Por el asilo europeo

Por el asilo europeo

España es también un país en el que el derecho de asilo fue vital para la supervivencia de los heterodoxos que tenían que huir de aquí. En la Transición, ese pasado fue correspondido con una actitud abierta hacia los latinoamericanos que huían de las dictaduras. Sin embargo, el Gobierno actual mantiene una política absolutamente restrictiva en relación con el derecho de asilo.

VASSIL DONEV

La incesante avalancha de seres humanos que buscan desesperadamente un futuro en la Unión Europea nos plantea un desafío al que debemos responder conjuntamente de acuerdo con nuestros valores. Dramático contraste entre los se juegan la vida por entrar frente a la explotación populista del rechazo al diferente y al lamento por lo mal que funciona Europa.

Cierto, la crisis no es solo europea. Antonio Guterres, comisario de las Naciones Unidas para los refugiados y expresidente del Consejo Europeo, sitúa la crisis en un contexto global de desorden: "Cuando las relaciones de poder no son claras, la impunidad y la imprevisibilidad tienden a prosperar; esa es la realidad que hay tras los altos niveles de desplazamientos que se están produciendo en el mundo". Si se añade que hay ya tantos teléfonos móviles como personas en la tierra, la mayoría con GPS incorporado, se comprende el estallido de las fronteras.

La UE es un imán de atracción en nuestro entorno más cercano, por sus dos principales logros: la paz y un Estado del bienestar que, a pesar de los pesares, es un paraíso para los vecinos inmediatos del Mediterráneo y el Este. Unos, como refugiados políticos, y otros, como emigrantes económicos. La única respuesta digna es desarrollar una política de asilo e inmigración europea coherente con los valores de solidaridad y humanidad que proclamamos, capaz de responder a la emergencia actual con perspectiva de futuro, porque el problema no es coyuntural. La inestabilidad y las guerras en nuestro entorno no se van a acabar mañana, las diferencias de renta son abismales y la Europa demográficamente otoñal necesita sangre joven.

La inestabilidad y las guerras en nuestro entorno no se van a acabar mañana, las diferencias de renta son abismales y la Europa demográficamente otoñal necesita sangre joven.

Italia y Grecia, los dos Estados más directamente afectados, están actuando de modo ejemplar. Por su parte, la Comisión Juncker reaccionó en mayo con la propuesta de una agenda europea de migración: un paquete de medidas inmediatas basadas en la solidaridad por obligación de salvar vidas y asegurar las fronteras exteriores, con un mecanismo de emergencia temporal de distribución de refugiados ante la que los Estados miembros han debido tomar posición. La mayoría lo está haciendo de modo cicatero a pesar de su insuficiencia. Además, hay que desmantelar las redes de traficantes y desarrollar una política de inmigración legal por razones económicas con los países emisor.

Es significativo que la mayoría de los solicitantes de asilo quiera ir a los países nórdicos o a Alemania. No por efecto llamada, sino porque son países que en este campo son más abiertos, con una proporción e de acogida en relación con su población ocho veces mayor que la media de la UE en el caso de Suecia, tres en Alemania, frente al 0,9 de España. El Gobierno alemán acaba de renunciar al Reglamento de Dublín, que impone que el refugiado se quede en el Estado miembro en el que registra su solicitud. El asilo tiene un valor constitucional en un país en el que muchos salvaron la vida gracias al derecho de asilo, entre ellos los judíos centroeuropeos que hicieron grande Hollywood.

Es significativo que la mayoría de los solicitantes de asilo quiera ir a los países nórdicos o a Alemania. No por efecto llamada, sino porque son países que en este campo son más abiertos.

España es también un país en el que el derecho de asilo fue vital para la supervivencia de los heterodoxos que tenían que huir de aquí. En la Transición, ese pasado fue correspondido con una actitud abierta hacia los latinoamericanos que huían de las dictaduras. Sin embargo, el Gobierno actual mantiene una política absolutamente restrictiva en relación con el derecho de asilo. Ha rebajado la cuota de emergencia propuesta por la Comisión y mantiene una postura negativa. Frente a ello, iniciativas municipales que se extienden muestran una sensibilidad de la sociedad en un país que en la primera década de este siglo acogió sin tensiones xenófobas a cerca de cuatro millones de inmigrantes extracomunitarios y desarrolló políticas pioneras de relación con países emisores, sobre todo africanos occidentales. Es hora de reanudar con políticas solidarias.