La mujer sin olfato que no se puede enamorar

La mujer sin olfato que no se puede enamorar

Pese a la predominancia de otros factores, como la vista o los besos, en la atracción inicial entre dos personas, el olfato podría seguir dándonos algunas pistas sobre la idoneidad de una potencial pareja. Para tratar de indagar en ello, recientemente me presenté a mi primera cita olfativa.

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Getty Images.

Martha no tiene olfato, tampoco se ha enamorado nunca y lo cierto es que, en realidad, ambos hechos no guardan demasiada relación. Porque, a la hora de buscar pareja, el sentido del olfato ha perdido protagonismo en el ser humano. De este modo, para empezar a conocer íntimamente a otra persona, lo que hacemos es algo que casi todos ya conocemos: besarnos. Al hacerlo, no solo ponemos químicamente a prueba al otro, también intercambiamos millones de bacterias con esa otra persona.

Estas son algunas de las cosas que aprendí durante la charla con Pere Estupinyà, ahora Cazador de Cerebros en TVE, pero también de mi visita a un museo holandés, hace ya algún tiempo, donde pude "medir" en primera persona uno de mis besos, con la ayuda de en un "besómetro" o "Kiss-o-meter".

El olor corporal nos podría dar pistas sobre la pareja ideal desde el punto de vista inmunológico pero, por desgracia, no nos protege ante los maltratadores

Sin embargo, pese a la predominancia de otros factores, como la vista o los besos, en la atracción inicial entre dos personas, el olfato podría seguir dándonos algunas pistas sobre la idoneidad de una potencial pareja. Para tratar de indagar en ello, recientemente me presenté a mi primera cita olfativa (les invito a ver el vídeo). Ahora puedo compartir mejor con ustedes, parte del conocimiento científico que se esconde tras una smell date: tal y como se publicaba recientemente en la revista Nature, el intercambio de olores corporales tiene que ver con algo conocido como complejo mayor de histocompatibilidad, MHC en inglés. En otras palabras: al oler a otras personas podríamos identificar substancias que nos dan información sobre su sistema inmunológico, cosa que nos ayuda a elegir o descartar a potenciales parejas en función de sus genes y de como éstos favorecen, o no, una descendencia sana.

Pero volvamos a la protagonista de nuestra historia, Martha, porque el suyo no es un relato tan agradable. A Martha, aparte del olfato, le falta otra cosa que muchos de nosotros sí tenemos: la experiencia de habernos enamorado alguna vez.

Y, como les comentaba al principio, la incapacidad de Martha para enamorarse no guarda relación alguna con su sentido del olfato. Y es que Martha vive en un país en que el abuso a mujeres es algo cotidiano y poco perseguido por la sociedad. Entre las muchas secuelas físicas y psicológicas que dichos abusos producen entre las mujeres se encuentran la depresión, el estrés post-traumático, incluso el suicidio. En el caso de Martha, los abusos acabaron produciendo un rechazo a cualquier contacto y relación íntimos con otros hombres y mujeres. Si quieren que lo formule de otro modo: a Martha los maltratadores le robaron, entre otras muchas cosas, la capacidad de enamorarse.

La violencia doméstica ocurre en todo el mundo, en todas las razas, en todas las religiones, en todos los niveles económicos y educativos

Leslie Morgan Steiner, licenciada en Harvard, editora empresarial y víctima de una relación de maltrato.

Y es que hoy que escribo estas líneas, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Aunque Naciones Unidas aprobó en 1993 la declaración de la eliminación de la violencia hacia las mujeres, la prevalencia de esta pandemia es escalofriante. Según algunos estudios de la Organización Mundial de la Salud, más de un tercio de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual en algún momento de su vida. En algunos países, como el que vive Martha, prácticamente todas las mujeres han sido víctimas de dichos abusos en algún momento de sus vidas.

Con la historia de hoy he intentado transmitirles lo siguiente: todavía podemos dar cierto valor a nuestro olfato a la hora de conocer a nuevas personas. Sin embargo, por desgracia, éste ni nos avisa de la proximidad de los maltratadores, ni nos defiende de sus actos. Porque a Martha le falta un sentido, el olfato, también la capacidad de enamorarse, pero lo que les falta a muchos hombres de este planeta es algo todavía más básico, y para lo que todos debemos luchar: el respeto a las mujeres.

El científico sin fórmulas volverá muy pronto con una nueva historia de ciencia.

Porque sigo intentando entender. ¿Lo queréis intentar conmigo?

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Nota: agradecimientos a "The Smell Lab Berlin" por permitirme participar y grabar mi primera cita olfativa. Martha es un personaje ficticio que no guarda relación alguna con las personas que aparecen en el vídeo.