Arde Colombia
Colombianos se manifiestan en París (París) contra el Gobierno de Iván Duque.Charlotte Lesellier

Colombia vive un conflicto donde las fuerzas armadas y de seguridad del país están masacrando a los manifestantes. Desde aquí, pretendo dar visibilidad a un problema ante el cual los medios y las instituciones internacionales ignoran.

El pasado 28 de abril comenzaron las protestas en Colombia. Unas protestas que se iniciaron cuando el presidente conservador, Iván Duque, anunció una reforma fiscal para paliar los efectos de la pandemia donde la subida de impuestos se haría de forma indirecta, es decir, donde las clases más humildes pagarían más tributos, en proporción, que las clases ricas. Un buen ejemplo de ello es que, con esta reforma, el gobierno derechista de Colombia pretendía ponerle un impuesto a bienes básicos como los huevos, la leche y el pollo.

El gobierno derechista de Colombia pretendía ponerle un impuesto a bienes básicos como los huevos, la leche y el pollo

La situación de pandemia, junto a una reforma tributaria donde los más pobres pagarían de nuevo la crisis económica y social del país y al hartazgo de la población hacia su presidente, han propiciado que toda Colombia salga a la calle. Además, no hay que olvidar la deriva autoritaria de Iván Duque, un hombre que puso en peligro las negociaciones con las FARC y que en 2019 utilizó al ejército para espiar a 130 personalidades públicas y a políticos de la oposición, pero también a jueces y a periodistas.

Además, no es la primera vez que el Gobierno de Iván Duque sufre una protesta nacional, denominada en Colombia como Paro Nacional. Del 21 de noviembre de 2019 al 21 de febrero de 2020 el país salió a calle ante la corrupción del Gobierno, la puesta en peligro de los acuerdos con las FARC y los homicidios de líderes sociales colombianos (campesinos, antiguos guerrilleros reinsertados, líderes sindicales y líderes indígenas), en los cuales la mano negra del Estado colombiano es responsable. En esas protestas hubo 3 muertos, más de 300 heridos y más de 100 arrestos.

La reforma tributaria que propuso Iván Duque el pasado mes de abril de 2021 ha sido la gota que ha colmado el vaso. El pueblo colombiano está harto de la pésima gestión del Gobierno y ha salido en la calle por el hartazgo de un presidente más ocupado de complacer a la minoría rica del país que de ayudar en plena pandemia a la mayoría de colombianos y colombianas.

Desde el 28 de abril hasta el 11 de mayo —fecha en la que se ha escrito este artículo— ya hay en Colombia 47 muertos a manos de la policía del Estado, más de 1.800 heridos, más de 1.500 heridos —de los cuáles 270 son policías— y 548 civiles desaparecidos. No podemos olvidar tampoco a las 12 víctimas de violencia sexual por parte dela policía tal y como la ONG Temblores ha denunciado, así como las 28 víctimas de agresión en sus ojos o los 129 casos de disparos de arma de fuego por parte de la policía.

Una protesta desde el exterior

Cali ha sido el epicentro de una protesta que ha sacado a todo el país a la calle. Pero no solo Colombia está en la calle, también todos los colombianos que no viven en su país, que en total son 2.869.032 migrantes, es decir, un 5,7% de la población colombiana. La mayoría de ellos se encuentran en Venezuela (953.386 colombianos) y EEUU (798.294), pero España, ocupa el tercer puesto al tener 367.816 de colombianos.

Sin embargo, no hemos visto al autodenominado “Gobierno más progresista de la historia de España” pronunciarse a favor del pueblo colombiano. Una simple declaración institucional de la ministra González Laya sobre Colombia tendría bastantes repercusiones en el devenir de las protestas. Y eso que hace una semana Amnistía Internacional exigió al Gobierno de España que frenase su venta de armas a Colombia debido a la salvaje represión policial.

Pese a ello, en los últimos días hemos visto manifestaciones multitudinarias de colombianos que viven en el exterior y lejos de su país en todas las ciudades del mundo: Nueva York, Madrid, París, Roma, Bruselas, Zúrich, Basilea, Berlín, Hamburgo, Frankfurt, Bonn, Buenos Aires, Santiago de Chile, Quito y hasta en Brasil (donde, por cierto, en estos últimos días el Gobierno del ultraderechista Bolsonaro ordenó el asesinato de 24 personas en una favela de Río de Janeiro).

La solidaridad internacional ha demostrado estar con el pueblo colombiano y contra los abusos del Gobierno de Iván Duque

La solidaridad internacional ha demostrado estar con el pueblo colombiano y contra los abusos del Gobierno de Iván Duque. Y digo internacional, porque no solamente los colombianos del exterior han apoyado a sus compatriotas, también se les unió mucha gente de los países en los que viven, como muestra de apoyo y solidaridad.

Una de las protestas más representativas de esta internacionalidad y de la inacción de las instituciones internacionales fue la que se llevó en Ginebra el 8 de mayo frente a la plaza de las Naciones Unidas, en la cual tanto colombianos como gente de otras nacionalidades pidieron el cese de la represión en Colombia frente a una institución internacional que mira para otro lado.

Y mientras, el mundo calla y consiente

Durante las protestas de Colombia hemos visto que los aficionados de los distintos equipos de fútbol han dejado de lado sus enemistades para unirse en unas protestas contra un Gobierno que los pisotea. Sin embargo, esta unidad del pueblo no la hemos podido ver a nivel internacional.

Luis Almagro, presidente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), se ha negado a condenar la violencia que el pueblo colombiano está sufriendo. Una actitud que nadie en Colombia comprende, ya que la OEA tiene por objetivo promover la democracia y los Derechos Humanos en América Latina, y en Colombia se están vulnerando.

Tampoco la prensa internacional, y mucho menos la prensa española, ha abierto portadas con lo que está sucediendo en Colombia, pese a que están matando a los manifestantes, están pisoteando a la democracia y están vulnerando los Derechos Humanos de millones de personas.

Como se ha indicado anteriormente, ni siquiera España y tampoco Francia e Italia, los otros dos países de la UE donde más colombianos residen tras España, han hecho ninguna declaración. Pese a que algunos políticos y diputados le han pedido a Macron que condene la violencia policial del Estado colombiano.

La propia Unión Europea ha reaccionado algo mejor que España, Francia e Italia, aunque de manera poco contundente, ya que simplemente ha pedido el cese de la situación y ha llamado al diálogo en Colombia.

Ni siquiera los líderes de derechas de Europa, como Pablo Casado, el cual estuvo en Colombia durante agosto de 2018 apoyando a Iván Duque en su acto de toma de posesión, se ha pronunciado sobre las protestas y la represión policial. ¿Habrán dejado de ser aliados? ¿O es que el señor Casado tiene vergüenza de reconocer sus amistades peligrosas?

Si esta represión y estos crímenes del Estado colombiano frente a las protestas se hubieses producido en otro país, como por ejemplo en Venezuela, ¿la actitud de los gobiernos de España, Francia e Italia, así como de la propia UE hubiese sido la misma? Yo creo que no. En Europa y en España parece que tenemos una amnesia selectiva, y si hay un conflicto en un país, o nos callamos si no nos interesa o lo usamos como arma arrojadiza.

Colombia, necesita una reforma fiscal, así lo han dicho todos los economistas tanto de ideología conservadora como progresista. Colombia es el país más desigual de América Latina, pero no necesita una reforma tributaria que agrava las diferencias entre los de arriba y los de abajo, sino una reforma tributaria de justicia social.

Finalmente, Iván Duque retiró su propuesta de reforma el 2 de mayo de 2021. Sin embargo, las protestas siguen, y parece ser que lo que empezó contra la reforma, son unas protestas por el cambio y contra un gobierno que se ríe de la gente de Colombia y que ha dado órdenes de disparar contra los manifestantes.

El pueblo colombiano conseguirá el cambio social que merece e Iván Duque acabará siendo juzgado por las instituciones internacionales debido a los crímenes cometidos contra su propia gente.