Cataluña apuesta por el horario europeo

Cataluña apuesta por el horario europeo

ISTOCK

Hace un par de años, Jordi Formiguera empezó a ir a recoger a sus hijos al colegio. Cambió las horas de gimnasio al mediodía y los “cafés eternos” con los compañeros por una actividad que le hace mucha más ilusión. Formiguera no abandonó su profesión ni nada parecido, simplemente trabaja en una empresa en la que se promovió una adaptación a los horarios europeos y se ofreció flexibilidad horaria a sus empleados.

Formiguera trabaja de insertor laboral en la Fundación Joia, una entidad sin ánimo de lucro que se dedica a encontrar opciones laborales a personas afectadas por trastornos de salud mental. La fundación pasó de conceder entre una y media y dos horas para comer a sus trabajadores a ofrecerles la posibilidad de comer en 30 minutos y salir antes. Anteriormente se entraba a las 8:30, se trabajaba hasta las 13:30 y se paraba para comer hasta las 15 -15:30. Después se trabajaba hasta las 18 o las 18:30. Ahora Formiguera entra a las 8, trabaja hasta las 13, come en media hora y a las 16:30 está de camino al colegio de sus hijos. “Ahora la plantilla está más contenta”, asegura este trabajador. “Se nota mucho, tanto en la productividad como en el ambiente de trabajo”.

En un escenario político totalmente polarizado, sólo una cosa pone de acuerdo a todos los partidos catalanes: la necesidad de cambiar las maratonianas jornadas laborales por unos horarios más compactados. La intención es poder salir antes, darle más flexibilidad a los horarios de entrada y salida en función de cada empleado, avanzar las horas de las comidas y sincronizar el resto de instituciones y actores sociales con este nuevo escenario. La fecha marcada para esta nueva manera de organizarse es el inicio del curso escolar 2018.

Desde hace tres años, una comisión parlamentaria junto a un grupo de expertos estudia la posibilidad de que los catalanes se adapten a un horario europeo. Para ello se puso en marcha un plan piloto en 11 empresas y administraciones públicas -entre ellas, la Fundación Joia- para ver los resultados. Tanto los trabajadores entrevistados como los impulsores de la reforma aseguran que las valoraciones son muy positivas. “Facturamos más, hay mejor clima en la empresa y el absentismo laboral se ha reducido drásticamente”, explica Carles Gala, responsable de comunicación de Vallformosa, una empresa de cava que también participa en el plan piloto.

El cambio que se quiere introducir es ambicioso y va mucho más allá de la flexibilidad horaria. Se pretende avanzar el horario del prime time televisivo de TV3 entre las 20 y las 23 h -ahora es entre 22 y 0h-, avanzar el horario escolar y universitario para salir antes, compactar los horarios de la Administración y adaptar los espectáculos culturales a este nuevo esquema, donde también se pretende que los comercios adapten sus horarios.

UN TEMA DE SALUD MENTAL, FÍSICA Y DEMOCRÁTICA

“Tengo la sensación de que los horarios que tenemos debilitan nuestra democracia”, apunta Fabián Mohedano, diputado de Junts pel Sí (JxS) e impulsor de la reforma horaria. “Con unos horarios más organizados la gente podría participar más a menudo en la vida cívica y comunitaria”. El 50% de los empleados aún está trabajando a las 18 h. A las 19 h, todavía el 30% sigue sin haberse ido a casa. “Con estos horarios, es muy difícil mantenerse en la esfera pública sin acabar muy tarde cada día”, reflexiona Mohedano. “¿Quién se atreve a presentar un libro a las 6 de la tarde cuando sabe que la mitad de los trabajadores aún no se ha ido a casa?’”, se pregunta.

Cuenta Mohedano que fue en Suecia cuando se dio cuenta de que unos horarios más racionales permitían hacer más cosas. “Ahí las tardes entre semana son iguales para todos”, afirma. “A las cuatro de la tarde todo el mundo está libre mientras que aquí algunos han acabado su trabajo y otros empiezan la segunda parte de su jornada”. Según Mohedano, los horarios por los que nos regimos “son de extraterrestres” y no tienen nada que ver con el estilo de vida mediterráneo. “En Italia la gente cena a las 8”, recuerda.

Según la comisión para la reforma horaria, hay diversos indicadores en los que España está por encima de la media y tienen relación con los horarios a los que estamos acostumbrados. Desde esta comisión hablan de trastornos alimenticios -por no desayunar al levantarnos o por irnos a dormir con la barriga llena-, estrés, baja natalidad, accidentalidad laboral, mal ambiente y accidentalidad en los desplazamientos al lugar de trabajo.

Beatriz Castillo, encargada de responsabilidad social de la Fundación Joia, apunta en la misma dirección y señala a las mujeres como una de las principales beneficiadas de la reforma horaria. Según las encuestas que han realizado a los trabajadores, las féminas han sido las que han percibido una mayor mejora en tres aspectos: la gestión eficiente del tiempo, la motivación y la consideración de que su empresa es un sitio recomendable para trabajar.

LOS OBSTÁCULOS

Tanto la patronal como los sindicatos ya han llegado a un pacto para promover esta reforma en el ámbito laboral, pero quedan muchos sectores en los que todavía se debe encontrar un acuerdo. La comisión para la reforma horaria pretende llegar a otros pactos con el sector educativo, universitario y cultural para presentar una propuesta de ley una vez estén todos los sectores alineados.

Las competencias que tiene la Generalitat en cuanto a horarios comerciales, sin embargo, son limitadas. ¿De qué sirve adelantar el prime time de TV3 si el resto de cadenas no lo hace? ¿Tiene sentido compactar el horario laboral si después otra empresa te programa una reunión pasadas las 6 de la tarde? “Si todos nos ponemos de acuerdo no será tan difícil. Si no, no tendrá sentido”, responde Beatriz Castillo, de la Fundación Joia. “Nos encontramos que internamente funcionamos muy bien pero no tanto cuando hay que cuadrar horarios con la Administración u otras empresas”.

Mohedano reconoce que estos aspectos mencionados van a ser los más difíciles de superar, pero lo compara con la implementación del reciclaje en los hogares de todo el país. “A nadie se le ha obligado y la mayoría ya lo hace”, argumenta. A pesar de todos los obstáculos, este diputado tiene claro cuál va a ser la mayor complicación: “Lo más difícil será convencer a los incrédulos de que es posible cambiar a mejor”.