En qué manos estamos: Las limitaciones de un Gobierno en funciones

En qué manos estamos: Las limitaciones de un Gobierno en funciones

EFE

Ni Borgen, ni House of Cards ni ninguna serie de moda. Esto es España. Pedro Sánchez ya tiene el encargo de formar Gobierno. Un pequeño paso adelante para el que se lleva esperando más de un mes. Pero esta misión parece cada vez más difícil dadas las distintas condiciones que ponen los partidos a la hora de negociar. Que si "líneas rojas", que si "regeneración", que si "gobierno progresista", que si "cambio"... Un lío para cualquiera que no esté bien puesto dentro de la política y de los tejemanejes que derivan de esta, vamos.

El líder del PSOE ha pedido un mes para llevar a cabo las negociaciones pertinentes. Hay dos escenarios posibles: que consiga formar Gobierno y se produzca la investidura a principios de marzo o que no consiga los apoyos necesarios y se convoquen unas nuevas elecciones. En este último caso, el PP seguiría gobernando en funciones hasta que acudamos a las urnas. "Si se celebran unas nuevas elecciones y todo va bien, en septiembre ya podría haber un Gobierno”, augura Antonio Rovira, catedrático de Derecho Constitucional. Todo dependiendo del resultado en las urnas. Pero si se produce la misma situación que se lleva dando desde el 20 de diciembre, “podemos estar sin Gobierno hasta octubre o más”, explica a El Huffington Post. "De todas formas, hay ciudadanos que están más felices sin Gobierno. Por ejemplo, no hay leyes en función de voluntades políticas".

¿PUEDE CONVERTIRSE ESPAÑA EN UN CASO COMO BÉLGICA?

Si se da el caso de que se convoquen unos nuevos comicios, podría producirse una situación similar a la que se produjo en Bélgica en 2010. El país estuvo casi un año y medio sin Gobierno debido a la dificultad para formar la coalición gobernante. Durante 500 días, Bélgica no vio alterado su funcionamiento e incluso creció su economía.

Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política y de la Administración cree que no estaremos sin Gobierno tanto tiempo como Bélgica, pero, como Rovira, es consciente de que podemos estar así "hasta septiembre u octubre". En Bélgica había tres comunidades, cada una con su administración, por lo que era más fácil la gestión. “Nosotros, al ser un estado compuesto, la gestión cotidiana está cubierta”, señala el politólogo, "el problema de una situación sin Gobierno es que el legislativo está paralizado y eso es una cuestión grave, sobretodo de cara a la política exterior, situaciones de alerta terrorista o la pérdida de iniciativa europea”, añade.

¿CÓMO FUNCIONA UN GOBIERNO EN FUNCIONES?

El artículo 101 de la Constitución establece que "el Gobierno cesante continuará en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno", pero no establece ninguna limitación. En cambio, el Título IV de la Ley 50/1997 del 27 de noviembre, señala que el Gobierno en funciones debe facilitar la formación de un nuevo Ejecutivo y se abstendrá de adoptar medidas nuevas salvo "casos de urgencia". Pero esos "casos de urgencia" pueden resultar ambiguos.

"Los estados de alarma, de sitio y de excepción sí que puede aplicarlo el Gobierno en funciones con mayoría en el Congreso", señala Rovira. "Debe hacer todo lo que sea necesario para el bien del país, sin hacer nueva política". Por ejemplo, si en la Unión Europea hay que tomar una medida de urgencia, "sí que podría tomarla, siempre que sea necesaria".

Por otro lado, la ley señala que el presidente del Gobierno en funciones no podrá ejercer las siguientes facultades:

  • Proponer al rey la disolución de alguna de las Cámaras, o de las Cortes generales.
  • Plantear una cuestión de confianza
  • Proponer al rey la convocatoria de un referéndum consultivo.

El Gobierno en funciones tampoco podrá ejercer las siguientes facultades:

  • Aprobar el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado
  • Presentar proyectos de ley al Congreso de los Diputados o, en su caso, al Senado.

¿QUÉ PASARÍA CON CATALUÑA?

Rovira asegura que "el Gobierno en funciones tiene la obligación de actuar con contundencia". Por ejemplo, en el caso de que Cataluña comenzase a tramitar la resolución de independencia, este Gobierno debería "dirigirse a la autoridad de la Comunidad Autónoma y decirle que está incumpliendo sentencias del Tribunal Constitucional". Aunque no puede "hacer nueva política", sí que puede "instar al Senado y al Tribunal Constitucional a aplicar algunas medidas del artículo 155". El catedrático señala que no serían medidas de suspensión de autonomía, pero "sí que podría suspender a algunos cargos públicos o realizar las sanciones correspondientes".

CÓMO AFECTA ESTO A LA POBLACIÓN

Esta situación afecta también a la población. Para Vallespín, "lo más preocupante es la frustración de la gente", de aquellos que tenían nuevas espectativas políticas, "espectativas de cambio". "Esa euforia se ha ido al traste", lamenta, "y eso es más grave que casi todo lo demás, porque se profundiza en la herida de separación entre ciudadanos y clase política. Eso es lo más peligroso".

Rovira, saca su lado más positivo: "Cuando hay situaciones de normalidad es cuando hay más abstención y despolitización". Asegura que siempre que hay una situación delicada como la de estos días, "los ciudadanos participan porque les afecta". Destaca que ahora la gente habla más de política, los jóvenes están más involucrados y "se nota en la universidad". Pero cree que hay un clima "enrarecido". "La gente se está radicalizando y el diálogo se hace más difícil", asevera poniendo de ejemplo el caso de Cataluña.

Al igual que Vallespín, Rovira considera que si esta situación sigue así, "va a haber una sensación de falta de decisión política, de que los partidos no pueden canalizar las peticiones de los ciudadanos". Para él, "este descrédito institucional crea una fractura social y una radicalización que puede ser peligrosa".

De momento, las negociaciones entre el PSOE y los partidos clave ya están empezando y aún queda, al menos, otro mes de incertidumbre política en el que todos nos preguntaremos qué es lo que pasará. Tal vez España no esté tan alejada de parecerse a un capítulo de Borgen o de House of Cards.