Descubrir el Mediterráneo

Descubrir el Mediterráneo

Para mí el estilo de vida mediterráneo parte del principio, no enunciado pero ejemplarizado durante milenios, de sostenibilidad, de la necesidad de disfrutar de lo que la vida ofrece de una manera pausada, comedida y compartida, para conseguir un estilo de vida perdurable.

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Hace unos días se inauguró en el espacio Cosmo Caixa, de la Obra Social La Caixa, en Barcelona, la exposición Mediterráneo: Nuestro mar, como nunca lo habías visto, en cuyo diseño participé como director científico, junto con un magnífico equipo de grandes profesionales que garantizan la calidad de las exposiciones de Cosmo Caixa.

Se trata de una exposición concebida y diseñada enteramente para este espacio cuyo sentido es provocar la reflexión, desde una base de conocimiento científico, sobre nuestra relación con el Mar Mediterráneo, el significado del modo de vida Mediterráneo, y los retos a la sostenibilidad de esta relación.

Participar en el diseño de esta exposición fue para mí un reto desde el principio, porque se trataba nada más que de descubrir el Mediterráneo, expresión que en Cataluña se usa para referirse a presentar lo evidente como si se tratase de un hallazgo. Y es que ciertamente no era fácil invitar al público a descubrir el Mediterráneo sin caer en la necedad.

Por ello, desde el principio nuestro planteamiento fue participativo, pues el público que acude a la exposición está tan cualificado para opinar sobre cuál es la esencia del modo de vida mediterráneo como cualquiera de los expertos que participamos en su diseño. Así, el planteamiento no podía ser otro que proponer una base científica objetiva de realidades sobre el Mar Mediterráneo y su convulsa historia para invitar, desde esta base, a la reflexión conjunta sobre en qué consiste la esencia de lo Mediterráneo.

Las reseñas aparecidas en medios de comunicación han destacado el carácter participativo de la exposición, en la que los visitantes contribuyen con sus opiniones, formuladas a lo largo de la exposición, a conformar una visión coral y diversa de en qué consiste la esencia de lo Mediterráneo y cuales son los desafíos futuros, que queda reflejada en la gran nube de palabras situada a la salida de la exposición y que se actualiza y enriquece con las opiniones de los visitantes. Estas nubes de palabras, que se reproducen aquí (con los contenidos tras una semana de la inauguración de la exposición) muestran que dos terceras partes de las respuestas a la pregunta "¿qué representa el Mediterráneo para ti?", son términos que sugieren disfrute, como vida, vacaciones o playa, mientras que una tercera parte de las respuesta apunta a preocupación por problemas como la basura o la sobrepesca. Aunque espero que la nube de palabras crezca hasta alcanzar cientos de miles, las opiniones hasta la fecha muestran un cambio de respuestas, con un numero importante de visitantes destacando la vulnerabilidad del Mediterráneo tras visitar la exposición.

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Como no tendré posibilidad de contribuir a esa nube de palabras hasta que regrese a España en abril, aprovecho este post para aportar desde esta columna mi punto de visa.

Básicamente, mi propia opinión es que la esencia del Mediterráneo se encuentra en una relación hospitalaria entre las personas, individual y colectivamente, y su entorno, favorecida por un clima y un océano generalmente amables, libres de peligros y monstruos. Las columnas de Hércules fijaban los límites de este mundo amable más allá del cual no había nada, "Non plus ultra", columnas y lema que se recogen en el escudo de la bandera española. Siglos más tarde los mapas aún dibujaban serpientes y dragones mas allá de Gibraltar con el lema "Hic Sunt Dracones" (aquí hay dragones). Ciertamente el Mediterráneo ofrecía un mundo amable en el cual refugiarse de serpientes y dragones que campeaban por el resto del océano.

El Mediterráneo, ese mar situado entre tierras, ha sido siempre un lugar de encuentro entre sociedades, arrancando con el encuentro, hace unos 35.000 años en los márgenes del Estrecho de Gibraltar, entre los Neardertales, europeos antiguos, y los llamados humanos modernos, provenientes del sur de África, encuentro del que han quedado huellas, cada vez más claras, en nuestro genoma. Cuna de culturas, filosofías y religiones que determinan aun la naturaleza, valores, normas y también los conflictos del mundo occidental, el Mediterráneo es un paraíso tallado a través del comercio, pues elementos tan significativos de su paisaje humano como el olivo, la vid, los naranjos, las ovejas y las gallinas fueron introducidas desde Oriente a través del comercio. La diversidad del Mediterráneo reflejada en su dieta, que fundamenta la longevidad y salud de sus pueblos, es fruto de un paisaje construido durante milenios a través del comercio.

Para mí el estilo de vida mediterráneo parte del principio, no enunciado pero ejemplarizado durante milenios, de sostenibilidad, de la necesidad de disfrutar de lo que la vida ofrece de una manera pausada, comedida y compartida, para conseguir un estilo de vida perdurable. Quizás no sea casualidad que el ecosistema emblemático del litoral Mediterráneo sean las praderas sumergidas de Posidonia oceánica, la planta superior de crecimiento más lento (1 cm al año) y más longeva (cepas datadas en mas de 40.000 años) de la Biosfera. ¿Dónde, si no es en el Mediterráneo, se podría encontrar esta combinación de vida lenta pero extendida en el tiempo?

La sostenibilidad en un tiempo dominado por el exceso y la voracidad por el consumo de los recursos naturales sigue siendo el reto fundamental del Mediterráneo actual. En el siglo XXI este reto se aborda a través de la ciencia, pero aún puede encontrar respuesta en la consideración de la vida pausada, amable y sin estridencias en los pueblos de las islas mediterráneas. Paraísos bajo riesgo de ser devorados por el turismo y sus excesos enloquecidos epitomizados por la noche Ibizenca, el ladrillazo y el pelotazo, todos ellos agresiones al principio de sostenibilidad.

No puedo evitar concluir esta columna con la reflexión de que la crisis europea actual supone una colisión, de nuevo, entre culturas, un choque de civilizaciones con valores incompatibles. Un nuevo final del imperio romano asaltado por las tribus bárbaras del Norte para imponer su austeridad calvinista sobre una Europa mediterránea debilitada por los excesos del ladrillazo y el pelotazo; bajo los dictados en países como España o Italia de figuras afianzadas en sus centros de poder del talante excesivo y predador de Nerón y que, como este emperador tocaban el arpa mientras a sus pies ardía el Mediterráneo.

Pies de Imágenes: Mapa del Mediterraneo con los terminos mas votados en relacion a los pensamientos que suscita el concepto de Mediterraneo a la entrada y la salida de la exposición. Fotos: Cosmo Caixa.