Justo Bolekia: "Los seres humanos hacemos como los perros, que mean para marcar su espacio"

Justo Bolekia: "Los seres humanos hacemos como los perros, que mean para marcar su espacio"

EFE

Hasta hace unos pocos años, lo primero con lo que se encontraba uno cuando salía del aeropuerto de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, era una barrera militar. En una parecida, pero hace 41 años, detuvieron al poeta y profesor Justo Bolekia. Entonces él era un chico joven que no se callaba la boca, pero el país estaba gobernado por Macías Nguema, primer presidente elegido democráticamente en Guinea Ecuatorial tras su independencia de España, en 1968, y primer dictador de la Guinea poscolonial.

Para no ser una de sus miles de víctimas, Bolekia salió pitando a Camerún, aconsejado por su madre, y allí se pasó dos años, hasta que una monja española "caritativa" se enteró de que andaba por esos lares y le mandó un billete para que se viniera a la antigua madre patria. Aquí se sacó un doctorado y se convirtió en profesor de universidad. Y aquí sigue, dando clases, investigando, escribiendo, con 61 años, con hijos, casado, divorciado, arrejuntado, desarrejuntado…

Pero eso no lo ha desconectado de su país, al cual estuvo sin poder ir durante años porque el Gobierno de Obiang no le daba el visado de entrada, pero de cuya Academia Ecuatoguineana de la Lengua es ahora miembro. Esa Academia, precisamente, acaba de ingresar en Asociación de Academias de la Lengua Española, una decisión que se aprobó definitivamente en Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Puerto Rico hace varias semanas y en el que hablamos con Justo Bolekia.

¿Por qué cree que se sabe tan poco de Guinea Ecuatorial?

Porque es pequeño y hasta hace poco vivía de las donaciones, como las que le daba España. Tampoco forma parte de la agenda de los países poderosos. No es un lugar donde ocurren cosas que luego salen en la prensa internacional, no hay guerras, ni guineoecuatorianos premiados a nivel mundial, ni escritores muy famosos. Aparte de eso, existe ese interés en no hablar de África, para que la sociedad civil occidental no conozca realmente el expolio que hay de los recursos que tiene el continente.

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¿Y no tiene nada que ver que esté gobernado un individuo como Teodoro Obiang, que genera bastante rechazo en la opinión pública internacional?

Eso no está tan claro, aunque algunos medios de comunicación hablen de rechazo al régimen. Hay por ejemplo muchas empresas a las cuales les da exactamente igual quién gobierne con tal de que se mantengan sus intereses. Si hubiera un rechazo tan fuerte, no habría tantos españoles ni franceses ni americanos haciendo negocios allá. Saben que hay problemas en el país, pero siguen yendo. Sólo cuando algunos son agredidos es cuando empiezan a despotricar contra el régimen.

Usted también ha tenido sus desavenencias con el régimen, ¿no?

Yo soy de la etnia bubi, que es una etnia minoritaria. Nosotros parece ser que somos el fantasma del régimen. Como cuando en la época de Franco, el Lute era una especie de fantasma del franquismo, o ETA lo ha sido de las épocas de Suárez y González y ahora parecen serlo Podemos o Ciudadanos. Cada época tiene sus fantasmas, y nosotros llevamos más de cincuenta años siendo el fantasma del régimen de Guinea Ecuatorial, porque creen que queremos romper el Estado, y por eso envían un montón de fangs [la etnia que proviene del continente y a la que pertenecen el presidente y la mayoría de los dirigentes más poderosos del país] a la isla [de Bioko]. Cuando uno ve que su pueblo vive estas atrocidades, estas injusticias, tiene que ser una persona muy insensible para no decantarse por su pueblo. Nosotros simplemente le decimos a los gobernantes que no queremos echarlos al mar, sino que reconozcan nuestra singularidad como bubis, nuestra identidad étnica y cultural, y que tenemos tanto derecho como los fangs a disfrutar de ese espacio de Guinea Ecuatorial, sobre todo de la isla de Bioko, que es de donde somos. Pero no lo entienden, y te señalan con el dedo. Y cuando te señalan con el dedo, recibes agresiones de todo tipo, mediáticas, sociales. Y cuando recibes tantas agresiones, piensas: si puedo hacer algo para que mi pueblo esté mejor, lo voy a hacer. Y afortunadamente, tenemos una organización como la MAIB que lucha por los derechos de nuestro pueblo, aunque el régimen no la admita. Ellos creen que autodeterminación significa independencia, separación, pero no entienden que autodeterminación, según la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los indígenas aprobada en 2009, significa dirigirse dentro de las fronteras del Estado.

¿Y cómo es que lo han nombrado finalmente miembro de un organismo como la Academia Ecuatoguineana de la Lengua, donde el régimen tiene cierta mano?

No está reñida una cosa con otra, aunque algunas mentes de reptil lo piensen. Al principio, el régimen no lo vio con buenos ojos, pero acabó aceptándolo. Nuestro presidente es Aguntín Nze Nfumu, que es uno de nuestros políticos, portavoz en el Senado del PDGE. Era incongruente no aceptarme a mí.

¿O sea que ahora va y viene con normalidad?

Ahora sí voy y vengo con cierta normalidad. En febrero he estado 23 días en los que me he reunido con los académicos de allí, y espero seguir yendo. Estuve 15 años sin ir, hasta que en 2014 pude entrar. No me daban visado como ciudadano español. Pero bueno, ya puedo entrar.

¿Cuál es la situación del español en Guinea Ecuatorial?

Está muy arraigado en el país, hemos estado en contacto desde 1788. Desde que se abrió la primera escuela, en 1883, es la lengua de enseñanza, lengua de comunicación, de la religión, de la administración. Está bien arraigado, pero habría que trabajar mucho para mejorarlo. La creación de la Academia era necesaria, pero los académicos debemos de trabajar mucho para que el español mejore en calidad. Porque hay también un mal uso del español que no se debe confundir con localismos o guineanismos. Hay que construir correctamente las oraciones. Los periodistas, los gestores culturales, etc., deben saber que la Academia está ahí para solucionar los problemas de la lengua.

Si la gente no reclama más su singularidad hispana es porque todavía está demasiado agredida a nivel de derechos humanos. La gente quiere enarbolar su bandera de afrohispanidad pero no tiene el camino fácil.

Porque además, la gente se siente muy vinculada al mundo hispano, ¿verdad?

Si la gente no reclama más su singularidad hispana es porque todavía está demasiado agredida a nivel de derechos humanos. La gente quiere enarbolar su bandera de afrohispanidad pero no tiene el camino fácil. El Gobierno, el Estado, no se lo pone fácil. Porque es un país con tres virajes, el hispano, el francófono y el lusófono [El Gobierno de Guinea Ecuatorial ha integrado al país en la Organización Internacional de la Francofonía y en la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, por lo que francés y portugués son también idiomas oficiales, pese a no estar arraigados en la cultura guineana]. Es una novia con tres novios y la gente, que contempla esa escena, está despistada y no sabe hacia dónde se decanta el Gobierno. Menos mal que hay centros culturales españoles. Si no, no habría modelos. Debería ser el Estado el que exigiera un nivel correcto de español en los medios de comunicación o en la iglesia.

¿No es el español también un instrumento que ayuda a la unidad en un país con tantas etnias?

Somos muchas etnias y lo utilizamos para hablar entre ellas. Aunque a veces también para hablar dentro de una misma etnia. Y esto es más cuestionable si uno pierde la lengua autóctona, lo que además genera un cierto abismo generacional entre los mayores que la hablan y los jóvenes, que no. Me gustaría que se hablara el español correctamente, pero no en detrimento de las lenguas étnicas.

¿Y qué tal ve situación de la literatura guineoecuatoriana?

Cada vez son más los jóvenes que se están arriesgado a esta ardua tarea de escribir. Cada vez son más los premios, y menos mal que los centros culturales españoles, el ecuatoguineano, la Casa de la Cultura de Rebola, convocan premios para motivar a los chavales a escribir. En ese sentido, la situación va bien. Tenemos escritores muy consolidados, como Donato Ndongo, Maximiliano Nkogo, Siale Djangany, María Nsue, pero también a estos jóvenes que están empezando y van poco a poco. Aunque se trata de una literatura muy local y necesita cierta proyección internacional dentro del mundo hispánico.

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Es cierto, porque no se difunde mucho...

Para eso también es importante que las editoriales españolas se interesen no sólo por lo que se escribe en Guinea Ecuatorial, sino también en otras partes de África. Porque también en otras partes como Camerún o Gabón hay escritores interesantes…. No es que haya poco interés. Hay yuyu, el editor español no se arriesga. Si lo hace es porque ha tenido contacto con África, tiene algún amigo allí, pero publicar un manuscrito que simplemente te llega a la editorial, eso no ocurre. Había algunas editoriales, como Ediciones El Cobre, que publicaban este tipo de libros, pero que recibían subvenciones. Cuando dejaron de darse, dejaron de publicar.

Y usted, ¿en qué lengua se siente más cómodo escribiendo?

Depende de la necesidad, a veces me salen las cosas en mi lengua y las escribo en mi lengua. Y otras me salen en español y las escribo en español. No tengo una inclinación especial, quizá porque estoy dentro de un bilingüismo coordinado. No en vano, he hecho un diccionario combinado de ambas lenguas con entre 18.000 y 20.000 palabras.

¿Nota que proyecta el ritmo de su lengua nativa africana cuando escribe en español?

Esas son cuestiones de las que habla la crítica. No son temas en los que yo piense cuando escribo.

Me interesa saber si cree que España ha sido una especie de mala madre-patria con Guinea Ecuatorial…

No, no lo creo. Obama ya lo dijo: "Yo no voy a solucionar los problemas de África". España puede contribuir en Guinea Ecuatorial, pero no puede influir, porque se trata de un país soberano.

Y como guineano, negro, africano, ¿cómo se ha sentido en España en estos años?

El ser humano es como es, y es consecuencia de como lo han formateado. Todo lo que he podido vivir en España, estudiar, tener hijos, amigos, etc., era algo normal. Todo lo que he podido vivir en España en términos de conductas o agresiones racistas es algo normal también. Pasa igual en África. A un negro que sale de su pueblo y va a otro, enseguida se le señala. Es difícil que llame a esto racismo, pues los dos son negros. Pero cuando pasa en España o en Francia, como lo dicen unos blancos, pues se habla de racismo. Son conductas normales del ser humano. Los seres humanos hacemos como los perros, que mean para marcar su espacio. Y cuando alguien viene y entra en nuestro espacio, reaccionamos como animales, porque seguimos condicionados por nuestra dimensión animal.

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Jorge Berástegui, nacido en La Laguna (Tenerife) en 1980, estudió en La Escuela UAM/EL PAÍS y luego se doctoró en Lenguas Modernas y Literatura por la Universidad de Alcalá. Tras ocupaciones varias en países diversos, ahora trabaja en El Huffington Post como editor de blogs.