moderna de hoy en día eso también está mal visto. Prueba una maniobra arriesgada y se te insultará y tachará de temerario.

Esos pilotos y esos narradores que lloran y lamentan que alguien, por Dios, intente adelantar en una carrera, y jadean adelantamientos "de patio de colegio", deberían sentarse a ver "carreras de verdad", como la vuelta que te pusimos el otro día, de la mano de Leh Keen, para aprender lo que es, realmente, conducir al límite y dar espectáculo.

Peor todavía es que, para muchos de nosotros, sólo tenemos una opción de escuchar una narración donde el nombre del que adelantan y del adelantado influye en el juicio de la legalidad e idoneidad del adelantamiento. Cuando el protagonista favorito del narrador ejecuta una maniobra, es "Dios, genio, un mago", pero cuando recibe un adelantamiento, el que le sobrepasa es "temerario" y "merece una sanción". Mal vamos así, de verdad.

Y entre toda esa vorágine de normas adulteradas y narraciones partidistas (esto ya parece la noche electoral, cuando salen los portavoces de los partidos de turno contando que todos han ganado...), ha emergido la figura de Rosberg.

Dadas las normas y dadas las condiciones reinantes en pista, por fin el alemán ha logrado transformar una pole en una victoria. Para ello ha mezclado varias facetas acertadas: ha tenido a Hamilton haciendo labores de equipo en las primeras vueltas, su equipo ha leído bien las estrategias, y ha sabido cuidar las ruedas en cada fase de una carrera accidentada, con dos Safety Car y una bandera roja. chapeau por él.

Pero, ¿sobra Mónaco del calendario? Esa no debería ser la pregunta. El problema no está en la pista, sino en la FIA y en la FOM. En una nueva muestra del problema persistente de las normas efecto "pescadilla que se muerde la cola", los reglamentos han empujado a los equipos a hacer los coches de cierta manera.

Esos coches eran complicados para adelantar, y se diseñaron pistas, de la mano de Tilke y compañía, pensadas para esos coches. Los constructores decidieron que, para satisfacer esas pistas, era mejor apretar el diseño favoreciendo los coches hacia ese tipo de trazados, que dominan el calendario. Y claro, se agregó el factor del "neumático espectáculo" para tener más variables incomprensibles con las que meter incertidumbre.

A eso se suma otro factor más: unos comisarios que sancionan a todos por todo. Un reglamento deportivo (que no técnico) que cada día impide y sanciona más y más cosas (ya no te puedes defender con más de una trazada), y que hace que la Fórmula 1 sea la competición automovilística donde los pilotos, por norma, menos pueden luchar. Los equipos, los pilotos y los narradores han aprendido que llorar funciona, y que cada adelantamiento puede ser rebatido porque "fulanito no dejó hueco a menganito para trazar". Muy bien, hay que velar por la seguridad, pero hemos llegado a un extremo donde antes de adelantar hay que pensar si realmente merece la pena, pues la mitad de las maniobras acaban con quejas o sanciones y lloriqueos por radio retransmitidos hasta el último confín del globo terráqueo que sigue el Gran Circo.

Esa pescadilla se ha enroscado tanto que ahora todos los circuitos que no se ajustan a los diseños modernos exigidos por la FIA no se adecúan a los coches que pasan por ellos. Porque señores, los coches se diseñan para las pistas, para correr en ellas. No se diseñan circuitos para favorecer cierto tipo de coches... Bueno, al menos ese no era el espíritu original.

Estoy de acuerdo con los que dicen que los coches no encajan en la pista, pero no creo que la prueba sobre del calendario: por aburrida que sea, y por lento que se vaya, sigue siendo bonito ver pasar fórmulas uno en ese paraje incomparable del principado. Al menos para mí.

Pero sigo pensando también que cada día esta categoría se torna más y más en un sinsentido donde normas e intereses económicos y de audiencias han tomado tal control que vamos a acabar con una crisis sistémica. Ya no se corre para ver quién es el más rápido. Se corre para que unos pocos ganen dinero, y ganan más dinero cuanta más gente lo ve, ergo se corre para que mucha gente lo vea.

Llamadme "pasado de moda", pero no creo que ese camino beneficie a la competición automovilística para mantenerla como el pináculo del mundo del automovilismo. Si ahora mismo lo es no es por su técnica o por su atractivo, sino por los millones de euros y de atracción que genera, que obliga a los mejores pilotos y las mejores marcas a correr en ella.

Cada día estamos más cerca del concepto NASCAR, y eso, a mi, me da miedo. Pero sí, es una mera opinión, una vez más en la misma línea de siempre. Que aburrido soy...