Esto es lo que aprendí tras mi experiencia cercana a la muerte

Esto es lo que aprendí tras mi experiencia cercana a la muerte

WIN-Initiative via Getty Images

¿Puede considerarse muerte al hecho de haber estado cerca de ella?

Es algo que he pensado mucho en el último año después de una experiencia cercana a la muerte. Tras una operación, por motivos desconocidos de los que nadie tiene la culpa, desarrollé una trombosis venosa profunda (TVP) que culminó en una embolia pulmonar. Los médicos de urgencias me dijeron de forma inequívoca que este problema podía ser mortal. Como casi todo el mundo, yo pensaba a menudo en la muerte, pero nunca había estado cara a cara frente a ella.

Entonces, ¿cómo te sientes cuando te dicen que quizás no consigas superarlo? Yo sentí una sorprendente calma (probablemente influyó el hecho de estar hasta arriba de morfina), pero una tristeza descorazonadora por la posibilidad de abandonar a las personas que más quería del mundo, especialmente a mis dos maravillosas hijas. No pensé en las personas que me habían hecho daño, que me habían decepcionado o me habían fallado, ni en la posibilidad de haber sido más rica, más delgada o haber hecho más con mi vida. Solo sabía que aún no estaba lista para abandonar este lugar que conocemos como la Tierra.

He tenido dos grandes momentos espirituales en mi vida. El primero fue en mi época de mayor alcoholismo, cuando me arrodillé en una playa de Hong Kong y le imploré a Dios (mi concepto de Dios) que terminara con mi sufrimiento y me ayudara a dejar de beber. El segundo fue en la capilla del hospital. El primer día que pude volver a caminar, fui allí y estuve sentada lo que me parecieron horas. Al ser una capilla de hospital, había un libro en el que los familiares escribían dedicatorias a los seres queridos que habían perdido. Me pregunto por qué me libré, siendo que había tantísimas personas que se lo merecían más que yo. Lo cierto es que me hizo querer ser la mejor versión de mí misma.

En esa época y durante los consiguientes meses de recuperación vi que la gente, en esencia, es buena. El cariño y la atención que recibí por parte de todo el mundo permanecerán siempre en mi memoria. Si pudiera embotellar la sensación que tienes cuando superas una experiencia cercana a la muerte, sería millonaria y, lo más importante, resolvería el problema del sentido de la vida. Aprendí a ver lo mejor de las cosas y me sentía agradecida por seguir viva. Por desgracia, esto no dura para siempre. Pasados unos meses, un taxista maleducado me sacó de quicio, y además me enfadaba por cosas pequeñas, como que solo a mí me importara tener limpio el suelo de la cocina.

La vida es demasiado corta para guardar rencor: perdona y pasa página. El rencor solo te hace daño a ti.

Pero algunas cosas sí que se me han quedado grabadas. Si te has equivocado, te disculpas y lo solucionas. La vida es demasiado corta para guardar rencor: perdona y pasa página. El rencor solo te hace daño a ti. Y no pasa nada por alejarte de personas o situaciones tóxicas sin sentirte mal por ello.

Haz todo lo que puedas por ser una persona buena y amable que no juzga. Todo el mundo tiene sus problemas, así que recuerda: ¿Es necesario que se lo digas? ¿Es necesario que se lo digas ahora? ¿Es necesario que se lo digas tú? Puede que tu vida no sea perfecta (y que sea jodidamente dura en ocasiones), pero trata de sentirte agradecido por las pequeñas cosas. Cuando la situación es dura, recuerda que eso también termina.

Yo siempre pensaba que la felicidad llegaría con el próximo trabajo, el próximo novio, la próxima casa, el próximo país en el que viviera. Pero no. Vayas adonde vayas, ahí estás tú. En otras palabras: cargamos con nuestros problemas allá donde vamos. Enfréntate a ti mismo y el resto vendrá solo.

Disfruta del camino en vez de centrarte siempre en qué será lo siguiente que te hará feliz.

Creo que el vídeo Why Life is not a journey (Por qué la vida no es un camino), de Alan Watts, lo resume de forma preciosa. Nuestra existencia y el universo físico es lúdico. No hay necesidad de que sea un camino. No se va a ninguna parte. No hay ningún destino al que haya que llegar y se entiende mejor con una analogía con la música: "El piano se toca [en inglés, play, jugar], no se "trabaja". Es distinto de un viaje porque, cuando viajas, quieres llegar a un punto. Cuando alguien compone una canción, no convierte el final de la canción en el objetivo de la canción. Si fuera así, los mejores músicos serían los que más rápido tocan o los compositores que solo escriben conclusiones. Pensábamos que la vida era un camino con un propósito al final, como el éxito, el dinero, el cielo o la fama, pero se nos escapaba un detalle: si fuera una pieza musical, en teoría deberíamos cantar y bailar mientras durara la música".

Y quizás aún más importante es ser buena persona y amable con las personas a las que quieres y que corresponden a ese cariño. Quizás solo tengamos esta vida para estar con ellas.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.