Teresa Rodríguez, número dos de Podemos: "Necesitamos al pueblo entero para cambiar las cosas"

Teresa Rodríguez, número dos de Podemos: "Necesitamos al pueblo entero para cambiar las cosas"

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Según las encuestas, Teresa Rodríguez (Rota, 1982) iba a ser, como mucho, la única que acompañase a Pablo Iglesias a Bruselas como representantes de Podemos en el Parlamento Europeo. Sin embargo, esta profesora de secundaria, que fue elegida número dos en la lista de la formación, viajará al corazón de la UE en compañía de otros tres eurodiputados de su partido, que ha sido la auténtica sorpresa en los comicios europeos.

Lo primero, enhorabuena.

Gracias.

Cinco escaños, ¿se lo esperaban?

La verdad es que los cuatro meses de campaña han sido bastante intensos y sorprendentes en los distintos hitos que se han ido cumpliendo, desde las 50.000 firmas para empezar la iniciativa en 24 horas, las 33.000 personas que participaron en las primarias, los 400 círculos que han participado en el programa, los actos masivos… Algo nos indicaba que la iniciativa estaba teniendo cierto calado. No obstante, comprobar en las elecciones que teníamos 1.250.000 votos viene a confirmar cuatro meses de sorpresa. Digamos que la sorpresa ya la teníamos nosotros durante los cuatro meses de campaña.

¿Tiene ya las maletas hechas?

Todavía no las he deshecho. Este ritmo de campaña, organización de la iniciativa de Podemos al mismo tiempo que la campaña, la atención de la prensa, reuniones de coordinación. Es un contínuo. Lo que tengo es problemas para poner la lavadora, eso sí.

Pablo Iglesias es el rostro más conocido de Podemos, pero usted fue votada como la número dos de la lista. ¿Cómo vivió ese momento?

Con mucha satisfacción y responsabilidad, como cualquiera al que le tocara cumplir esas características.

Usted es profesora de enseñanza secundaria, pero ya ha participado activamente en política, ¿qué le atrajo de Podemos?

Yo llevo haciendo política desde los 15 años, desde que empecé en el movimiento estudiantil. Luego siempre he tenido claro que era necesario tener un correlato político de alternativa y tener una estrategia de tomar el poder. Mi transcurrir ha desembocado aquí porque creo que era necesario crear una fuerza que estuviera lo suficientemente adaptada a las necesidades expresadas en el 15-M, en las mareas, de participación en primera persona, de metodología participativa, de apertura a todo lo nuevo que se ha ido creando en los movimientos sociales de los últimos años y que estuviera también a la altura en términos programáticos ante los ataques que se están produciendo. Que tuviera bastante claras pocas cosas: la cuestión de la deuda, la de la reforma fiscal… Había una especie de momento Podemos antes de empezar. Es verdad que la estrategia comunicativa y la campaña que hemos hecho ha sido buena, pero existía la necesidad de dar un paso más, de pasar de la indignación a la ilusión.

¿Qué le parecen todas las críticas que están surgiendo respecto a su formación?

Echamos de menos alguna que tenga contenido político hacia el programa o la propuesta, de modo que podamos generar un debate social que interese a los ciudadanos, porque ese estilo de dialogar con insultos y descalificaciones resulta bastante aburrido para la ciudadanía. Tengo la impresión de que la gente está muy harta de que los debates parlamentarios no sean ideas o propuestas sino que sean infundios de política espectáculo que no interesa a nadie. Más allá de que tienen motivos para estar rabiosos. Es aquello de 'ladran, luego cabalgamos'.

¿Es Podemos un partido populista?

Populista es como demagogo, ¿no? Es el tipo de crítica que tiene difícil respuesta. Populista sería quizá el que hiciera propuestas que pretenden confundir al pueblo y ganarse al pueblo para no cumplir con los compromisos. Eso está por ver, desde luego. Si populista es defensa del pueblo o hacer un discurso en el que una mayoría pueda sentirse identificada, no me parece en principio algo negativo. Tanto populista como demagogo son los típicos calificativos cuando ya no se te saben responder a los argumentos que se dan en el debate: a la necesidad de una reforma fiscal, la indecencia de un rescate bancario que es tres veces el presupuesto de Educación y Sanidad del año pasado; cuando se tapan ese tipo de cosas, lo único que queda decir es ‘populista’.

Mucha gente se pregunta cómo sería España gobernada por Podemos, ¿cómo van a articular sus propuestas?

Eso está por construir. El programa lo hicimos con gente que desde los movimientos sociales estaba planteando alternativas a los problemas. Gente de la Marea Verde, de la Marea Blanca o de Economía Crítica, que plantean que la salida de la crisis no era repartir la miseria, sino la riqueza, y la necesidad de una reforma fiscal profunda. Esos son algunos de los debates en los que hemos participado para elaborar el programa.

En un país donde queramos realmente cambiar las cosas, no bastará con un Gobierno desobediente a las imposiciones de la Troika y a las lógicas de los grandes poderes económicos y financieros, sino con una sociedad civil organizada que esté dando la batalla tanto en los barrios como en los centros de trabajo. Es decir, es necesario un pueblo entero detrás que esté planteando desde abajo la necesidad de tomar el poder y cambiar las cosas. Es un proceso. No sale Podemos con mayoría absoluta de las elecciones y las condiciones de vida de la gente cambian. Pero sí aumenta la ilusión y las expectativas por hacerlo todo de nuevo y abre un nuevo proceso que ponga el freno de emergencia al tren de ataques sociales que tenemos enfrente y empiece a plantear desde abajo la posibilidad de alternativas distintas.

¿Cuál va a ser su papel en el Parlamento?

De momento seré un miembro más del grupo Izquierda Europea, en el que hemos decidido inscribirnos. Este mes nos distribuiremos las distintas comisiones y los trabajos más sectoriales. Yo vengo del mundo de la educación y del sindicalismo. Hay una comisión que se llama Industria y Energía, que tiene cierta relación con el sitio del que vengo, la provincia de Cádiz, que ha sufrido las consecuencias de la desindustrialización y de la falta de perspectiva de cambio de modelo económico. En alguna de esas áreas me moveré, pero se tendrá que repartir en el grupo parlamentario.

Entonces quizás es temprano para preguntar cuál sería la primera medida que propondría a la Eurocámara.

Nosotros llevamos preparada es la directiva Villarejo, que es un texto con algunas propuestas en las que se plantean medidas de lucha contra la corrupción, entre otras la prohibición de las puertas giratorias, la revocabilidad de los cargos públicos, los salarios de los diputados, plantear a los representantes que sus condiciones de vida tienen que parecerse más a las de sus representados y que no vale con reproducir la existencia de una especie de élite política que se aleja de la vida de la gente. La presentamos hace un par de meses y será de las primeras cosas que empecemos a trabajar para darle forma de iniciativa.

Hablando de Villarejo, que ha anunciado su renuncia como eurodiputado, mucha gente piensa que su aparición en las listas era una estrategia electoral, ¿qué tienen que decir?

Ahora tenemos a la prensa pendiente, pero cuando presentamos la lista ya se dijo que estaba colaborando. Su aportación más importante, al margen de su presencia y apoyo, fue la directiva. Vamos a darle continuidad a su trabajo con esta iniciativa y otras que se puedan plantear. Pero ya desde primera hora se planteó como un colaborador y que iba a trabajar en la medida de sus posibilidades para seguir con el proyecto. Continuará con la iniciativa dure lo que dure su tiempo en la Eurocámara.

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Como profesora de secundaria, ¿qué política educativa plantearía en Europa?

Desde luego una política alejada de los planteamientos del proceso de Bolonia, del sistema de competencias a nivel europeo del proyecto Tuning, de las distintas propuestas que desde la European Round Table, que es la mesa de los empresarios a nivel europeo, se ha ido planteando de la necesidad de cambiar el sistema educativo para adaptarlo como una tuerca a las necesidades del mercado laboral y de los poderes económicos y financieros. Quieren una escuela que está muy alejada del concepto de educación que haga a los ciudadanos más libres, más formados y más capacitados para participar en la sociedad y desarrollarse laboral y personalmente. Ellos buscan una escuela y una universidad que sea el departamento de formación y de investigación de las empresas, que mercantilice la educación y que sea mucho de negocio. Porque desde las distintas instituciones se hace hincapié en que es un negocio y que debe privatizarse y sacar provecho de ella. Nosotros queremos recuperar el proceso de educación como la forma en que los ciudadanos puedan conseguir la felicidad y que sea un mecanismo para corregir las desigualdades sociales y dar oportunidades a los ciudadanos. Eso está alejado con lo que se plantea a nivel europeo y en España con la ley Wert.

A nivel universitario, ¿eliminar el plan Bolonia sería un paso en ese sentido?

Sin duda. Desde luego replantearse la convergencia europea educativa, que no tiene por qué ser mala, pero que se usó como excusa para reconvertir la universidad y convertirla en un apéndice de las empresas y facilitar la mercantilización de la formación superior.

En el mitin de cierre de campaña usted se atrevió con una chirigota, ¿a qué político europeo le cantaría las cuarenta?

Por ejemplo a Wert, ya que acabo de hablar de él. Le cantaría un buen repertorio, claro que sí.

Volviendo a España, ¿van a aliarse ustedes con Izquierda Unida y Equo de cara a las municipales?

La intención es construir un frente ciudadano contra los recortes y la austeridad. En esa dinámica para hacer un frente que pueda tumbar el bipartidismo, se hablará con organizaciones sociales, con organizaciones políticas y se integrará a un montón de gente que quiere hacer política en primera persona y que se está incorporando a los Círculos Podemos. Se hablará con todo el mundo, pero alejado del modelo clásico de coalición electoral que se negocia en un despacho, en el que a ti te toca el dos, al otro el cuatro y a mí el cinco.

Creemos que una de las claves del éxito de Podemos es darle protagonismo a la gente para que pueda decidir sobre el programa, la candidatura y controlarlo colectivamente. En ese sentido planteamos temas como la revocabilidad, la necesidad de desprofesionalizar la política, controlar a los representantes públicos para que no se autonomicen de la población y que tengan una forma de vida similar a la de sus representados. Esas son las condiciones en base a las que se intentará organizar la unidad frente a los recortes, la austeridad y la Troika.

Concurrir a las municipales o a las generales, ¿supondría que Pablo Iglesias deje la Eurocámara para ir de candidato?

Esa es la pregunta estrella, pero faltan dos años para las generales. En las municipales empezaremos a ver cómo los Círculos, que se han ampliado muchísimo después de las elecciones porque muchos de los que pensaban que estaban votando en solitario se han encontrado con muchísima gente, empezarán a pensar en clave local y a señalar los defectos de las políticas de la Troika a nivel local. Será un proceso muy interesante. En las generales ya veremos. Hablar con dos años de antelación de lo que va a pasar con Pablo es bastante precipitado. En cualquier caso, él hará lo que digamos en la medida de sus posibilidades, claro.

¿Qué le han dicho sus alumnos sobre su elección como europarlamentaria?

Tanto los alumnos, como los padres y los compañeros estaban muy contentos. Nos conocíamos del espacio de las luchas por la educación pública y he recibido mucho cariño de los compañeros de lucha, que me decían que si yo estoy en Bruselas, ellos están ahí conmigo en defensa de los servicios públicos y, en particular, de la escuela pública.

Dejará de dar clase, imagino.

Claro, se pide una excedencia para tener representación, pero en cualquier caso mi voluntad es la de volver al cole. Porque además hemos firmado un compromiso por el que no se puede ser representante público de Podemos durante más de dos legislaturas, que ya me parece muchísimo. Mi voluntad sería que hubiera relevos suficientes para que la iniciativa continuara para que pudiéramos hacer puertas giratorias, pero giratorias entre los trabajos normales que teníamos cada uno de nosotros y los órganos de representación.