Cómo hacer la lista de invitados de boda sin pasar dramas

Cómo hacer la lista de invitados de boda sin pasar dramas

"La clave para que tu boda sea fantástica es no dejar que te controle”.

Organizar una boda suele ser una de las experiencias más emocionantes (y caras) de la vida. Sin embargo, también puede ser estresante cuando algunos familiares y amigos no se ponen de acuerdo o cuando antiguas heridas abiertas y choques de personalidad se agravan tras tomar varias copas y con las emociones por las nubes.

Es la clase de asunto en la que todo el mundo tiene una opinión. ¿Quiénes pueden traer acompañante? ¿Está bien excluir a los niños? ¿Quiénes están invitados para todo el evento y quiénes solo a una parte?

La edición británica del HuffPost se ha puesto en contacto con expertos en relaciones para saber hasta dónde deben llegar las reglas de etiqueta a la hora de elaborar la lista de invitados, una duda bastante recurrente cuando eres tú quien paga la cena de todo el mundo.

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La organizadora de bodas Jo Bryant comenta que la presión de hacer la lista de invitados puede provocar situaciones tensas aunque no haya problemas en tu familia: “Muy a menudo, las bodas hacen brotar tensiones que llevaban mucho tiempo ocultas”. Cuando hagas la lista de invitados, la experta recomienda empezar con las personas “más importantes para ambos e ir añadiendo a partir de ahí”.

Dee Holmes, asesora de la organización Relate, sostiene que la prioridad debe ser estar de acuerdo con tu pareja en vez de contentar a tus padres o tus suegros. “El problema suele surgir cuando los padres pagan la boda, ya que los novios tienen la sensación de que ellos también tienen derecho a decidir sobre la lista de invitados y que por lo tanto hay que invitar a la tía Pepa”, explica.

Sentir que deberías invitar a alguien provoca muchos problemas y sentimientos de culpa, advierte la terapeuta de relaciones Aoife Drury. Si te cuesta dejar fuera a gente a la que te ves en la obligación de invitar aunque preferirías no hacerlo, Drury sugiere sustituir la palabra deberías por podrías: “Piensa en cómo influye en tus pensamientos y sentimientos. Quizás no te dé la respuesta que buscas, pero te abre el abanico de posibilidades y disminuye el sentimiento de culpa por quienes no vas a invitar”.

Si no tienes claro si debes invitar a alguien por alguna rencilla (o porque tienes el presupuesto justo), piensa en invitar a esa persona solamente a una parte del evento, propone Drury.

La psicoterapeuta Lucy Beresford, por su parte, recuerda que solo conviene invitar a las personas que saquen lo mejor de ti. “Si eso significa que tu tío gruñón se queda fuera y el camarero parlanchín que te ha servido el café todas las mañanas de los últimos tres años pasa el corte, es decisión tuya”, afirma.

Para la sexóloga y experta en relaciones Annabelle Knight, depende de cada pareja. “Conozco a muchas personas que han invitado a exparejas y antiguos ligues”, asegura. “Si la presencia de alguna persona va a hacer que tú o tu pareja os sintáis incómodos, no la invitéis. En la boda vais a celebrar vuestro amor con la gente que más os importa. Si usáis ese consejo como regla general, no os equivocaréis mucho”.

Piensa con cuidado en las áreas de posibles conflictos: “Si hay algún familiar que no se lleva bien con otro, deberías pensar bien la situación. Padres divorciados que aún mantienen una relación tensa, nuevos maridos y esposas o cualquier enemistad que pueda provocar alguna riña son escenarios en los que resulta difícil saber qué hacer”, expone Bryant.

Parece una idea extraña, pero si comentar la lista de invitados con antelación evita alguna sorpresa (o conflicto) el día de la boda, merece la pena considerarla. Knight aconseja lo siguiente: “Si sospechas que puede haber algún problema entre invitados, siéntete libre para comentárselo”.

Bryant coincide: “No debería haber sorpresas desagradables el día de la boda. Si hay invitados que no se llevan bien, conviene avisarles con antelación. Si deciden no venir, habrá sido su decisión premeditada. Y al contrario, también pueden venir preparados para una boda civilizada”.

Holmes recomienda tener cuidado con la forma de abordar la conversación. “Cuéntaselo de forma que quede claro que ya has tomado la decisión, que no quieres iniciar un debate ni pedir permiso. Si ya has decidido la lista de invitados, cíñete a ella”.

Drury también recomienda informar al fotógrafo o a los encargados de distribuir los asientos en la ceremonia de que no junten por error a dos personas o grupos que estén reñidos para no dar pie a escenas incómodas.

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Merece la pena pasar un tiempo planificando la distribución de mesas si quieres que la cena no se convierta en una batalla, sobre todo si la riña implica a varios miembros de la mesa principal.

Aunque muchas parejas ya no se ciñen al protocolo tradicional de componer la mesa principal con los parientes más cercanos de la pareja, no tienes por qué desechar por completo la idea, señala Holmes.

Bryant añade que “muchas parejas en esta situación no tienen una mesa principal, sino que los respectivos padres de cada miembro de la pareja presiden su propia mesa con sus amigos o parientes más cercanos. Esto permite que los recién casados se sienten con su grupo”.

“Piensa bien la distribución de las mesas y asegúrate de que si hay enemistades o posibles escenarios problemáticos, sus líneas de visión no se crucen”, prosigue.

También ayuda pedir a un par de amigos de confianza que estén atentos a los posibles problemas antes de que estallen. “Nombra a un par de personas para que hagan de vigilantes de seguridad si hace falta, de tal forma que aunque estalle el problema tengas la tranquilidad de que hay alguien ocupándose de ello”, propone Knight.

Algunas partes de las bodas, como los discursos o el acompañamiento al altar, pueden ser peliagudas si decides hacerlas con personas que no son las tradicionalmente asignadas. ¿Cómo se puede hacer, entonces?

“Si hay alguna situación familiar que hace que un elemento tradicional del día resulte incómodo, es mejor reconsiderar la planificación o llegar a un acuerdo”, defiende Bryant. Eso último implica, por ejemplo, pedirle a tu padrastro que te acompañe al altar y a tu padre que dé el discurso, o que sea tu madre quien te acompañe al altar, o nadie.

Drury sugiere abordar estas situaciones pensando si de verdad es necesario pasar por ellas. “Las bodas están históricamente cargadas de tradiciones, pero no tiene por qué haber una ‘talla única’ para todo el mundo, no hay reglas estrictas, es vuestro día”, aclara.

Quizás parezca más sencillo (y barato) salir corriendo con tu pareja, pero ¿de verdad es buena idea? “Fugarse puede ser una opción tentadora cuando se complican las cosas, pero con cuidado y consideración planificar una boda con ciertos aspectos peliagudos puede salir perfecto”, sostiene Bryant.

Drury recomienda formar un grupo de ayudantes incondicionales que te animen durante todo el proceso y dejar que los demás vayan a lo suyo. Knight coincide: “Si te intentas responsabilizar también de tus invitados, no disfrutarás   tu propia boda. La clave para que tu boda sea fantástica es no dejar que te controle”.

“Algo irá mal (un camarero incendió mi mesa y mi tío me empapó al apagar el fuego), pero eso es parte de la diversión. Si tú y tu pareja habláis de antemano, señaláis los posibles problemas y comentáis vuestras preocupaciones, será mucho más probable que superéis todo el proceso sin despeinaros”, concluye la experta.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.