Ilusiones musicales

Ilusiones musicales

Creo que algunas canciones son capaces de evocar en nosotros memorias inexistentes, estados de ánimo que, por mucho que nos empeñemos, no asociaremos con un instante concreto, pero que se desencadenan un torrente de sensaciones, como un déjà vu de recuerdos que no sucedieron ¿O sí?

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Fotografía: Ilusiones musicales, de MAYTE PIERA.

Solo la música y los olores son capaces de crear o recuperar emociones que ni el más elaborado lenguaje puede conseguir. La vida no tiene banda sonora, ni olfato, pero muchos de nuestros recuerdos son películas mentales que se proyectan en nuestro cerebro cuando escuchamos una determinada combinación de notas o olemos un aroma familiar. En una calle suena un piano y te quedas paralizado. A mi, aunque parezca un poco prosaico, también me sucede con los pimientos asados; me quedo quieta si los huelo y me llego a emocionar, me alegran la vida.

Pero sigamos con la música. Científicamente está probado que tanto los recuerdos como las melodías se interconexionan en la corteza prefrontal media de nuestro cerebro. Por cierto, es una de las que más tarde se atrofian en los enfermos de Alzheimer y por eso la música provoca en estos pacientes fuertes respuestas positivas.

Pero yo diría más, porque creo que algunas canciones son capaces de evocar en nosotros memorias inexistentes, estados de ánimo que, por mucho que nos empeñemos, no asociaremos con un instante concreto, pero que se desencadenan un torrente de sensaciones, como un déjà vu de recuerdos que no sucedieron ¿O sí?

Y hay compositores con los que me funciona muy a menudo; Manos Hatzidakis es uno de ellos. Este hombre era capaz de escribir notas ocultas, que cuando aparecen de nuevo te transportaran a un universo paralelo. Como un arpista cuando roza una determinada cuerda y ¡Zas!...todo cambia de color. Hay tantas canciones suyas que me provocan estas cosas, pero voy a poner una que casi tenía olvidada, la llevaba en un casete en el coche hace muchos años, hasta que reventó de darle al Rev. El caso es que este verano la volví a oír en una taberna y me lancé contra la barra:

-La puedes poner otra vez.

Volví varias veces y ya se acostumbraron a poner la canción cuando nos sentábamos a la mesa.

-¿Otra vez?

-Sí, por favor.

Se llama Η μπαλάντα των αισθήσεων και των παραισθήσεων. La balada de las sensaciones y de las ilusiones (o alucinaciones).

La letra no es muy importante para lo que explico, o quizás sí, pero dice algo como esto:

"Como en un viejo cine y como Sherezade

Que habla con los niños

Te oculto la verdad

Y dejo que de mi pecho salgan

Cuentos para aquellos que aman.

Por momentos misteriosos y por destellos mágicos

Por abrazos apasionados y por noches luminosas

Te abrazo en la oscuridad

Te envuelvo en caricias

Ahora estoy desnudo

Me asemejo a un dios

Luminoso y fuerte

Puedes amarme

Puedes iluminarme un momento.

Mi cuerpo es solo un pretexto".

Esta canción, cantada aquí por Vasilis Lekkas, fue también escrita en inglés, con una letra completamente diferente para la película La canción de Martin de J.Crowther (1970).

-¿La puedes poner otra vez?

Pues sí. Pero esta vez una versión de Jazz de Dimitris Kalantzis y el quinteto Athens Camerata; un homenaje a Hatzidakis. Como el mio. A pesar de qué la percusión no está muy acertada.

Καληνύχτα, buenas noches, me voy con mis ensoñaciones a otra parte.

Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora