¿Otras 'notas' en los exámenes? Sí, es posible

¿Otras 'notas' en los exámenes? Sí, es posible

A punto de finalizar el primer trimestre escolar, llega la hora de las "notas". Los docentes estamos obligados a evaluar. ¿Qué nos puede indicar que un niño saque un 6 en un examen? Ha superado el listón. Y además a una altura media en referencia a sus compañeros. Yo a mis exámenes les pongo "notas", en su acepción de observación manuscrita.

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En tiempos de evaluar, medir, cuantificar, estandarizar u homogeneizar todo, se abre la necesidad de proponer otro modo de actuar. En el caso de la Educación Primaria, tratamos con niños, personas. Usar la misma vara para medir personas tan diferentes y complejas, no puede convertirse en lo máximo a lo que ha sido capaz el ser humano.

El problema de estandarizar

Entrar en el tema sobre el uso de los exámenes en educación, alargaría en exceso el debate en cuestión. Se resumiría en que podríamos emplear los exámenes ocasionalmente. Y en Primaria raramente. Deberían ser tan solo una nota más. Por eso, deberíamos restarles importancia. Considerar el proceso antes que el producto. ¿Os ha pasado eso de vomitar en un examen lo memorizado y después olvidarlo?

Los exámenes son una herramienta que estandariza. Colocamos el mismo listón y quien no lo supere, para atrás. Puede entenderse que eso pase en una cadena de montaje de una fábrica. El producto que no pase los requisitos, no sale al mercado. Sin embargo, se trata de una perspectiva reduccionista que no contempla la complejidad humana. Aprendemos diferente. Pensamos diferente. Actuamos diferente. Somos diferentes. Estandarizar supone así, el gran obstáculo para la diversidad de pensamiento, creatividad, ingenio e inteligencia.

Las "notas"

Los niños son personas. Gran descubrimiento. Las personas no son números. ¿Qué nos puede indicar que un niño saque un 6 en un examen? Ha superado el listón. Y además a una altura media en referencia a sus compañeros. Nada más. Nadie sabe si es creativo. Si pasó una mala noche el día anterior. Si no ha entendido la información. Si le gusta la asignatura. Si trabaja bien en equipo. Si posee valores. Si está interesado en saber más. Si simplemente ha memorizado. Si su baja autoestima le impide mejorar. Etcétera.

Cierto es que los docentes estamos obligados a evaluar. A poner un número. Por eso, propongo una humilde solución para lidiar con esta obsesión estandarizadora.

Mis exámenes, considerados herramientas de evaluación de una pequeñísima parte del proceso de aprendizaje, tienen "notas". Sí. "Notas" en su acepción de observación manuscrita. Escribo notas a los alumnos en post-it adornados con sellos o estampitas. Nada de números. Adiós calificaciones. Fuera listones.

Las notas se enriquecen con un fuerte sustrato de individualización, una cucharada de motivación y una pizca de ánimo para seguir mejorando.

Algunos ejemplos

"Enhorabuena, veo que te estás esforzando mucho. ¡Sigue así"; "Creo que tú puedes hacerlo mucho mejor. Confía en mí. ¡Ánimo!"; "¡Estupendo! Ni yo lo podía haber hecho mejor. Felicidades"; "Espero más de ti. Dedica un poco más de tiempo en casa y escucha en clase."; "¡Qué respuestas tan creativas! Continúa así."; "Veo que has estudiado mucho y te esfuerzas. Además, ¡ya no cometes tantas faltas!"; "Excelente, ¡Estás en racha!"; "Me gusta mucho tu participación y actitud en clase. Pronto lo harás perfecto".

Estos son algunos ejemplos de notas. ¿Utópico? ¿Innecesario? ¿Inútil? ¿Intrépido? Mirad las ventajas.

Unas notas de diez

1) Atienden la diversidad. Personalizan la educación. Tienen en cuenta las condiciones de cada persona. Su potencial.

2) Eliminan la competencia. A pesar de que a los alumnos les costó el cambio al principio, ya no tratan de superarse unos a otros. No compiten. Se superan a sí mismos.

3) Como consecuencia de la anterior, propician un ambiente cooperativo y una fuerte cohesión de grupo, que permiten un aprendizaje eficaz y enriquecedor. Sin dejar a nadie atrás.

4) Consideran el aspecto emocional. Incrementan la autoestima. Si a los adultos nos encanta que nos digan cosas buenas, imaginad a los niños.

5) Reducen la ansiedad ante las pruebas. Favorecen una actitud positiva.

6) Aumentan la motivación hasta niveles insospechados. Y, sobre todo, evitan la desmotivación. Si un niño de escasa capacidad académica, desmotivado y con problemas familiares, obtiene un 3, difícil va a ser que progrese.

7) Permiten al docente reflexionar de manera más profunda sobre el progreso de cada alumno.

8) Fortalecen la relación afectiva docente-discente. Un niño aprende más y mejor si respeta y aprecia a su profesor.

9) Focalizan la atención en el aprendizaje. En el contenido. En el proceso (formativo). Dejan a un lado la calificación. El producto final (informativo).

10) Felicidad. He visto sus sonrisas. Sus miradas. Su actitud de "voy a hacerlo". "Puedo hacerlo". Y eso sí que es incalculable.