La infinita paciencia del Sísifo español

La infinita paciencia del Sísifo español

La primera pregunta que deberá responder el próximo Gobierno español no es solo cuántas escuelas de educación especial construirá o cuántos nuevos hospitales públicos abrirá, sino sobre todo, de dónde va a recortar los 10.000 millones de euros que Bruselas ha comunicado que España debe retirar de su gasto público social.

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Hace unos meses, preguntaba a Pedro Sánchez en estas mismas páginas si cualquier medida social o económica que intentase emprender o siquiera incluir en sus Programas o Acuerdos presentes o futuros no estarían condicionados por la reforma efectuada el 23 de agosto de 2011 del artículo 135 de la Constitución española y su principio de estabilidad presupuestaria, según el cual los gastos (incluidos los sociales) no pueden superar a los ingresos ni el déficit puede superar "los márgenes establecidos por la Unión Europea para sus Estados Miembros". Por el contrario, hasta tal punto debe primar el pago de la deuda pública por parte del Estado sobre las inversiones destinadas a paliar las necesidades socio-económicas del pueblo, que, de hecho, será muy difícil corregir el enorme retraso de gasto público social que tiene el país (el más bajo de la UE-15, junto con Portugal).

La pregunta formulada a Pedro Sánchez ha recibido respuesta diaria mediante sus comparecencias, ruedas de prensa y los documentos elaborados por su Partido, que han culminado en un ratoncillo parido por un Acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso, en comandita con Ciudadanos, de 66 páginas. Volviendo al citado articulo 135 de la Constitución, el PSOE, Ciudadanos, Podemos (Iglesias se limita a declarar que solicitará de Bruselas una ralentización de la disminución del déficit acordado, como ya se ha hecho en los casos de Francia y Alemania) o cualquier otro partido político pueden prometer el oro y el moro en educación, sanidad, pensiones, dependencia, vivienda, banca pública, etc., pero el artículo 135 actúa como la garrapata: puede esperar semanas o meses, pero a la primera ocasión se agarra al huésped vivo y aumenta de tamaño entre 200 y 600 veces, según sea la cantidad de sangre que pueda chupar.

No obstante, aún hay quienes insisten en que, si llegan a gobernar, revisarán el artículo 135, si bien no especifican en que consistiría ni cuándo se efectuaría al revisión (el Acuerdo entre C's y PSOE incluye su "voluntad" de hacerlo cuando "en su día se aborde" sus reformas constitucionales. VII, 3). Lo que unos y otros parecen olvidar o no quieren decir es que existe el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, conocido también como Pacto Fiscal Europeo, para muchos especialistas en Derecho Internacional de mayor rango que la propia Constitución de cada país, firmado por 25 Estados miembros de la UE en marzo de 2012 y publicado en el BOE el 2 de febrero de 2013, que ratifica y apuntala la reforma del artículo 135 de la Constitución española y su principio de estabilidad presupuestaria.

El Sísifo español está condenado de por vida a subir las toneladas muertas del Euro por una empinada ladera hasta la cumbre de una alta montaña.

Así las cosas, la primera pregunta que deberá responder el próximo Gobierno español no es solo cuántas escuelas de educación especial construirá o cuántos nuevos hospitales públicos abrirá, sino sobre todo, de dónde va a recortar los 10.000 millones de euros que Bruselas ha comunicado que España debe retirar de su gasto público social.

Puede parecer de perlas hablar de Acuerdos de investidura o legislatura, escribir centenares de páginas con reformas constitucionales de segundo orden, propuestas para formar un posible Gobierno, pretender espantar la corrupción mediante Libros Blancos de mágicas transparencias, transformar los tipos de contrato laboral de uno en tres o en quince, eliminar instituciones caducas (salvo las más caducas de todas, el Senado o la Jefatura del Estado, que ni se tocan), etc., pero el hecho es que estamos atrapados por las Leyes, Tratados y Acuerdos firmados por nuestros gobernantes, obedientes gestores de los dictados de Bruselas, Frankfurt y la nube financiera que todo lo ve y todo lo manipula, y desde la que los especuladores han permitido que en su vocabulario tenga ya cabida la palabra "infinito".

Las promesas socioeconómicas de nuestros partidos políticos se asemejan cada vez más a las ganancias económicas obtenidas una tarde jugando al Monopoly. Estamos agarrados del cuello con la gruesa soga del actual artículo 135 de la Constitución. Estamos atados de pies y manos por el Pacto Fiscal Europeo. Estamos sin nada que llevarnos a la boca porque hemos comprado por menos dinero del que corresponde al premio un supuesto billete de lotería premiado, llamado euro. Frotándonos las manos aún por el magnífico negocio, hemos ido a cobrarlo y hemos conocido que el billete es falso. Llevamos mucho tiempo ya en el fondo del mar, con esa enorme moneda atada a los pies. Y al que proteste se le habla de Grecia y se le calla la boca.

El Sísifo español está condenado de por vida a subir las toneladas muertas del Euro por una empinada ladera hasta la cumbre de una alta montaña, a sabiendas de que una y otra vez el Euro lo arrollará antes de llegar a la cima y rodará y rodará hasta el valle, donde el Sísifo español volverá a cargar con él e intentará seguir sobreviviendo aun de tan penosa guisa y con tan desventurado destino.