La ocasión perdida de Sánchez

La ocasión perdida de Sánchez

Si uno está atento a lo que se dice alrededor, la gente destaca la buena planta de Sánchez, sus intentos por formar gobierno, su serenidad, su educación y su inglés, su trato con Ciudadanos. Hasta entiende que no quiera apoyar a Mariano Rajoy. Pero esto no basta para cambiar el voto, aunque debiera bastar.

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Foto: EFE

Bien. Pedro Sánchez tuvo su oportunidad, que le brindó el mismo Mariano Rajoy que, según la leyenda urbana de los mentideros madrileños le pidió a José Manuel Lara, dueño de Planeta, La Razón (sic), La 3 y La Sexta que aireara en su canal progresista a los chicos de Podemos "para descremar un poco" al PSOE. Esto me lo contó a puerta cerrada y bajando la voz uno de los amigos del empresario catalán que lo visitó cuando ya el cáncer le había marcado una fecha de caducidad. La operación, que unos confirman y otros consideran un delirio, o una mera probabilidad, fue como sacar al genio de la lámpara, o como parece que decía gráficamente el presidente Lyndon B. Johnson, "una vez que se saca la pasta de dientes, es imposible volverla a meter en el tubo".

La legislatura ha acabado en nuevas elecciones, como estaba previsto. El dirigente socialista supo aprovechar la ocasión que le brindó el quietismo de un presidente pasmado - alguno dirá que su inacción fue producto de una sabiduría ancestral y del manejo de la astrología- para quitarle a Pablo Manuel Iglesias & Cia. el monopolio de los platós; pero las encuestas no reflejan que la ocasión se torne en un mayor apoyo electoral. El PSOE sigue estable, décimas arriba, décimas abajo; y la ciudadanía tan desorientada como antes sobre su programa concreto sobre los intereses de usura, desahucios, las patas del Estado de bienestar, el abuso de las eléctricas, con el recibo de la energía un 40% superior a Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, competidores directos del made in Spain.

Hoy la política está dominada por la táctica, el regate en corto y el diseño. Mucho diseño.

Hoy la política está dominada por la táctica, el regate en corto y el diseño. Mucho diseño. Políticos y sesudos analistas se ensimisman en el día a día sobre lo que oscilan las encuestas, las consecuencias de tal o cual decisión o gesto, todo vano y vaporoso para ganar un flash, cuando lo único que cuenta, lo único capaz de modificar la tendencia, es tener claro por qué millones de votantes socialistas se han pasado a 'Podemos', a 'Ciudadanos' o a la abstención cabreada. Como decía Einstein, "la formulación correcta de un problema es más importante que su solución". Y la respuesta es elemental: porque, aparte de los pecados propios, han dado la callada como respuesta a una eficiente campaña de intoxicación y propaganda del PP que ha responsabilizado de la crisis a ZP -la manoseada herencia- y, a mayores, al PSOE. Ha ocultado la propia responsabilidad del PP, desde el Gobierno de Aznar, que tanto luchó por el Estado mínimo que lo dejó indefenso ante el ataque de los virus; un partido que fue culpable -consta en las actas del Congreso- de la preparación de la burbuja inmobiliaria, y tantas cosas más, como el calculado desmontaje de lo público (Sanidad, Pensiones y Educación incluidas), el incremento insensato de la deuda, la multiplicación de contratos basura que no bastan para salir de pobres, ni para mover la rueda del consumo... Este ha sido un terreno que no ha interesado ni a Sánchez ni a sus estrategas de salón. Un comportamiento que es como jugar al fútbol con un futbolín. Frente al doctancredismo de derechas, dontancredismo de izquierdas, pero menos profesional.

Por lo tanto, los ciudadanos no tienen motivos de peso para cambiar el sentido del voto del 20D pasado el próximo 26 de junio. Al menos, en una número suficiente. No hay conversación en el metro, tertulia de jubilados, comida de trabajo, comentario en una barra, donde no se apruebe por asentimiento que las cosas son así. Solo cuando alguien interviene tímidamente -porque los propagandistas del PP y de Podemos son como son- y recuerda quién creó los subsidios no contributivos, quién impulsó el Pacto de Toledo sobre las pensiones, quién unió la España rica del norte con la España pobre del sur con el AVE, quién 'civilizó' al Ejército después del 23-F, dándoles Europa por un tubo, quién acosó a ETA y acabó con sus asesinatos, quien estableció la sanidad universal y gratuita, y multiplicó los colegios, institutos y universidades, quién le dio imagen a la España moderna con las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, quién inició las Cumbres Iberoamericanas, quién creó la Fiscalía Anticorrupción y la Agencia Tributaria.... Solo cuando alguien pone tímidamente sobre la mesa estas cuestiones, la ciclogénesis explosiva se convierte en brisa de mar.

Por ahora, si uno está atento a lo que se dice alrededor, la gente destaca la buena planta de Sánchez, sus intentos por formar gobierno, su serenidad, su educación y su inglés, su trato con Ciudadanos. Hasta entiende que no quiera apoyar a Mariano Rajoy, porque, quiéralo o no el PP, al menos a su presidente, y a la vieja guardia les toca inevitablemente un tiempo de penitencia por la corrupción organizada y el desdén... Pero esto no basta para cambiar el voto, aunque debiera bastar.

El otro día la estampa de un mendigo en la esquina del Paseo del Prado con Atocha -que se prestó amablemente a la foto- me sugirió una caricatura de lo que ocurre, con mensaje y parecidos de libre elección. Sustituyan 'Ferrari' por X.

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.