Estefanía de Mónaco: "Dejen de llamarme la princesa rebelde. ¡Basta ya!"

Estefanía de Mónaco: "Dejen de llamarme la princesa rebelde. ¡Basta ya!"

GTRESONLINE

"Ya no tengo 21 años, sino 50. Que dejen de llamarme la princesa rebelde. ¡Basta ya! Se han quedado anclados en los años 80. ¡Por favor! Ya no soy esa persona".

Así comienza la entrevista que Estefanía de Mónaco, la princesa rebelde de Mónaco, hermana del príncipe soberano Alberto y de la glamourosa Carolina, ha concedido a la edición española de la revista Vanity Fair. Estefanía, en cambio, siempre ha buscado vivir apartada de los focos pero nunca lo ha conseguido, por su legado (difícil huir de él, siendo hija de Rainiero y de Grace Kelly) y por sus múltiples romances y escándalos. Sin embargo, ahora asegura que se considera "ante todo madre". "Tengo tres hijos que he criado yo misma, seré abuela algún día, seguramente pronto. Es hora de que sepan quién soy hoy; de que conozcan cómo vivo", asegura.

Un redactor de la revista pasó cuatro días en junio con Estefanía de Mónaco. Como le explican desde que llega: "Hoy vas a conocer a otra Estefanía, muy distinta a la que tienes en mente". Y ella parece confirmarlo con dos besos al darle la bienvenida: “Gracias por venir y dar a conocer el trabajo que hacemos aquí".

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En esos días, se suceden declaraciones y fiestas benéficas. La princesa está especialmente implicada en la lucha contra el SIDA. "Cuando fui madre, me di cuenta de que había mucha gente que se contagiaba del VIH. Tiempo después pensé que debía hacer algo, por mis hijos, pero también por una amiga que tenía un niño pequeño y se enteró de que estaba enferma de SIDA. Cuando cumplí 40 años pensé que era el momento. Mis hijos ya eran mayores y yo podía dedicarme a ello. Hay que devolverle a la vida lo que nos ha dado. Y a mí me ha dado mucho", relata.

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Sin embargo, ni siquiera la propia Estefanía parece sentirse del todo cómoda en las fiestas, por muy benéficas que traten de ser y muy princesa que ella sea. Así es la conversación al respecto.

—El bling bling no es lo mío. No me adapto al rol de princesa, a tener que ir con un vestido maravilloso, a ese lado glamuroso de la monarquía. Eso no es para mí. Yo soy una mujer como cualquier otra, lo único que hago es aprovechar mi notoriedad para cambiar las cosas, para ayudar. Pero no para que las cosas que hago me den notoriedad. En absoluto.

—Pero no puede compararse con el resto, usted tiene sus privilegios y también sus obligaciones.

—Dio la casualidad de que mi padre era príncipe de Mónaco y yo su hija. Pero para mí era solo papá. Mi estatus lo utilizo para servir a mi país, para dar buena imagen de Mónaco a través de mis asociaciones. Eso lo hago encantada de corazón. Pero no olvide que todos somos iguales.

ENTRE NIÑOS Y ELEFANTES

“Mis hijos son lo mejor que me ha pasado en la vida", asegura Estefanía, madre de tres retoños: Louis (1992) y Pauline (1994) —hijos de su relación con el que fue su guardaespaldas y marido, Daniel Ducruet—, y Camille (1998), hija de una corta relación con Jean Raymond Gottlieb, otro de sus guardaespaldas. "Quiero vivir lo máximo posible para poder verlos crecer aún más, conocer qué les depararán sus vidas, ver a mis nietos...", explica.

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Estefanía con sus hijos, Pauline Ducruet, Camille Gottlieb y Louis Ducruet, en una gala contra el SIDA celebrada en Mónaco el 10 de julio de 2015.

"Soy como estás viendo", explica mientras pasa el tiempo con Baby y Nepal, sus dos elefantes. "Con barro y arena. Entre animales. Con las personas que quiero. No me hace falta el lado glamuroso de la vida. Así es como soy feliz".

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