Vidas Marcianas: No hay plan(eta) B

Vidas Marcianas: No hay plan(eta) B

La exploración del océano sigue siendo una asignatura pendiente que rivaliza con la exploración espacial en cuanto a los desafíos tecnológicos necesarios, pero que recibe una mínima fracción de la financiación que recibe la exploración espacial. ¿Buscar en planetas lejanos lo que aún no hemos encontrado, a pesar de la certeza de encontrarlo, en el nuestro? Es, cuando menos, paradójico.

"Una misión financiada por la NASA descubre vida microbiana, Pyroccocus furiosus, capaz de utilizar tungesteno en sus procesos metabólicos, bajo condiciones extremas de más de 100 ºC de temperatura, 500 atmósferas de presión y oscuridad total".

Este titular no acompaña a los que ayer ocuparon las portadas de todos los medios, que muestran las primeras fotos recibidas desde el robot Curiosity de la NASA que el día 6 de Agosto aterrizó sobre el cráter Gale de Marte con la misión de comprobar sus condiciones para la vida. Curiosity porta, además, una estación meterológica española en cuyo diseño han participado compañeros del CSIC.

Parece, por lo que nos dicen los titulares, que la sonda Curiosity ha relanzado la expectación y entusiasmo por la exploración espacial.

El titular con el que abro este post se refiere a un descubrimiento en el año 2002 mucho más cerca de casa, en los fondos marinos volcánicos de la Isla de Vulcano en Italia. El vínculo está en que ambas misiones son parte del programa de astrobiología de la NASA, que no solo se ocupa de explorar planetas lejanos en busca de vida, sino que también busca símiles a lo que allá se pueda encontrar en ambientes extremos poco explorados, como los de los fondos marinos.

España, no solo la NASA, también explora los fondos marinos. De hecho ese lema, "España Explora", preside el pabellón de España en la Expo Internacional de Yeotsu, Korea, dedicado a los océanos y las costas. Por este pabellón han pasado ya más de 600.000 personas, y es con diferencia el pabellón con más éxito de la Expo de Yeotsu. ¿Qué es lo que tiene "España Explora" para atraer a tanto público?

No, esta vez no hay Miguelín, el bebé gigantesco que causó sensación en la Expo de Shangai y cuya relación con nuestro país sigue siendo un misterio. Esta vez nuestro pabellón en la Expo contiene un resumen del papel de España en la exploración de nuestro propio planeta, más concretamente de nuestro océano. Un recorrido desde las primeras navegaciones oceánicas y de circunnavegación de Colón y Magallanes hasta la Expedición Malaspina 2010, la expedición científica que circunnavegó los océanos entre 2010 y 2011 para explorar la biodiversidad de los océanos, y que ocupa un papel central en el pabellón.

La exploración del océano sigue siendo una asignatura pendiente que rivaliza con la exploración espacial en cuanto a los desafíos tecnológicos necesarios, pero que recibe una mínima fracción de la financiación que recibe la exploración espacial. Resulta paradójico que la Astrobiología haya de contribuir a la exploración de la vida en nuestro propio plantea, no ya por curiosidad de saber qué tenemos aquí y qué aplicaciones puede tener la maquinaria celular de nuestros organismos en la era de la biotecnología, sino por el afán de buscar símiles para la búsqueda de vida en planetas lejanos.

¿Buscar en planetas lejanos lo que aún no hemos encontrado, a pesar de la certeza de encontrarlo, en el nuestro? Es, cuando menos, paradójico.

¿Por qué nos resultan más valiosas y atractivas las vidas marcianas que las terrestres? ¿Por qué destinar a la búsqueda esas vidas hipotéticas más recursos que los que dedicamos a evitar las extinciones de especies en el nuestro? Al ritmo actual de descubrimiento de nuevas especies en el océano, cerca de 2.000 por año, tardaremos entre 600 y 1.000 años en tener un inventario completo de la vida en nuestro océano. ¿Es esto razonable?

En realidad la misión de Curiosity no es tanto la búsqueda de vida en Marte, que si la hubo posiblemente fue pasada, sino la exploración de condiciones adecuadas para la vida en Marte.

Parte de la motivación para la búsqueda de planetas con condiciones compatibles con la vida se encuentra en el problema de la superpoblación humana y el agotamiento de los recursos clave y las consecuencias que el uso excesivo de recursos por la humanidad tiene sobre el funcionamiento del Sistema Tierra (Bainbridge 2009). No es algo nuevo, hace más de 40 años que sabemos que apuramos los límites del crecimiento (Meadows et al. 1972).

Propongo que la solución a cómo alimentar y ofrecer condiciones de vida aceptables a los más de 9.000 millones de personas que habitarán el planeta en el año 2050, una población que se considera como el límite que puede soportar el planeta Tierra (Cohen 1995), se busque en el planeta Tierra y no en Marte, lunas de Júpiter o exoplanetas lejanos.

En lugar de buscar un plan(eta) B en el espacio, sugiero que debemos de iniciar una expedición de astrobiología hipotética a nuestro propio planeta, aplicando la misma "Curiosity" que aplicamos a la investigación de terceros planetas.

Encontraremos una canica de color azul, derivada de la abundancia de agua que cubre el 72% de su superficie y que la hace única entre los más de 500 exoplanetas conocidos.

Si fuéramos investigadores extraterrestres en astrobiología en búsqueda de exoplanetas para seguir adelante con nuestras vidas, no seguiríamos buscando. El planeta Tierra es el candidato perfecto.

Posiblemente al colonizar el planeta Tierra no insistiríamos, como lo hemos hecho hasta ahora, en usar el agua en las partes secas de nuestro planeta, los continentes, donde el agua es escasa, sino que buscaríamos la forma de extraer el agua, alimentos, y energía directamente de los océanos.

Las estimaciones del potencial de los océanos para proporcionar estos recursos críticos indican que está muy por encima de los requeridos para satisfacer las condiciones de vida de 9.000 millones de personas (Duarte et al. 2009). El reto, y no es difícil, es hacerlo de forma sostenible.

Por lo tanto, disponemos ya de nuestro Plan(eta) B, y este se llama el Océano. El océano tiene, además, la capacidad de aportar de manera segura y sostenible los recursos con los cuales hacer frente a los grandes retos de la humanidad.

¿Cómo conseguir fascinar a la humanidad con la exploración de la vida en nuestro propio océano de forma que podamos aplicar a esta tarea recursos comparables a los que dedicamos a la exploración de vidas marcianas?

Yo aún no lo he averiguado, pero sé que muchos de los que leen este post lo hacen junto al mar, a donde vamos cada vez que tenemos algo de tiempo libre, porque el océano nos fascina, siempre lo ha hecho.

Referencias

Bainbridge, W.S. 2009. Motivations for space exploration. Futures 41: 514-522

Cohen J.E. 1995. How many people can the earth support? WW Norton & Company

Duarte, C.M., M. Holmer, Y. Olsen, D. Soto, N. Marbà, J. Guiu, K. Black and I. Karakassis. 2009. Will the Oceans Help Feed Humanity? BioScience 59: 967-976.

Meadows, D.H., D.L. Meadows,J. Randers and W.W. Behrens III. 1972. The limits to growth. Universe Books.

Nota: Este texto ha sido modificado para cambiar las referencias en español, como estaban, a su versión original.