La (mala) distribución de tu oficina te está dañando la vista

La (mala) distribución de tu oficina te está dañando la vista

GTRESONLINE

¿Te pican los ojos cuando trabajas? ¿Te duele la cabeza al final de la jornada laboral? ¿Te cuesta enfocar y te molesta el exceso de luz?

Si has respondido que sí a estas cuestiones deberías seguir leyendo porque esto te puede interesar. Sobre todo si el ordenador es tu principal herramienta de trabajo. Y no tanto porque estés pasando demasiado tiempo delante de él, que también, sino porque lo más probable es que tu equipo no esté ubicado dónde y cómo debería.

El entorno de trabajo es determinante en la aparición del conocido como Síndrome de Pantalla de visualización, una patología cada vez más extendida y que se manifiesta con síntomas como dolor de cabeza, visión borrosa o pesadez de párpados. De hecho, si tu oficina no está bien ventilada, no tiene luz suficiente o sus muebles son demasiado brillantes eres candidato a sufrirla (si es que no lo estás haciendo ya).

Cada vez más jóvenes con gafas

Los dispositivos electrónicos —especialmente los ordenadores— se han convertido en un elemento más de nuestra rutina. Según un estudio realizado por la compañía Fellowes, los españoles pasamos una media de 7,2 horas al día, la cifra más alta de toda Europa, delante de sus pantallas, lo que supone casi un tercio de la jornada. Esto ocurre en términos generales porque cada caso es distinto. Igual que hay gente que apenas los usa, otra mucha supera la media con creces y sin pensar en los efectos que puede tener.

“La exposición prolongada a la pantalla de ordenador nos obliga a hacer un esfuerzo de acomodación para enfocar a 40 centímetros, reduce el parpadeo y supone que el fondo del ojo reciba un exceso de luz”, explica Celia Sánchez Ramos, fundadora del Laboratorio de Neuro-Computación y Neuro-Robótica de la Universidad Complutense de Madrid. Esto provoca fatiga visual que se traduce en picor de ojos, ojos secos, cefaleas, aumento de miopías y hasta riesgo de daño retiniano.

Esa miopía no es la miopía como la hemos entendido toda la vida. Se trata de una falsa miopía, llamada funcional o ambiental, que tiende a aparecer cuando usamos demasiado los ojos en trabajos de cerca que nos exigen un esfuerzo de acomodación. “Se da solo en las personas hipermétropes porque les cuesta acomodar más el ojo a la visión de cerca”, aclara el oftalmólogo Carlos Sevillano. “Son pacientes que tenían el problema previamente pero que si se hubiesen dedicado a otra cosa (trabajo de cara al público, en el campo...) no lo habrían manifestado”, continúa.

Así se explica que el número de jóvenes con gafas vaya en aumento. Según una investigación de 2013, uno de cada tres menores será miope en 2020 por la incorporación de las nuevas tecnologías. Además ya hay gente que ha empezado a utilizar las gafas protectoras contra la luz azul de estas pantallas que algunas empresas han empezado a comercializar para prevenir la temprana aparición de cataratas y cuya eficacia todavía no se ha demostrado. "Es cierto que están relacionadas con el exceso de luz y parece lógico pensar que un filtro como las gafas puede servir como protección pero todavía no hay ningún estudio que lo demuestre", explica Sevillano.

Los otros efectos de las pantallas

La aparición de la miopía funcional no es la única consecuencia del uso de los ordenadores. Como explican desde el blog Ocularis, el ojo está diseñado para ver mediante luz indirecta y cuando utilizamos el ordenador ocurre justo lo contrario. Mirar directamente a la luz causa molestias en nuestros ojos y para comprobarlo solo hay más que dirigir la mirada hacia el sol o o una bombilla, aunque no es muy recomendable.

Trabajar con un monitor grande (por ejemplo, uno de 19 pulgadas en lugar de 15) no es necesariamente buena idea porque de esta forma aumenta más el área de iluminación directa sobre el ojo. “Si le pusiéramos la misma resolución a uno de 19 que a uno de 15 la letra sería mayor y podríamos separar la pantalla, lo que nos favorecería tanto por el tema de la acomodación (enfoque de cerca) como por alejar la fuente de luz. Pero no solemos hacer eso, sino que subimos la resolución de forma que la letra no la vemos más grande, por lo que el monitor grande lo solemos poner a la misma distancia que el pequeño”, explican en esta web.

La pantalla a su vez reduce el parpadeo. Si normalmente cerramos los ojos de 14 a 18 veces por minuto cuando estamos trabajando lo hacemos entre 4 y 6. Eso se debe a que necesitamos centrar la atención en el monitor y nos olvidamos de parpadear lo que hace que la lágrima se evapore con más facilidad y rapidez. Por eso los oftalmólogos recomiendan que provoquemos ese parpadeo e incluso lo forcemos cada cinco minutos.

Evitarlo está en tu mano (y en la de tu jefe)

Para evitar esto, tanto la miopía funcional como los otros efectos del SPV (visión borrosa, sensación de tensión ocular, dolor ocular, sequedad, irritación, pesadez de párpados o dolor de cabeza), lo ideal sería no pasar ocho horas al día delante del ordenador ni abusar del móvil y la tablet. Pero muchas veces eso no está en nuestra mano. Los dispositivos tecnológicos son parte de nuestra vida laboral (y personal) y no estamos dispuestos, o directamente no podemos, evitarlos. “A mí ocho horas ya me parece demasiado pero muchas veces no depende de nosotros", explica Sevillano, quien defiende que hay que intentar reducir el tiempo de ordenador y cuando estamos ante él llevar a cabo una serie de medidas higiénicas.

Los especialistas insisten en la necesidad de una buena iluminación para evitar reflejos y brillos en el monitor que debería mantenerse siempre limpio. Las ventanas también deberían abrirse con frecuencia para airear el lugar de forma natural y conseguir un ambiente térmico confortable de modo que evitemos la sequedad de lo ojos. A su vez para que los brillos no nos afecten el puesto de trabajo debería estar en perpendicular a la ventana y el mobiliario tendría que ser mate en lugar de brillante.

Pero eso en cierta medida no depende de nosotros como trabajadores sino de nuestros responsables. Nosotros tenemos que tomar otras medidas empezando por colocar la pantalla a una distancia de entre 40-50 centímetros de los ojos (estira el brazo para calcularlo) y en posición baja formando un ángulo de 30 grados con respecto a éstos. Así evitaremos que se produzca un aumento de la apertura palpebral que unido a la reducción del parpadeo produce mayor evaporación de la lágrima y sequedad ocular.

“Los descansos son fundamentales. Al menos se debe realizar una pausa de cinco minutos cada hora”, explica Celia Sánchez. Éstas también se pueden estructurar cada dos horas y hacer en esos intervalos paradas de 15 minutos cambiando de posición y andando de vez en cuando. Además deberíamos alternar el trabajo con tareas que no requieren ordenador (leer hojas impresas) y hacer ejercicio ocular, que no es otra cosa que cada 10 o 15 minutos a lo lejos para relajar los músculos del ojo.