La mudanza emocional

La mudanza emocional

Cuando se rompe una relación entramos en una espiral de desbordamiento de emociones que afectan a nuestra vida diaria. La idea de mudarte te confronta con la realidad de forma directa: tu relación se ha roto, lo que te puede producir cierta sensación de caos y un sentimiento de pérdida de rumbo en la vida.

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Una mudanza está considerada como una de las tres primeras causas de estrés nocivo, por detrás de los procesos de duelo y de los despidos. El estrés surge cuando salimos de nuestra zona de comodidad y rompemos con lo conocido, con la cotidianidad, con lo seguro y con lo controlado. Las mudanzas se viven como situaciones desestabilizadoras y someten a nuestro sistema nervioso a una tensión, que algunas personas no saben bien cómo sobrellevar. Una mudanza supone un cambio, conlleva desprendimiento y despierta la incertidumbre. Cuando, además, la mudanza obedece a cuestiones emocionales y sentimentales es más impactante.

Cuando se rompe una relación entramos en una espiral de desbordamiento de emociones que afectan a nuestra vida diaria. La idea de mudarte te confronta con la realidad de forma directa: tu relación se ha roto, lo que te puede producir cierta sensación de caos y un sentimiento de pérdida de rumbo en la vida. Aun así, sabes que tienes que ponerte en acción y enfocar tu energía en buscar otro lugar en el cual vivir. Éste es un momento doloroso, en el que sentimos cierto desamparo y comenzamos a temerle a las garras de la soledad. Nuestras carencias emergen, y nos sentimos muy vulnerables. La mudanza inminente es la señal más clara de que hemos roto con nuestra forma de vida anterior. En ese instante, comenzamos a encontramos solos y desvalidos ante lo desconocido, y el miedo, mezclado con otras emociones, se apodera de nosotros.

El miedo es una emoción básica necesaria para nuestra supervivencia. Es una señal que nos hace estar alerta y despiertos para reaccionar antes de que entremos en la espiral del peligro. Visto desde esa óptica, el miedo nos ayuda a analizar una circunstancia desde diferentes perspectivas, con lo que se convierte en un potente aliado de vida. Este tipo de miedo nos permite equilibrar nuestra vida. Pero, ¿qué sucede cuando el miedo conlleva dudas y parálisis? ¿Qué ocurre cuando nos introduce en un agujero negro del cual no sabemos salir? La respuesta es que el miedo se convierte en un elemento tóxico que nos oxida, erosionando nuestra salud y bienestar. Este miedo nos resta frescura y nos produce un bloqueo mental.

Es en este punto cuando hay que tomar conciencia de que el miedo está hipotecando las decisiones que tomamos o dejamos de tomar. En este momento hay que encontrar el interruptor para accionar nuestra motivación y buscar la manera de reactivar, reavivar, mover y afianzar la confianza y seguridad en nosotros mismos. Una ruptura sentimental desata el miedo en su versión más dañina. Escúchate y observa qué te dices en estos momentos. Es importante que sepas que tus posibilidades se encuentran en el momento presente y que para superar las duras pruebas de la vida debes responsabilizarte de tus pensamientos porque éstos crean tu realidad. Los guiones negativos de nuestra vida nos hacen estar dentro de la espiral de los pensamientos y los comportamientos negativos que provocan ira, frustración e infelicidad.

Tras una ruptura tienes todo el derecho a estar frustrado. Lo que pasa es que si esa frustración se enquista, el pasado se convertirá en tu presente. Tener pensamientos basados en la supervivencia genera sentimientos de ira, de miedo, de tristeza, de ansiedad, de agresividad, de irritación, de rabia, de inseguridad y de incertidumbre. Estas emociones tóxicas se instalan tanto que analizamos lo que nos ocurre desde ese estado mental, con lo que se generan más pensamientos de supervivencia. El resultado es un perpetuo círculo sin fin. Tienes derecho a estar mal, pero no olvides que también tienes derecho a vivir y que eres un digno merecedor de todo lo bueno de la vida. Te animo que te adentres en tus emociones, te invito a que las escuches y a que aprendas a convivir con ellas. No las reprimas porque se harán más fuertes. Debes dejar que se expresen. Mientras haces tu mudanza emocional, te recomiendo que tengas en cuenta los siguientes puntos para preparar y organizar tu mudanza física de forma eficiente:

  • Haz cajas con los objetos que consideres que son de primera necesidad e imprescindibles y embálalos de manera que los puedas reconocer y localizar rápidamente para usarlos cuando precises. Esta sencilla recomendación va a rebajar la sensación de descontrol.
  • Lleva las cosas y objetos de valor contigo para evitar pérdidas innecesarias.
  • Evita dejar cajas cerradas de forma permanente. Colócalo todo en su sitio de forma progresiva comenzando por la cocina. La cocina es el lugar donde satisfacemos las necesidades primarias relacionadas con la alimentación y es uno de los lugares que mayor sensación de hogar nos aporta.
  • Aprovecha para tirar lo que ya no te sirve o aquellos objetos que te hacen más daño que bien por el tipo de estado de ánimo al que te someten. Te aseguro que éste es un ejercicio que te va a proporcionar una gran liberación mental y emocional.
  • Trata de mantener tu equilibrio y la armonía. Piensa que esta mudanza es una gran prueba. Se van a mover muchas emociones. Míralas como la puerta de acceso a tu nueva vida. Aunque ahora veas tu existencia de forma gris y desesperanzada, te aseguro que la claridad llegará a tu vida.
  • Despídete del que fue tu hogar. Agradece a tu antiguo entorno lo que en él viviste. Cerrar los ciclos es esencial para despejar el camino y permitir que se abran otras opciones.

Vive tu mudanza como el primer paso de tu proceso de adaptación emocional a las nuevas circunstancias. El camino de la vida es a veces escabroso e incomprensible a los ojos más mundanos. A pesar del dolor que sientes rétate a ver tu ruptura más allá de su significado cotidiano, entra en tu frustración y confía. Poco a poco verás cómo irás reconectando con la vida y la virulencia de tus emociones se irá aplacando.