Denuncian el caos en el nuevo hospital de Vigo: "Esto es una estafa política"
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Denuncian el caos en el nuevo hospital de Vigo: "Esto es una estafa política"

XUNTA DE GALICIA

Paradojas de la vida. El PP lanzaba esta semana un vídeo sobre la salida de España de la crisis inspirado en la recuperación de una paciente en un hospital. Justo en el momento en que uno de sus 'barones' sufre una verdadera jaqueca por culpa de uno de esos centros.

El nuevo hospital de Vigo era la gran apuesta del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, desde que accedió al poder en 2009. El dirigente ‘popular’ quería exhibir su experiencia en el sector -fue presidente del Insalud con José María Aznar- dotando a la ciudad con “uno de los centros sanitarios más modernos de Europa”. Pretendía demostrar que la gestión público-privada funciona. Pero el hospital, llamado Álvaro Cunqueiro, se ha convertido en menos de dos meses en un dolor de cabeza para Feijoó. Profesionales y pacientes están en pie de guerra porque consideran que el centro tiene unas deficiencias inaceptables derivadas de la privatización de muchos servicios.

Los problemas comenzaron desde la apertura, cuando empezaron a circular vídeos de ratas, insectos y hongos campando por el interior del centro. Y las denuncias han continuado desde entonces: los pacientes y los trabajadores afirman que la comida, que ahora controla una empresa privada, deja mucho que desear, que los problemas con las cañerías hacen que “llueva” dentro a menudo, que las paredes son casi de papel, que el material es escaso o inadecuado, que el parking es de pago y carísimo…

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Los ciudadanos de Vigo mostraron su rechazo al hospital el pasado 4 de septiembre, cuando 200.000 personas se manifestaron en una ciudad que tiene 300.000 habitantes. El modelo que la Xunta había preparado para el centro no gustaba nada y algunos aseguran que la arrolladora victoria del PSOE en las municipales por mayoría absoluta se debe, en buena parte, a ese descontento.

Una Unión Temporal de Empresas (UTE) liderada por Acciona se llevó el macrocontrato para construir el hospital y para explotar todos sus servicios no clínicos durante 20 años. El proyecto del nuevo centro lo inició el anterior Gobierno regional, formado por PSOE y BNG, con un coste previsto de unos 450 millones. Pero, con el cambio al modelo público-privado, el precio se ha acabado disparando hasta los 1.400 millones, pese a que el proyecto ha terminado sufriendo recortes muy notables. Hay, por ejemplo, un 31% de camas menos de las previstas (845 por las 1.450 comprometidas) y los sindicatos afirman que el hospital ha comenzado con un 31% menos de quirófanos y un 55% menos de camas de observación de urgencias de las previstas. El centro tampoco tiene laboratorio ni servicio de esterilización.

“Aparentemente es todo muy bonito, muy moderno, todo con un azul espectacular. Por dentro, algunas cosas tienen calidad en apariencia, pero las paredes son de pladur, se caen, algún techo se ha caído, se han roto tuberías e inundado las urgencias o el parking…”, explica Ángel Cameselle, presidente de la Junta de Personal, quien no duda en afirmar que el hospital “se ha montado básicamente para ganar dinero” y que la muestra es que la concesionaria gestiona todos los servicios. En su opinión, en Vigo se ha producido “una estafa política”. “Nos vendieron un área sanitaria con unas camas y con una serie de servicios que no se dan”, critica.

Cameselle asegura, por ejemplo, que se han tenido que suspender operaciones cuando el paciente estaba ya preparado porque el hospital no tiene servicio de esterilización y el material, que se tiene que tratar en otro centro, no ha llegado a tiempo. Una portavoz del Servicio Galego de Saúde (Sergas) admite a El Huffington Post que se han dado esas situaciones, pero subraya que se está construyendo un servicio de esterilización en otro hospital. Cuestionada acerca de la paradoja de que un nuevo centro no vaya a contar con él, argumenta que en el Álvaro Cunqueiro se harán las operaciones más complejas, pero que donde habrá mayor volumen será en el otro, el Meixoeiro. Pero los trabajadores temen que la verdadera razón sea que el Gobierno regional vaya a privatizar también este servicio.

APARCAMIENTO A 1,86 LA HORA

Cameselle advierte también de que las comidas que se sirven a los pacientes no se ajustan “a lo que tiene que ser”. “El servicio de dietética y nutrición, que era público, lo han privatizado y dan el mismo tipo de comida a un enfermo normal que a un oncológico o que a un niño, no hay agua en las comidas….” denuncia. Además, aseguran los empleados, en el antiguo hospital había cocina propia con personal propio, a quien “han relegado a un lado y están infrautilizados porque los quieren reclasificar en otras categorías”. “¿En qué se reclasifica un cocinero que se ha formado para ello?”, se preguntan los trabajadores, que señalan otro de los problemas que más indigna a pacientes y familiares. El aparcamiento cuesta 1,86 euros la hora (en urgencias es aún más caro) y no hay alternativa: al hospital solo se puede llegar en coche y no hay más parkings en los alrededores.

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Desde el Sergas aseguran que el precio “no es tan caro” porque es similar al de los aparcamientos de la ciudad, pero admiten que están buscando alternativas, como convenios con asociaciones de pacientes para que los crónicos no tengan que pagar. Los trabajadores advierten de que los precios de la cafetería tampoco son ninguna ganga: una pulga de pan, sin nada dentro, cuesta 50 céntimos, afirman. “Un sobre de mayonesa o de mostaza también son 50 céntimos. Una pieza de fruta -una manzana, una pera- son 1,20. La gente no tiene más remedio que pagarlo si quiere tomar algo allí porque alrededor no hay nada”, advierte una trabajadora.

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Carmen García Rivas, secretaria general del sindicato de enfermería Satse en Galicia, achaca todos los problemas a la “improvisación continua de la anterior consellera de Sanidade [Rocío Mosquera, a la que Feijóo ha destituido este mes en plena crisis del hospital], de su equipo asesor y de la dirección del área sanitaria”.

“No han tenido en cuenta las opiniones de los profesionales que íbamos a trabajar. No hay lavabos suficientes para los equipos quirúrgicos, que son especiales para manipularse con el codo, no con la mano. Aquí había una pileta y decían que fueran a lavarse las manos a un servicio normal. Estamos hablando de lavado quirúrgico, que tienen que estar homologado. ¡Esto no puede ser, hombre!”, denuncia.

Desde el Sergas niegan la mayor y aseguran que los quirófanos son “un lujo” y que “lo que es mejor no lo decide ni el celador de turno ni la enfermera de turno, porque para eso hay una jerarquía que va a priorizar y a decidir”. Un argumento que no le vale a García Rivas, quien denuncia que en el hospital hay cerca de “100 locales comerciales desocupados” en los que van a empezar a abrirse negocios privados como floristerías, peluquerías o guarderías. “Igual un día nos encontramos a Zara ahí, no lo sé”, critica.

Y las quejas de los trabajadores siguen. Afirman que la estructura del hospital hace que haya distancias enormes que provocan que la movilidad de los pacientes sea muy complicada. Una enfermera del centro, que prefiere no dar su nombre, afirma que tiene que caminar cerca de un kilómetro para ir desde el vestuario a su puesto de trabajo. Lo explica con este dibujo:

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("Llego al aparcamiento en la planta 1. Bajo a por la ropa en la lencería en la planta -2. Subo al vestuario a cambiarme en la planta 2. Subo a mi unidad en la 4").

A pesar de la amplitud del edificio, desde el sindicato de enfermería denuncian que las resonancias magnéticas se están realizando en un autobús aparcado en un patio y que la concesionaria les “entorpece hasta en el material”. “Por ejemplo, los monitores que te dan las constantes vitales no te los dan completos. Y decíamos: pues los traemos del hospital viejo, que teníamos el equipo nuevo. Pues nos dijeron que no porque este material lo pone la concesionaria. Hay injerencias por su parte en el quehacer de los servicios públicos”, denuncia García Rivas.

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Las protestas con el material no acaban ahí. Una enfermera de la UCI afirma que nadie les ha formado para utilizar la nueva maquinaria. “Estuvimos aprendiendo a usarlo con vídeos en portugués que encontramos en internet”, afirma. “Tenemos bombas que llevan medicación que te puede matar. Si tienes una tensión de 9 y tienes unas bombas con una concentración altísima de cierto medicamento y la bomba te pita porque no está pasando la medicación... Tú tienes que saber por qué pita. Si no lo sabes, en cuestión de quince segundos te quedas a cero de tensión”, denuncia, a la vez que asegura que lo están pasando “fatal”. “Dicen que no corren riesgo vidas. Pues no lo sé. Yo no lo sé”, reflexiona.

Una portavoz del Sergas admite que, como el hospital acaba de inaugurarse, están teniendo “problemillas” y “ dificultades” que tienen que ir solucionando porque están en un “periodo de ajustes”. Pero denuncia que las críticas están “politizadas” y que se está “magnificando y destruyendo”. Mientras, los pacientes no tienen más remedio que seguir siendo eso: pacientes.

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Rodrigo Carretero es Traffic Editor Manager en 'El HuffPost' y trabaja desde Madrid. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Valladolid y Máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid, ha trabajado en 'El Día de Valladolid', en 'El País' y en las radios musicales del grupo Prisa. Puedes contactar con él en rodrigo.carretero@elhuffpost.es