Acuerdo entre Trump, Israel y Emiratos Árabes: más sombras que luces

Acuerdo entre Trump, Israel y Emiratos Árabes: más sombras que luces

Refugiados palestinos protestan contra el acuerdo alcanzado por EEUU, Israel y Emiratos Árabes Unidos. MAHMOUD ZAYYAT via Getty Images

El presidente Trump ha anunciado un acuerdo a tres bandas entre los EE.UU., Emiratos Árabes Unidos e Israel por el que se producirá una apertura de embajadas entre los dos últimos países y, a cambio, Israel no continuará la expansión por Cisjordania, de acuerdo con lo que tenía planteado. El acuerdo incluirá colaboración en otros ámbitos.

Los acuerdos que ayudan a la superación de tensiones y la apertura de relaciones diplomáticas son bien vistos. No obstante, cuando profundizamos un poco en éste, a pesar de que los términos del mismo no están terminados de negociar, aparecen más sombras que luces:

1. Este es un acuerdo entre tres líderes asediados: Trump por la COVID-19 y por el desastre económico que le está poniendo en serio riesgo su reelección. De hecho, en el momento en que Biden empieza el lanzamiento de la carrera presidencial con la elección de Kamala Harris es cuando se anuncia el acuerdo, pergeñado por su yerno. Netanyahu está asediado por la corrupción y corre un riesgo real de tener que convocar elecciones. Los Emiratos Árabes Unidos tienen que blanquearse tras su actuación en Yemen. 

2. Este es un acuerdo que no elimina los planes israelitas de ocupar Cisjordania, sólo los retrasa, tal como había avanzado Netanyahu a comienzos de verano. Se supone que con su situación de debilidad actual no parece lo más conveniente iniciar un conflicto cuya finalización no está clara, pese a la indudable superioridad militar sobre los palestinos.

3. Este es un acuerdo que no elimina ni palía la situación de ilegalidad de la ocupación israelí de todos los territorios que ha venido anexionándose desde 1947 y sobre los cuales ha habido resoluciones múltiples de la ONU. De hecho, si observamos los planes que ha ofrecido el Gobierno estadounidense para la zona, comprobaremos que la idea es totalmente la contraria: extender la ocupación israelí de toda Cisjordania. Se podría decir que es la continuación de las 67 palabras de la declaración Beirut.

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4. Este es un acuerdo que no hace frente a un hecho ilícito como es la ocupación israelí de Jerusalén, que constituye un freno casi irreparable para articular una paz duradera en Oriente Próximo, pues este debe concluir con el establecimiento de unas fronteras  convenidas y seguras  entre Israel y el futuro Estado palestino. A cuyo fin ha de lograrse el cumplimiento de la “hoja de ruta” firmada por las partes en 1993 para alcanzar  una solución definitiva, justa y negociada, con base en los principios de las resoluciones 242 y 338, 1397 y 1515 del Consejo de Seguridad de la ONU) y en el de “tierra a cambio de paz”. La ilegalidad de la ocupación israelí de Jerusalén constituye un planteamiento recalcado por la Resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, que condenó la Ley israelí que decretó la anexión de Jerusalén Oriental en 1980. En efecto, todo apartamiento de la “línea verde” de paz trazada en 1967, entrañaba, de hecho, una anexión de parte del territorio palestino y, además, afectaba a la vida de diversas comunidades, que quedaban separadas de su entorno. Hoy, todo Jerusalén está ilegalmente bajo dominio de Israel, y las consecuencias son dramáticas desde todo punto de vista, geopolíticas y humanas. Recordemos que en aquel momento Israel se comprometió a decidir el futuro de Jerusalén en el marco de los acuerdos de paz. En aquel momento, el rey de Jordania recordaba que el estatus jurídico de Jerusalén es “crucial para llegar a la paz y a la estabilidad en la región y en el mundo”.  Aquí, lo único que hay es un mínimo acuerdo para poder orar en la mezquita.

5. Este es un acuerdo que no ataca ni elimina las violaciones de derechos humanos que hay en Israel contra los palestinos y que se detallan en el informe Israeli Practices towards the Palestinian People and the Question of Apartheid, en donde analiza las condiciones de vida en Israel y los territorios ocupados del pueblo palestino. El informe concluye que “Israel ha instaurado un régimen de apartheid que domina al pueblo palestino en su conjunto”. Un organismo especializado de la ONU a considera que hay una situación de apartheid. A ello ya me he referido en otra ocasión. Sucintamente, esta situación de apartheid contra los palestinos se puede resumir en que Israel ha creado un ordenamiento jurídico que se aplica a los 300.000 palestinos que viven en la ciudad de Jerusalén y que permite la expulsión de sus hogares y que les discrimina en el acceso a la educación, la salud, empleo, residencia y acceso a la vivienda. Asimismo, la configuración de las áreas palestinas minusvalora el peso de su población a los efectos electorales y les impide articular una lucha política contra esta situación.

Este es un acuerdo que no elimina los planes israelitas de ocupar Cisjordania, sólo los retrasa, tal como había avanzado Netanyahu a comienzos de verano.

6. Es un acuerdo que deja en muy mala situación a Hamás y al Gobierno palestino. Un acuerdo que les afecta de forma directa y del que se han enterado, literalmente, por los medios de comunicación. Un acuerdo que refleja la debilidad actual de las autoridades palestinas y que pronostica la incapacidad de hacer frente a la nueva situación. Si puede reforzar a alguien es a Irán y su influencia en el Gobierno palestino.

Roberto Mesa publicó un libro en 1994, Palestina y la Paz en Oriente Medio, cuyo mismo título expresa una idea que se reitera en sus párrafos finales: que el examen de los hechos, desde 1947 hasta los acuerdos de 1993, confirma “que el corazón de Oriente Medio era y es Palestina”. Lo que supone, como agrega seguidamente, que en las múltiples acciones de estados e instancias internacionales en ese periodo existe otra constante: que “la solución justa y duradera pasa indefectiblemente por una solución global para toda la región, para todo el Oriente Medio” y su punto central es el arreglo de la cuestión palestina y las relaciones de un Estado palestino con el Estado de Israel.

7. Conviene plantearse qué ha hecho Europa sobre esta cuestión. No es un problema teórico sino práctico, ya que la responsabilidad es de todos y para todos y no solo de las partes en el conflicto. Sólo una posición europea fuerte puede servir de contrapeso para el apoyo estadounidense a Israel. Una posición que contrasta con el hecho de que la Unión Europea es el mayor donante en Palestina, pues su ayuda representa el 60% de la que reciben y está destinada a la Autoridad Palestina, a la reconstrucción económica y, a través de una Agencia de la ONU, a los refugiados palestinos, más de tres millones de personas en penosas condiciones.

El marco de la negociación aceptado por la comunidad internacional, más allá de los tres firmantes de ayer, está claro y es lo que nos puede conducir tanto la creación de un Estado palestino, viable, pacífico y soberano como la seguridad de Israel, que no es otra que la que se deriva de la paz con sus vecinos. Y esto es lo que Trump, Israel y los Emiratos Árabes Unidos liquidaron ayer.