La almoneda del Real: subasta de máscaras, vestidos o ataúdes para "llevarse la ópera a casa"

La almoneda del Real: subasta de máscaras, vestidos o ataúdes para "llevarse la ópera a casa"

Puede que para ir a la ópera a ver obras como L'Elisir d'amore, que se estrena este lunes, haya que rascarse el bolsillo. Pero tocar un trozo de ópera e incluso instalarlo en el salón es ya posible. El Teatro Real ha decidido poner a la venta hasta 1.000 objetos en La almoneda del Real, una subasta pública de trajes y vestidos, pelucas, maquillaje o hasta carromatos, espadas y ataúdes.

"El objetivo es acercar el teatro a la gente", asegura el director general del teatro, Ignacio García-Belenguer. Sin embargo, el Real, como otros teatros, atesora almacenados en 400 contenedores decenas de óperas congeladas en el tiempo. También lleva por dentro una lista de penas presupuestarias en forma de recortes.

Para darle salida a ambas, el coliseo ha decidido seguir la estela de otros, como el Covent Garden o la Opéra national de Paris, y subastar seis óperas casi al completo, además de objetos de otras representaciones. Las seis elegidas son Carmen, Macbeth, Don Giovanni, El viaje a Simorgh, Faust-bal o La Dolores.

Hay máscaras y vestidos por 10 o 20 euros hasta dos coches de época diseñados para Don Giovanni, dos réplicas en madera de un modelo de 1930, tasados en 7.800 euros cada uno. Ese es el precio de salida, ya que la subasta, que se celebrará el 26 de diciembre en la sala principal del teatro, en Madrid, parte con un precio de salida global de 80.000 euros. "Nos gustaría que se multiplicase por dos o por tres", asegura García-Belenguer, que en todo momento trata de desvincular la iniciativa del afán recaudatorio. Aunque aún no hay un fin fijo para la suma que ingrese el teatro, las actividades didácticas o fuera del recinto podrían ser el destino.

"No me da pena desprenderme de ninguna pieza", dice Ovidio Ceñera, jefe de sastrería, cuyo departamento ha aportado "500 piezas", entre ellas faldas de Jesús del Pozo o vestidos que portaron sopranos como Eva Marton o María Bayo. "Las piezas se venden por mucho menos de lo que valen, desde luego mucho menos del valor sentimental", en parte porque las óperas no se volverán a representar con esos elementos o porque es imposible reutilizarlos.

"El que se lleve algo se lleva un trozo de ópera a casa hecho con mucho trabajo y mucho cariño", asegura Rosa Caballero, jefa del Departamento de Caracterización, que dirige a 16 trabajadores que maquillan a los actores o tejen pelucas a medida pelo a pelo.