Una hora menos en Nueva Jerusalén

Una hora menos en Nueva Jerusalén

Una secta apocalíptica no reacciona ante el peligro igual que los demás. Cuando 60 policías armados como Robocop se pusieron delante de la entrada del pueblo de Nueva Jerusalén, los vecinos tocaron música, cantaron y bailaron. "Estamos en calma. Si pasa algo, será la voluntad de Dios", dijo una mujer con el pelo tapado con un pañuelo y con un vestido monacal que le cubría todo el cuerpo. Una anciana pasó lentamente a su lado cargando en la cabeza una silla de plástico. Sonaban tres violines, dos guitarras antiguas llamadas vihuelas y un violonchelo. Mientras fuera los agentes esperaban una orden equipados con rifles de asalto, dentro unas chicas bailaban en círculo siguiendo el ritmo de un coro monocorde.