Las certezas y dudas que deja la Operación Guardián de los Muros en Gaza

Las certezas y dudas que deja la Operación Guardián de los Muros en Gaza

Tras los muertos y la destrucción, quedan los problemas de siempre, agravados con más dolor. A la espera de que venga otra ofensiva, cualquier día.

Un grupo de palestinos hacen gestos de victoria ante un edificio destrozado por las balas, anoche, en Gaza capital. MOHAMMED SALEM via REUTERS

Las armas se han callado, al fin, en Gaza y en Israel. Primera noche sin bombas en la franja palestina y sin cohetes al otro lado de la frontera, madrugada en la que las banderas en la calle por el alivio de la tregua se han superpuesto a los edificios destrozados y dañados, a los heridos críticos en los hospitales, a las declaraciones triunfalistas de cada cual.

La Operación Guardián de los Muros se cierra tras 11 días de horror, con un balance de 232 palestinos muertos en Gaza -la ONU confirma que entre ellos hay 65 niños y 38 mujeres, cuatro embarazadas, esto es, civiles sin relación con las milicias- y 12 personas muertas en Israel -un militar y 11 civiles-. Y, también, concluye dejando un buen puñado de certezas y dudas que dibujan un complejo escenario para los meses por venir. El avispero de Oriente Medio zumba de otra manera, más bronca e imprevisible.

Certeza 1: Gaza, otra vez destrozada

La primera y obvia certeza es que Gaza está nuevamente destrozada. Ha acumulado daños ofensiva tras ofensiva, en un bucle que hace que los niños de la Franja no hayan conocido tiempos de paz -tras las operaciones de 2009, 2012, 2014 y la actual-, sin que se haya recuperado de ninguna de ellas. Se calcula que, del fondo pedido cada vez por Naciones Unidas para reconstruir lo dañado, no ha llegado ni el 60%. Y en tiempos de pandemia, no hay esperanza de que vaya a llegar ahora el dinero que no llegó antes.

Según datos difundidos anoche por el Ministerio de Salud de Gaza, 1.760 palestinos han resultado heridos en esta ofensiva, incluidos 540 niños, 361 mujeres (de las cuales tres están embarazadas) y 859 hombres. Al menos un 65% de ellos han requerido ingresos hospitalarios, por lo que los centros sanitarios, ya colapsados antes por su falta de camas y por los protocolos anticovid, están saturados. Hablamos de heridas complejas, inutilizantes, muchas amputaciones.

Y según el Ministerio de Obras Públicas y Vivienda, desde el inicio de la escalada se han destruido 258 edificios, que comprenden 1.042 viviendas y unidades comerciales. Otras 769 unidades resultaron gravemente dañadas y quedaron inhabitables y 14.536 unidades más han sufrido daños menores.

Naciones Unidas añade que los desplazados internos han llegado a los 91.000, incluidos 66.000 que han buscado protección en 58 escuelas de la UNRWA -la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos- en Gaza y más de 25.000 que se han quedado con familias o amigos, acogidos. Nadie sabe cuándo podrán regresar con seguridad a sus casas.

  Omer Hadidi, de cinco meses, recibe cuidados en el hospital, tras el ataque a su casa en Shati, donde murieron su madre y todos sus hermanos. Anadolu Agency via Getty Images

Entre las infraestructuras dañadas se encuentran al menos seis hospitales gestionados por las autoridades locales, uno de Médicos Sin Fronteras y dos clínicas, un centro de salud y una instalación de la Media Luna Roja en Palestina. Se han visto afectados edificios en sí, su estructura, pero también su suministro eléctrico o las carreteras que llevan hasta ellos. Y ha perdido la vida, entre otros, el médico de referencia en la lucha contra el covid-19.

Cinco torres de entre 12 y 14 plantas fueron bombardeadas en la ciudad de Gaza, incluida la que albergaba la sede de la agencia estadounidense de noticias AP y el canal de televisión catarí Al Jazeera.

Certeza 2: los cohetes amedrentan y dañan

Aunque la diferencia de poderío militar entre el Ejército de Israel y las milicias de Gaza es clara, Hamás y la Yihad Islámica han vuelto a demostrar, como pasó en 2014, que tienen cohetes en número y capacidad suficientes como para tener a cuatro millones de israelíes -de los nueve que viven en el país- amedrentados por sus lanzamientos.

Se calcula que las sirenas antiaéreas sonaron 389 veces en Israel, por el disparo de 4.070 proyectiles, incluyendo cohetes antitanque, de los que 640 fueron fallidos y cayeron en suelo palestino, indica EFE; algunos causaron bajas entre los propios gazatíes, confirma la ONU, aunque sin aclarar el número. Al menos 10, dicen agencias internacionales de noticias. La Cúpula de Hierro paró el 90% de los lanzamientos. Además de la docena de muertos, los cohetes han dejado 340 heridos en Israel, especialmente en la zona centro.

Certeza 3: Netanyahu se hace el duro

El primer ministro de Israel en funciones, Benjamín Netanyahu, no se ha ablandado tampoco esta vez. Lanzó la operación sobre Gaza el mismo día, 11 de mayo, en que se produjo la primera andanada de cohetes. Lo hizo con estrategia electoral, porque no tiene mayoría para formar Gobierno y, exhibiendo músculo y mano dura, pensaba en anular las opciones que tienen sus contrincantes. Si hay que ir a elecciones -serían las quintas consecutivas-, que sea con la popularidad en todo lo alto por haber golpeado al adversario.

Ni siquiera se ha dejado impresionar, muy hasta el final, por los llamamientos tardíos y tibios de EEUU a un alto el fuego. “Tenemos aún mucho que hacer”, dijo. Ha apurado hasta que ha entendido suficiente el escarmiento, algo digno de vender a sus votantes.

Certeza 4: Biden no quiere meterse en este charco

EEUU ha intentado mantenerse al margen de esta nueva crisis. El presidente Joe Biden tiene interés en su agenda doméstica, en el coronavirus y su crisis sanitaria y económica o en la división interna del país, y no tenía ningunas ganas de ponerse con el conflicto palestino-israelí, del que nadie sale inmaculado.

Empezó por explicar lo de siempre, que Washington está y estará siempre con Israel, que la operación en Gaza era pura autodefensa, justificada. Pero la gravedad de los números de víctimas hizo que, a regañadientes, reclamase un alto el fuego a las dos partes y enviase delegados a negociar. No le ha importado, en mitad de tanta muerte, anunciar hasta otro paquete de armas para Israel.

Si puede, no tocará el asunto hasta que haya otra crisis. El problema es que su predecesor, Donald Trump, le dejó el patio un poco enredado...

Certeza 5: Egipto es relevante a la hora de mediar

Sin la presión de EEUU, como siempre, nada se hubiera logrado, pero ha sido Egipto, en plena conexión con Washington, quien ha jugado el papel principal de mediador. No es nuevo, se va especializando en hablar con las milicias y con Israel; con las primeras comparte frontera en Gaza, contribuyendo al bloqueo de la franja y abriendo en ocasiones contadas para personas y ciertas mercancías; con el segundo, tiene un acuerdo de paz desde 1978 que le distingue de otras naciones árabes.

El Cairo mandó emisarios al tercer día de escalada y ha atendido en su territorio a los heridos que no tenían ya cama en la franja, quedando bien con Hamás y la ANP, a la vez que ha robustecido sus lazos diplomáticos con Israel y le ha allanado el terreno a EEUU. Aunque, como siempre, sólo EEUU tiene capacidad directa de influencia.

Certeza 6: las redes vienen para quedarse

Nunca antes se había producido una ofensiva como esta en tiempos de TikTok o de Twitch. Ya parte de los choques entre palestinos e israelíes en Jerusalén, en la raíz de todo lo que ha venido después, se iniciaron por polémicas publicaciones en las redes sociales y, sobre todo, éstas han servido luego para convocar protestas, difundir vídeos virales sobre cargas policiales, concienciar a toda la comunidad palestina de lo que estaba pasando. Aún con las limitaciones de electricidad y cobertura, todo eso saltó a Gaza y Hamás supo tomar la bandera de las protestas populares. Ante la ausencia de prensa internacional, la local y las redes han contado lo que pasaba.

Han venido para quedarse. Nadie duda de que las movilizaciones que aún se han de vivir tras estos días calientes -en Gaza, Cisjordania o el este de Jerusalén- tendrán en las redes un eco formidable, capaz de aglutinar hasta a los cinco millones de refugiados palestinos esparcidos por el mundo. Pueden servir, de nuevo, para provocar nuevas mechas.

Certeza 7: el problema persiste

Que nadie piense que con este alto el fuego ya todo está resuelto. Ni por asomo. El conflicto arrastra más de siete décadas de enfrentamientos y lo único que ha añadido esta ofensiva es más muerte, más dolor y más rabia. Se suma a lo ya conocido y arrastrado, con la ocupación israelí como principal problema, del que deriva todo lo demás: la capitalidad de Jerusalén, la solución de dos estados, el retorno de los refugiados, el papel de los colonos en zona ocupada...

De hecho, a la misma hora en que se celebraba el fin de la violencia en Gaza, se producían manifestaciones de jóvenes palestinos, sofocadas por las fuerzas de Israel. Se han contabilizado dos muertos y dos decenas de heridos. Se calcula que 28 palestinos -la mayoría en enfrentamientos contra el Ejército israelí-, perdieron la vida en Cisjordania y uno en Jerusalén desde el pasado 7 de mayo, cuando se disparó la tensión en los territorios palestinos ocupados, según el Ministerio de Sanidad. Hay cuatro menores entre ellos. Mucho más que Gaza.

Duda 1: ¿para cuándo la próxima?

Es cíclico. Cada pocos años, en función de coyunturas varias, comienza la dinámica de cohetes y bombardeos -a veces con un orden, a veces con el contrario-, a un ritmo por encima del intercambio ocasional que es el pan de cada día en la frontera. Otra nueva ofensiva. Entre la última y la que ahora se cierra han pasado siete años.

Con el conflicto sin resolver, puede haber otra en cualquier momento. Hamás ha demostrado su poder, que es capaz de mantener el pulso, e Israel, que no dudará en replicar sea cual sea el precio. Y así volverá a ser, cuando toque, cuando les convenga.

Duda 2: ¿han logrado lo que querían?

Dicen las IDF, las fuerzas armadas de Israel, que ha habido “grandes logros sin precedentes” en esta operación. Pero no da muchos detalles. Sólo que alrededor de 160 milicianos murieron en sus ataques selectivos, que también se han llevado por delante a civiles. Esta vez no había túneles que destrozar, como siete años atrás. El Ejército atacó en estos días alrededor de un millar de objetivos de las milicias, como lanzaderas de cohetes, fábricas de armas, la red de túneles subterráneos conocida como “Metro”, infraestructuras y viviendas de miembros de las milicias.

Puño que aplasta, pero no se sabe muy bien para qué, porque no ha trascendido aún cuánto le queda a Hamás de su arsenal de unos 30.000 cohetes y proyectiles de mortero almacenados en Gaza, según cálculos de varios analistas como el de la BBC. Cuántos líderes han perdido los islamistas, de qué rango, con qué capacidad operativa se queda. No se sabe. Anoche, pesaba el triunfalismo de haber puesto a negociar al adversario, pero está por ver cómo salen las milicias de esta ofensiva intensa.

  Detenciones de árabes israelíes en Lod, el pasado 13 de mayo. AHMAD GHARABLI via Getty Images

Duda 3: ¿cómo quedan los ánimos?

Dos grandes frentes de incertidumbre se abren ahora en la zona. El primero es si las protestas ciudadanas en los territorios palestinos y en Jerusalén oriental seguirán, una vez acabado el Ramadán y, con él, los bloqueos a los santos lugares de la Ciudad Vieja. Queda por resolverse el problema de los nuevos colonos en el barrio de Sheik Jarrah, que provocó las primeras manifestaciones de calado en la ciudad triplemente santa, y no hay duda de que cuando la justicia decida se volverá a la carga: si finalmente entran colonos en casas de palestinos, serán los árabes los que salten. Si se diera el caso contrario, los judíos ultraortodoxos serán los que no se conformen. Todo esto, con su eco en Cisjordania y en Gaza, hace pensar en la posibilidad de una Tercera Intifada o levantamiento, como los de 1987 y 2000. Está por ver.

El segundo son las ciudades mixtas, donde viven gran parte de los dos millones de árabes que tienen pasaporte israelí. Como nunca antes, se han producido choques, al menos con tres muertos y decenas de heridos, en ciudades donde convivían unos y otros, sin quererse en exceso pero desde luego sin atacarse de esta manera. Las autoridades han advertido del riesgo de guerra civil. Que paren las armas en Gaza no quiere decir que se calmen los ánimos en Lod, Haifa o Acre, donde se han producido apaleamientos, quema de negocios y amenazas hasta a niños.

Duda 4: ¿habrá elecciones?

Netanyahu sigue en funciones, ha ganado puntos con su dureza de estos días y, en mitad de la tormenta, recibió buenas noticias: Yair Lapid, su oponente feroz, el hombre que quiere quitarle el cargo de primer ministro y que ahora mismo trata de lograr una mayoría coaligada por orden del presidente de Israel, se va quedando sin aliados. El partido ultranacionalista con el que ha de sumar  le dice ahora que no. Bibi, de nuevo, ve que los que tratan de hacerle sombra no llegan a lograrlo. Si Lapid no forma equipo, habrá que votar de nuevo. Y en las urnas la guerra suele dar buenos resultados.

El 22 de mayo, por su parte, debieron celebrarse elecciones en Palestina. Se anularon porque no había garantías de poder votar en el este de Jerusalén. ?Habrá nueva convocatoria? Los palestinos están muy cansados de los viejos líderes y llevan 15 años sin poder ir a las urnas.

Duda 5: ¿dónde quedan la ONU y Europa?

Es una duda final que es certeza, en realidad: Naciones Unidas y la Unión Europea, otra vez, no han servido para nada. No han pasado de expresar su preocupación por lo que pasaba y rogar por una tregua, pero sin que sus delegados hayan logrado hacer mella en las partes, sin influir en la toma de decisiones.

Duda de que Europa, algún día, sea la potencia diplomática que debe ser, que no se quede en las hermosas palabras. Dudas, todas, de si este Consejo de Seguridad ha de ser reformado o no, porque de nuevo EEUU -uno de los miembros permanentes- ha bloqueado todas las resoluciones para impedir que se le tire de las orejas a EEUU. Hasta en tres ocasiones.