Del depósito al fondo y... ¡zas!

Del depósito al fondo y... ¡zas!

Los mercados financieros han entrado en una fase de pánico, caracterizada por intensas caídas en la renta variable. Pero hay más noticias negativas: no está funcionando el tradicional efecto diversificación, según el cual cuando se pierde dinero en bolsa, se gana en renta fija.

Los mercados financieros han entrado en una fase de pánico, caracterizada por intensas caídas en la renta variable. Pero hay más noticias negativas: no está funcionando el tradicional efecto diversificación, según el cual cuando se pierde dinero en bolsa, se gana en renta fija. Los niveles excesivamente reducidos de tipos de interés en la mayoría de los emisores de deuda pública (en muchos casos, negativos) no permiten que las pérdidas en las acciones se compensen, siquiera mínimamente, con la renta fija. Y todo ello ocurre en un contexto en el que, en los últimos meses, ha debutado un importante número de ahorradores en los fondos de inversión (en concreto, mixtos). Tipos de interés de los depósitos en mínimos, unas favorables perspectivas para la economía mundial y buenas rentabilidades pasadas hacían recomendable traspasar el dinero desde los depósitos y los fondos monetarios a fondos con más o menos exposición a renta variable (entre el 10% y el 60%).

No podemos culpar a las entidades financieras o a los asesores de hacer recomendaciones sesgadas o interesadas. El fallo ha podido estar en no anticipar el cúmulo de acontecimientos negativos desde mediados de abril. En primer lugar, las primeras advertencias de la Reserva Federal de EEUU de una subida de tipos de interés (no decidida hasta diciembre). En segundo, en junio, el riesgo de salida de Grecia del Área euro. Tregua temporal hasta agosto, cuando la devaluación del yuan activó las alarmas sobre la salud de la economía china. El escándalo de Volkswagen y los mínimos en el precio de las materias primas fueron factores adicionales que incrementaron la volatilidad de los mercados en otoño y que llevaron a los inversores más avezados, o más prudentes, a optar por ir reduciendo el riesgo en sus carteras.

Las dudas sobre la rentabilidad futura de la banca europea y las valoraciones alcanzadas por las compañías tecnológicas en EEUU han sido otro detonante, ya en el inicio de 2016, para que una parte importante de los inversores hayan optado por reducir significativamente el riesgo. Y es que las pérdidas acumuladas desde primavera de 2015 han superado los umbrales prefijados. Y se ha activado la disciplina operativa: se vende porque se ha consumido el presupuesto de riesgo y no se está dispuesto a perder más. Se vende porque se ha excedido el "umbral de insomnio". La virulencia de las caídas se debe a una salida en tromba de los inversores, y no tanto a que existan evidencias de que estamos a las puertas de una recesión económica mundial. El problema es que se produzca lo que se denomina una "profecía autocumplida", esto es, que el hundimiento de los mercados financieros derive en un deterioro de la confianza del consumidor y del clima empresarial, provocando el aplazamiento de las decisiones de consumo e inversión y, por lo tanto, una crisis económica. Si este fuera el caso, es obvio que existiría margen de cesión adicional en los activos financieros, tanto en renta variable como en renta fija corporativa. Menos margen de cesión debe de quedar en otros que ya purgaron con intensidad meses atrás como las divisas de los países emergentes o las materias primas.

Decía antes que no se puede culpar a entidades financieras ni a asesores de recomendar invertir en fondos mixtos. Eran, y siguen siendo, la mejor manera de invertir en los mercados financieros. El fallo ha podido ser no "perfilar correctamente", esto es, recomendar al cliente un fondo con un riesgo superior al que le correspondía. El otro error pudo ser no explicar bien en qué consiste un fondo de inversión... ¡y los propios mercados financieros! Es tiempo de enmendar este error. Comunicar, dar explicaciones, hacer pedagogía. Sería una pena que, por un episodio adverso como este, la opinión sobre los fondos de inversión mixtos saliera deteriorada. Una pena para la futura gestión del ahorro financiero de las familias y un paso atrás en la necesaria transformación de la intermediación financiera entre el ahorro y las necesidades de financiación, que debe canalizarse, cada vez menos, a través de los bancos y, cada vez más, de los mercados financieros.