Lectores, audiencia, comunidad y modelos de negocio

Lectores, audiencia, comunidad y modelos de negocio

La tecnología ha cambiado las reglas y los lectores, las audiencias, es decir, la gente, se ha puesto a hacer algunas cosas que antes sólo podíamos hacer nosotros, y una parte de esos lectores nos están reclamando todo el tiempo que volvamos a hacerlas, pero bien.

La búsqueda de ingresos que hagan sostenibles a los medios en el nuevo entorno digital se ha convertido en una obsesión para la industria de la Prensa. Ante la inacción o falta de ideas de los gestores, los periodistas, preocupados por el futuro de nuestro oficio, dedicamos más horas a especular sobre modelos de negocio que a reflexionar sobre la calidad de nuestro trabajo.

El lunes se celebró en Tarragona un foro organizado por la FAPE y volvió a repetirse casi la misma ceremonia. Y digo casi, porque para sorpresa sobre todo de los representantes de cabeceras más tradicionales, se empiezan a ver algunas luces al final del túnel. Según dijeron sus directores allí presentes, al menos dos medios exclusivamente digitales (eldiario.es y elconfidencial.com) tienen beneficios.

¿Qué une a estos dos sitios tan diferentes en edad y concepto informativo? Que tienen detrás una comunidad de lectores muy identificada, que la han construido o están construyéndola en torno a un fuerte sentido de pertenencia. Que han logrado o están logrando que su marca y su producto sean perfectamente identificables con un estilo de información o unos valores.

Es decir, trasladan al entorno digital lo que en el analógico fueron en origen las características y virtudes más importantes de los medios tradicionales. De nuevo encontramos soluciones para el futuro en algunas de esas cosas que se hicieron bien en el pasado, pero no nos engañemos, el nuevo ecosistema digital, abierto y horizontal, es mucho más exigente en calidad y compromiso que el anterior, en el que los medios vivían protegidos en un verdadero oligopolio de la intermediación periodística y publicitaria.

Antes, quiero decir cuando los periódicos eran solo eso y no querían ser otra cosa, hablábamos de lectores y casi podíamos mirarlos a la cara. La posición del periodista era tan cercana que compartía intereses y preocupaciones con los destinatarios de su trabajo. Los periodistas teníamos un oficio (casi siempre mal pagado) y un compromiso.

Pero los periódicos crecieron, empezaron a formar parte de grandes conglomerados de medios. Se asociaron a radios y televisiones. En algunos casos empezaron a depender de la evolución de sus cotizaciones en la bolsa. Y en vez de lectores ya se hablaba de audiencias. Pasamos de mirar a la gente a los ojos a verla reflejada en cuadros demoscópicos. Empezamos a perder el contacto con la realidad.

Y en el colmo de la perversión del lenguaje (no se nos olvide que es nuestro instrumento de trabajo) a los periodistas, a los redactores, los empresarios comenzaron a llamarnos recursos. Y a las noticias contenidos. Y a los jefes de las redacciones, administradores o gerentes de contenidos.

Ya ven, ¡cuánto daño ha hecho ese lenguaje al periodismo! Nuestro instrumento de trabajo nos estaba matando. Pero hoy la tecnología ha cambiado las reglas y los lectores, las audiencias, es decir, la gente, se ha puesto a hacer algunas cosas que antes sólo podíamos hacer nosotros, y una parte de esos lectores nos están reclamando todo el tiempo que volvamos a hacerlas, pero bien.

Claro que hoy ya no son sólo lectores, ya no son sólo audiencias. Son comunidades, son nuestra comunidad. Una amalgama de intereses, preocupaciones, sueños y emociones con los que tenemos que conectar. Ahí es donde está el secreto, esa es la receta. No hay que buscar la solución en las murallas, está en la comunidad. Y los lectores, las personas que la forman, ya no son sujetos pasivos de la información. Ahora, además, son vigilantes, auditan nuestro trabajo. Y también, si les interesa, se convierten en nuestros mejores recomendadores a través de las redes sociales. O en colaboradores ocasionales, incluso permanentes, hay mucho talento fuera del periodismo profesional y no debemos despreciarlo. Y por fin, si sabemos ganarnos su confianza, si logramos que nuestro trabajo les sea necesario en algún ámbito de sus vidas, pueden convertirse de alguna manera (socios, clientes, suscriptores) en un apoyo complementario en nuestro modelo de ingresos. Pero antes de llegar a este punto, por favor, construyamos un nuevo modelo de producto periodístico y de relación con nuestros lectores, recuperemos el arte de crear una comunidad.