Moda electoral más allá de la corbata: el estilo de los candidatos en campaña

Moda electoral más allá de la corbata: el estilo de los candidatos en campaña

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De aquellos tiempos de la chaqueta de pana y la sempiterna corbata a estos de vaqueros, coletas y barbas de tres días han pasado unas cuentas décadas y otras tantas votaciones. El estilo de los políticos ha evolucionado mucho a través de los años, algo natural, por otra parte, puesto que la moda y la forma de vestir también lo han hecho. Pero lo que más ha cambiado son los ojos de quienes miran, que ahora, más que ver, observan, escrutan, analizan y saben la importancia que tiene un pantalón u otro, una chaqueta un otra.

Los cuatro protagonistas de estas elecciones generales se ocupan de su estilo, muchos de manera natural, otros a regañadientes, pero cada vez son más conscientes de la importancia de todo lo que se ponen y de cómo se lo ponen. En El Huffington Post hemos consultado con tres expertos —Daniel García, director de moda de la revista ICON; Sara Hernando, directora de moda de Harper's Bazaar; y Pedro Mansilla, sociólogo, periodista y crítico de moda— que saben más de ropa que de política para que analicen con su ojo educado los patrones de las cuatro cabezas políticas de PP, PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos.

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Si hay algo en lo que todos coinciden es en la innegable preocupación e interés de los candidatos por lo que llevan puesto. Ya no es, en absoluto, un elemento al azar. "Seguramente no estemos al nivel de Estados Unidos en este asunto, donde cada estilismo está cuidado al detalle por los equipos de los candidatos, pero tampoco creo que se deje nada a la improvisación", explica Hernando. "Cada look está muy cuidado para representar las ideas de los partidos y para que sus posibles votantes se sientan representados. Es decir, el estilo de los candidatos se adapta para que nada chirríe". También lo cree así García, que piensa que todos lo cuidan "muchísimo, excepto Rajoy". Y apostilla: "Incluso Pablo Iglesias, aunque sus incondicionales aplauden que lleve pantalón cargo y chirucas en cualquier ocasión, está más centrado estéticamente: en el debate del 7 de diciembre iba con un vaquero con buen corte y una camisa azul muy correcta". Para él, ese momento ha sido "su cima de moda por ahora".

Mansilla también alaba el estilo de Pablo Iglesias, del que considera que "suele ir muy bien, pero a veces no se gusta". Para Mansilla, aunque normalmente se adapta al contexto, Iglesias tiene errores de bulto: "Se opone a ponerse una chaqueta para una audiencia con el rey y se la pone para los Goya. Y va fatal". Para este crítico, cada uno debe ser capaz de domar su ropa, y por tanto es normal verse raro (y que los demás lo noten) la primera vez que se usa una prenda tan compleja como un esmoquin: "hay una sobreactuación".

La ropa de Pablo Iglesias parece querer denunciar que el traje representa inmovilismo, connivencia con el poder establecido.

El líder de Unidos Podemos es uno de los que más han dado la vuelta al panorama estilístico en la política con sus atuendos; de hecho, García considera que es el candidato que mejor combina su estilo respecto a la imagen que quiere proyectar de sí mismo: "Hay todo un espectro de la población que los modos y modas de la política ignoran, y él representa a una buena parte. Su ropa parece querer denunciar que el traje representa inmovilismo, connivencia con el poder establecido. Y de alguna manera, lo consigue y cómo no, con su coleta".

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LA MATA DE PELO DE LA POLÉMICA

La coleta es uno de los elementos más destacados (si no es el que más) de la imagen del candidato principal de Unidos Podemos. Así lo afirma García (que está "dividido" con el estilo de Iglesias, aunque cree que si se "civilizara" perdería "parte de su esencia") y Mansilla lo remacha. Sin embargo, para él la coleta tiene un significado que ya se puede ir eliminando, que no hace falta machacar una y otra vez porque el mensaje ha quedado claro.

"Apuesto a que se la tiene que cortar. Forma parte de su sobreactuación. El poder es incompatible con ese gesto de dolce far niente, conlleva una cierta marginalidad de artista fuera del sistema. Es muy cruel decirlo, pero le pegaría más la barba de hipster que el moño. Con respeto, la veo trasnochada. Tiene miedo de cortar, pero cuando se suba al coche oficial a ver cuánto le dura la coleta. El poder borra lo que estorba, la funcionalidad va en contra del adorno". Algo similar critica Sara Hernando, que cree que "el que más bandazos ha dado creo que ha sido Pablo Iglesias, que un día puede aparecer con esmoquin y al otro presentarse en vaqueros y camisa a un debate".

"En Podemos están muy inteligentemente vestidos", afirma Mansilla, asegurando que Iglesias hace una gran pareja escénica con el número dos de la formación, Íñigo Errejón. "Quien mejor encaja al lado de Iglesias (más que Monedero, que le hace forzar esa pose hosca de ceño fruncido) es Errejón. Es su cómplice absoluto: tiene una gracia natural de niño bien rebelde y cuando se la transmite a Iglesias le hace mucho bien. Son como dos enfants terribles. Errejón es perfecto, jamás se le ve inseguro".

Quien mejor encaja al lado de Pablo Iglesias es Íñigo Errejón. Es su cómplice absoluto: tiene una gracia natural de niño bien rebelde.

Ese supuesto desaliño calculado consigue el efecto contrario al de la imagen que proyecta Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. "Para mí hay demasiada intención en su indumentaria, y no siempre bien dirigida. Los trajes de solapa estrecha, hombro marcado y muy estructurados ni son por donde va la moda ahora ni creo que le queden muy bien por fisonomía, con el resultado de que destacan más por los defectos que por las virtudes". Mansilla coincide con él, y cree que "con Inés Arrimadas forman la pareja perfecta, parece que son la misma cosa: el pijín aspiracional, niños monos, aplicados, aseados, puntuales... Ellos son los herederos, saben que el poder confía en ellos. Están en esa irresistible ascensión: los dos impecables, parecen diseñados en un instituto de Massachussets, correctísimos. Están hechos a la medida de Obama, el político más elegante de los últimos 40 años. Se sienten comodísimamente en ese pijama".

Albert Rivera es muy consciente de su ropa sin que su ropa esté a la altura.

Sin embargo, esos gestos resultan un poco forzado, opina García: "Se agradece que un político modernice su apariencia, el problema, bajo mi punto de vista, es que Rivera es muy consciente de su ropa sin que su ropa esté a la altura".

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LOS DOS CLÁSICOS, LOS MÁS CLÁSICOS

Son Sánchez y Rajoy los más clásicos en su estilo, pero no por ellos los menos acertados. Para la directora de moda de Harper's Bazaar, "seguramente sea Mariano Rajoy quien adapte mejor su estilo a la imagen que quiere dar, o al menos sea el menos cambiante. Se ha mantenido firme a su estilo de traje clásico, siempre con corbata, muy al gusto de su electorado".

"Quizá por su edad y posición, Rajoy pasa olímpicamente del estilo. Quien puede decirle '¿Cómo vas con esa corbata?' es Jorge Moragas", explica divertido Mansilla. "Moragas le mantendría el traje, pero se lo haría más ceñido. Eso lograría una doble sensación: se le notaría el michelín, sí, pero también se le vería más atlético, recuperaría la silueta, estaría más sensual y tendría una postura de dominar la situación. Rajoy se ve acomplejado: si se atreviese a que le entallasen los trajes estaría mejor, tendría más presencia, no tendría esa incomodidad, no mostraría esa sensación de no gustarse a sí mismo. Pero me niego a aceptar que no es un hombre coqueto". El especialista en moda también le daría una vuelta a sus zapatos, eligiéndolos "menos obvios, menos toscos, sacándole de los eternos negros y coqueteando con el marrón, con las dobles hebillas de Hermès o de Yanko".

Tintarse el pelo resulta ridículo. Además, políticamente no está bien: ¿cómo te vas a fiar de alguien que se tinta el pelo?

Sin embargo Mansilla encuentra un error de base, fundamental: "No asumir su edad y tintarse el pelo". "Eso resulta ridículo. Además, políticamente no está bien: ¿cómo te vas a fiar de alguien que se tinta el pelo? Es como fiarse de alguien que tiene peluquín. Me recuerda a Il Cavaliere. Le recomendaría un buen implante de pelo, gris, con la fuerza de un león", comenta con cierta sorna.

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Daniel García alaba el "apego a la tradición" del presidente del Gobierno en funciones: "Es comprensible y hasta loable, dado que representa el continuismo y esa idea conservadora de 'lo que está bien'. El problema es el de Rivera, pero al revés: por no querer ser presumido u ostentoso, lleva trajes que le van grandes, con corte anticuado (anticuado, no clásico o conservador; es distinto) y con corbatas olvidables". De hecho, García asume sin duda que es "el que más anodino viste de todo el PP".

ESPAÑA, CAMISA BLANCA

La capacidad de Barack Obama para contagiar su estilo al mundo desde hace ocho años también ha calado en España. Para Sara Hernando, la prenda estrella de esta campaña de junio ha sido "la camisa blanca, sin duda. Además de ser una prenda clásica y correcta es perfecta para las actuales temperaturas veraniegas". Probablemente Sánchez, junto a Rivera, ha sido el que más se ha impregnado de ese estilo americano, limpio.

Pedro Sánchez es el que mejor va en general, porque lo ves a él y no a su ropa.

Para el responsable de moda de ICON "objetivamente, para mí, Pedro Sánchez es el que mejor va en general, porque lo ves a él y no a su ropa". Alaba, además, sus "chaquetas con hombro natural, el pantalón sin inquietudes (ni muy ancho ni muy estrecho)... Tal vez el conjunto sea poco carismático, pero en general es correcto (menos esa manía de las corbatas rojas)". Corbatas que, para García, son las estrellas de la campaña: "En el momento que Pablo Iglesias y Echenique han empezado a llevar corbata (desajustada) le han dado un protagonismo inesperado. ¡Y más porque Pedro Sánchez últimamente ha decidido quitársela!"

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Mansilla también cree que el candidato socialista "se mueve bien con la chaqueta, pero se quita la corbata, es un coqueteo. Tiene un síndrome de modernidad: pantalones muy pitillos con hebillas grandes, marcando la seguridad de la tribu".

También cuenta Mansilla que Sánchez se siente cómodo con la cuestión de la moda y también se deja aconsejar: "No tiene problema de guapo, de macho alfa", ríe Mansilla. Él ve que para él es una gran acompañante Meritxell Batet, cree que "juntos transmiten la imagen de 'El partido es nuestro'. Les iría al pelo la etiqueta de bobós, burgueses bohemios. Juegan con el poder pero con cierta distancia, como entrando por una tercera vía".

La diferencia entre las dos campañas en cuanto estilismo es nula, fiel reflejo de las similitudes en las estrategias políticas

Para Mansilla el principal defecto del candidato socialista es que "exagera la teatralidad de la puesta en escena". "Se pasa de moderno con la chaqueta tan entallada: sólo un estilista de moda o un aspirante a actor podría llevarla tan ajustada como él, que no se puede abrochar el botón. Él juega a que la chaqueta es de una talla menos y políticamente te transmite la imagen de que a ver si va a querer ser lo que no es...", opina.

Como explica Sara Hernando, "la diferencia entre las dos campañas en cuanto estilismo es nula, fiel reflejo de las similitudes en las estrategias políticas. Los candidatos prefieren no arriesgar para no perder posibles apoyos y se visten de acuerdo a lo que quieren trasmitir. Desde el traje completo con corbata de Mariano Rajoy a los vaqueros con camisas de cuadros de Pablo Iglesias". Y así todo sigue igual para que todo cambie. ¿O era al revés?

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