Cómo el PP ha pasado de querer un Gobierno ya a desear las terceras elecciones

Cómo el PP ha pasado de querer un Gobierno ya a desear las terceras elecciones

EFE

"Unas terceras elecciones serían una magnífica forma de hacer el ridículo". 14 de agosto de 2016.

“Repetir las elecciones sería una insensatez que nunca olvidaríamos”. 10 de julio de 2016.

"Unas terceras elecciones serían algo disparatado, no ocurre en ningún país de Europa, vamos". 14 de agosto de 2016

No suele ser raro que Rajoy se muestre ambiguo cuando le toca hablar. Son ya famosos (y muchas veces aplaudidos) sus requiebros para salir del paso ante situaciones en las que toca mojarse. Por eso llegó a ser creíble su defensa, en los últimos meses, de que era un disparate obligar a los ciudadanos a acudir a unas terceras elecciones para resolver el embrollo político en el que se encuentra España desde el 21 de diciembre.

Rajoy, sencillamente, quería un Gobierno ya. Por la estabilidad del país, por la credibilidad exterior y porque el PP había sido el partido vencedor. Porque ya estaba bien de mantener a los españoles en una incertidumbre que no merecían. Porque España (la nación más vieja de Europa, como suele decir erróneamente) es un país serio. Y él, el adalid de esa seriedad. Todo lo contrario que el PSOE, el partido de la irresponsabilidad.

El ‘No’ inquebrantable de Sánchez se alzaba como un muro que bloqueaba el camino de Rajoy a La Moncloa. El socialista fue rebautizado como el 'señor no', o 'Mister no', o 'El no, no, no'. Sobre Sánchez en particular, y sobre el PSOE en general, se volvió toda la responsabilidad de la parálisis política en España.

No había grises: las terceras elecciones eran el caos y un Gobierno del PP con el 'sí' o la abstención del PSOE, lo sensato.

LAS COSAS CAMBIAN

Toda la rotundidad desplegada por Rajoy se ha transformado en las últimas semanas en un clamoroso silencio. Diez días después de las elecciones vascas y gallegas, el presidente del Gobierno en funciones no ha hecho el más mínimo movimiento para reunirse con el PNV y negociar un posible pacto de investidura. Ahora parece que no hay tanta prisa.

Por no hacer, no ha hecho el más mínimo comentario sobre la crisis del PSOE. El fin de semana, el argumentario del PP daba la ‘orden’ de que, a cualquier pregunta relacionada con Ferraz, se guardara el más escrupuloso de los silencios.

Rajoy no es hombre de grandes movimientos. Siempre criticó la pomposidad con la que negociaron Ciudadanos y el PSOE la investidura de Pedro Sánchez (los famosos Toros de Guisando) y defendió que él prefería la discreción en caso de negociar sus apoyos. Pero en estas semanas no hay discreción porque, sencillamente, no se ha producido un mínimo acercamiento a los nacionalistas vascos, cuyos cinco escaños podrían ser capitales para formar Gobierno.

Rajoy está dejando achicharrarse a los socialistas, viendo desde la barrera el espectáculo de cuchillos cruzados y dimisiones

No: Rajoy está dejando achicharrarse a los socialistas, viendo desde la barrera el espectáculo de cuchillos cruzados y dimisiones. El único paso que ha dado estos días ha sido el de llamar al presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, para proseguir con el cauce de comunicación que siempre ha habido entre el Ejecutivo y el principal partido de la oposición. Nada más.

El cambio de actitud es claro: al PP le convienen unas terceras elecciones generales. Encuestas, líderes de opinión y analistas políticos coinciden —algo ya de por sí bastante inusual— en que, en caso de que los españoles deban acudir otra vez a las urnas en diciembre, el PP sería el partido más beneficiado.

Una encuesta publicada por ABC este fin de semana —realizada antes de la caída de Pedro Sánchez— daba sentido a este paso del PP a la zona de sombra. Los populares se irían desde los 137 escaños actuales hasta los 159 escaños, mientras que el PSOE se despeñaría de los 85 actuales a los 68. La clave: la suma de PP y Ciudadanos —que perdería siete escaños respecto a los 32 de ahora, serían suficientes como para gobernar en mayoría.

Por eso el silencio del PP. Y por eso, en parte, el debate del PSOE estos días: ¿qué es mejor, susto o muerte? O dicho de otra forma: permitir mediante la abstención un Gobierno de Rajoy siendo 'útiles’ o ir a unas terceras elecciones y que el PSOE no sea un partido imprescindible.

Desde el PP también se ha pisado el freno a los deseos explícitos de formar un Gobierno de coalición con el PSOE. Los populares están aprovechando la debilidad evidente de los socialistas para matizar que compromiso de investidura sí, pero también para aprobar los Presupuestos Generales del Estado y el techo de gasto de las administraciones públicas. Tienen que aceptarse un “mínimo de garantías”, ha señalado el ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz. Un latigazo más a un PSOE desgarrado y descosido.

El argumento desde el PP es sencillo: no basta sólo con una abstención que permita superar la investidura, sino que hay que hablar para explorar un acuerdo que haga posible la gobernabilidad, dado que lo contrario abocaría a corto plazo a unas nuevas elecciones.

El 31 de octubre se agota el plazo. Si ese día no se ha formado Gobierno, los españoles deberán volver a los colegios electorales. Hasta entonces, en el PP se tiene que dejar patente que España necesita Gobierno. Aunque, en realidad, Rajoy tenga la cabeza puesta en diciembre.

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