Por qué llevar la embajada de EEUU a Jerusalén es una decisión peligrosa

Por qué llevar la embajada de EEUU a Jerusalén es una decisión peligrosa

AMIR COHEN / REUTERS

Donald Trump lo prometió en campaña, machaconamente: "Trasladaré la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, la capital eterna del pueblo judío". El pasado domingo, los medios israelíes lo daban por hecho para ya, para mañana mismo, en unos titulares que iban animando la tarde a la espera de que el nuevo presidente de EEUU y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, hablasen por teléfono durante media hora, una charla "muy calurosa", en palabras del líder del Likud.

Pero luego le tocó hablar a la Casa Blanca. Y ya las cosas no estaban tan claras o, al menos, no se aprecia la misma velocidad. Sean Spicer, el secretario de prensa de Trump, dijo que aún están en fases muy iniciales del debate para llevar a cabo ese traslado. Rega, rega, o despacio, despacio, que se diría en hebreo. Spicer confirmó que los dos mandatarios se verán en febrero en Washington, en una fecha aún por concretar, y está claro que el tema estará en el orden del día, pero parece que, ya sentado en el despacho oval, Trump no tiene tanta prisa en cumplir su programa.

Hasta el exportavoz de Exteriores de Israel, Yigal Palmor, ironizaba el Twitter: "Eso realmente significa: No nos llames, ya te llamaremos nosotros".

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Sin embargo, Jason Miller, el portavoz del equipo de transición entre el presidente republicano y su predecesor, el demócrata Barack Obama, da por hecho que el traslado será una realidad, antes o después, a lo largo de esta legislatura. "Es una promesa de campaña que el presidente Trump hizo en numerosas ocasiones y con el que sigue firmemente comprometido", dijo. Al parecer, quien más insiste a Trump en que tome esta decisión es su yerno, Jared Kushner, judío ortodoxo, sionista convencido, cuya familia ha pagado incluso elevadas cantidades de dinero para impulsar asentamientos ilegales en suelo ocupado palestino.

Mañana, en febrero, más adelante... Si Trump da el paso estará echando toneladas de cerillas al fuego siempre vivo de Oriente Medio. "Sería aumentar las llamas en una región explosiva y podría dañar irreversiblemente los intereses nacionales de EEUU", resume Dalia Dassa Kaye, directora del Center for Middle East Public Policy.

Pero ¿por qué es tan peligrosa esta medida? ¿Qué hizo que otros que lo prometieron antes, como George W. Bush y Bill Clinton, luego recularan al llegar a la Casa Blanca?

1.- Porque EEUU ya no podría ser el impulsor de la solución de dos estados, Israel y Palestina: Washington, pese a que sistemáticamente ejerce su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU en favor de Israel, es el país que en las dos últimas décadas ha servido de impulsor, dinamizador y hasta anfitrión de los distintos acuerdos de paz entre israelíes y palestinos. Si decide mover su embajada, tomaría partido por uno de los bandos en litigio -Israel-, sin sombra de duda alguna. Su capacidad de proponer debates y negociaciones se socavaría por su parcialidad, ya no más el "fiel y honesto amigo de todos", como decía el exsecretario de Estado norteamericano, John Kerry.

Actualmente, la capital internacionalmente reconocida de Israel es Tel Aviv, aunque en los años 80 el gobierno local aprobó una norma que dice que su capital "única e indivisible" es Jerusalén, algo no reconocido por el derecho internacional. Los palestinos, por su parte, ansían que el este de Jerusalén, ocupado por Israel desde la Guerra de los Seis Días (1967), sea la capital de su futuro país -hoy Palestina es solamente un estado observador, no miembro, de las Naciones Unidas-. Asumir el punto de vista de Israel es privar a Palestina de su pretendida capital futura, incluyendo además la privación del control de santos lugares como la Explanada de las Mezquitas.

2.- Porque bloquearía el desarrollo de futuros procesos negociadores: Las negociaciones directas entre Israel y Palestina están en punto muerto desde 2014. No obstante, la pasada semana, con el impulso de Francia y el apoyo de más de 70 naciones, tuvo lugar en París una conferencia que trata de revivir el proceso de debate. Si la embajada de EEUU se traslada, se dará un estatus definitivo a Jerusalén como capital judía, cuando en todos los acuerdos de paz previos y en estas mismas negociaciones de París siempre se ha dicho que la división de la ciudad triplemente santa -para la que hay decenas de soluciones sobre la mesa- no se abordará sino en último lugar, dada su sensibilidad. Es decir: si Trump inclina la balanza sobre el último punto de debate, ¿cómo se va a hablar antes de fronteras, seguridad, refugiados, recursos naturales...? Como en las Memorias de Sherlock Holmes, este es el problema final.... pero si el republicano mantiene su actitud podemos estar, de facto, ante la muerte del proceso de diálogo y de los dos estados.

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Benjamín Netanyahu y Mahmud Abbas, con Barack Obama en la Casa Blanca en 2010.

3.- Porque generaría un enorme problema de seguridad en Palestina: "Estaríamos ante un cambio en las reglas del juego. Sería la destrucción del proceso de paz en su conjunto y se llevaría a la región al caos, la anarquía y el extremismo", sostiene Saeb Erekat, quien durante años ha liderado el proceso negociador con Israel por parte de Palestina. Que Trump cumpla su palabra supondría una puñalada en el corazón de los palestinos, por lo que los analistas de la zona entienden que prendería la mecha de más indignación, más humillación, más violencia. El riesgo de disturbios o de una nueva intifada sería alto. Ya habría poco que perder.

El embajador palestino en la ONU, Riad Mansour, ha avisado de que si se lleva a la práctica este "ataque", nadie podrá culpar a su Gobierno de "usar todas las armas que tiene a su alcance en Naciones Unidas y otros organismos internacionales". Tienen un as en la manga: la posibilidad de llevar a Israel ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, un proceso que aún no se ha abierto por expreso ruego de EEUU.

4.- Porque enfadaría notablemente a los vecinos árabes: Los vecinos árabes de Israel verían en el traslado de la embajada una provocación, porque afirmaría las pretensiones de Israel de mantener el status quo sobre Jerusalén, ya ocupada y subyugada a su mandato. EEUU no puede dar una bofetada así a sus aliados en la zona, esenciales para sus misiones internacionales o para sus agencias de inteligencia, como es el caso de Jordania o Egipto. Ambos países tienen acuerdos de paz en vigor con Israel, ambos tienen frontera con territorio palestino y los dos se han implicado en los -infructuosos- procesos negociadores abiertos desde 1991. Son los que más pueden presionar. Así, pueden acabar retirando a sus embajadores como respuesta, frenando la cooperación en seguridad con Israel o guardando sus informaciones sobre yihadistas, suspendiendo temporalmente los tratados de paz (el de Jordania, de 1994; el de Egipto, de 1979)... Y existe un alto riesgo de disturbios en las dos naciones, en solidaridad con los palestinos. El pasado domingo, el presidente palestino Mahmud Abbas y el rey Abdalá de Jordania conversaron y elaboraron, según los medios locales, una lista de medidas que pueden tomar si Trump traslada la embajada finalmente.

Además, Netanyahu lleva meses hablando de un "nuevo horizonte" de relaciones con países del Golfo Pérsico o Turquía, sobre todo porque compartían su oposición a un Irán con derecho a llevar a cabo su programa nuclear. Ese acercamiento entre históricos enemigos quedaría congelado de inmediato si cambia la legación, por cuanto supone de revés para los aliados de siempre, los palestinos. Teherán, por su parte, se vería legitimado en su discurso anti-Israel, que propugna directamente su aniquilación como estado.

5.- Porque alentaría el islamismo: La causa palestina está presente siempre en el mundo árabe. A veces, sus gobiernos sólo la usan de palabra, de forma grandilocuente, con pocos hechos, pero ahí está. Lo malo es que también movimientos integristas, yihadistas, han enarbolado el conflicto palestino-israelí como una de sus razones fundacionales. "Peleamos por liberar Palestina", decía en sus mensajes Osama Bin Laden. Terroristas como los de Al Qaeda sacan a relucir este asunto con frecuencia. Así, un apoyo tan claro de EEUU a Israel serviría para alentar el discurso antiamericano en Oriente Medio y serviría de excusa para posibles ataques futuros, como pasaba, por ejemplo, con la invasión de Irak en 2003.

Justo Washington está ahora sumido en una ofensiva intensa contra el autodenominado Estado Islámico en Mosul y Raqqa, donde un paso así podría cosechar una respuesta importante contra sus tropas. Tampoco es descartable, dicen expertos como Kaye, que aumente el riesgo de ataques en su propio territorio o en el resto de Occidente como respuesta.

También islamista es la milicia chií libanesa de Hezbolá, que podría buscar una represalia contra Israel, atacando desde sus posiciones en el sur de Líbano o en el sur de Siria, hasta donde se han desplazado gran parte de sus efectivos para ayudar al dictador Bachar el Asad en su lucha contra los opositores al régimen. Israel siempre ha denunciado como real la posibilidad de que el partido-milicia tenga más de 100.000 misiles preparados para ser lanzados contra su país.

Como informa la agencia Reuters, parece que Netanyahu y Trump aplazaron este debate hasta que se vean las caras en Washington, el mes que viene. Lo que sí se sabe es que, de apostar por el traslado, tampoco se podrá hacer en pocos días, por lo que supone de logística y seguridad. El nuevo elegido como embajador norteamericano, David Friedman, sí que ha anunciado que va a vivir en Jerusalén -donde ya tiene un apartamento- y no en Tel Aviv. ¿Acabará yendo también a la oficina en la ciudad dorada?

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