Cuando Tony Soprano entró a terapia, cambió la historia de la tele

Cuando Tony Soprano entró a terapia, cambió la historia de la tele

¿Por qué?

Tony Soprano en la consulta de psicología, en un fotograma de 'Los Soprano'. 

Hace veinte años un jefe de la mafia entró al consultorio de su psiquiatra y cambió la historia de la televisión para siempre. Desde aquel entonces, por esos veinte años, han pasado Game of Thrones y Breaking Bad, por decir los mejores ejemplos, y todavía Los Soprano sigue siendo la mejor serie de la historia de la televisión. También por estos veinte años surgieron Netflix, Amazon Prime, Showtime y Starz, cada una con sus producciones originales, además de las ya todopoderosas Sony, Warner o Fox, y todavía Los Soprano sigue siendo la mejor serie de la historia de la televisión. ¿Por qué?

Una cosa que siempre ha distinguido a HBO es su visión de ver potencial en historias, guiones y pilotos en los que nadie más cree. Donde otros ven fracaso, HBO ve un éxito.

Hace muchos años, allá por los noventas, cuando Tom Fontana traía la idea de Oz, nadie creyó en él. Una serie carcelaria llena de violencia, desnudos, lenguaje soez y drogas. Eso nunca se había visto en televisión, eso era para el cine. Y así nació la primera serie dramática de HBO y serie madre que abriría camino para las demás.

Ahora bien, cuando David Chase traía el piloto de Los Soprano, ¿para qué una serie sobre la mafia si ya existía en el cine obras tan geniales como El Padrino y Goodfellas? ¿Qué se puede contar sobre la Mafia que no se haya contado antes? Además, para su mala fortuna no le ayudaba el hecho de que acababa de salir la película Analyze This, que trata sobre un jefe mafioso en terapia (misma trama aparente que Los Soprano), comedia malísima con un protagonista Robert De Niro como mafioso (contra un desconocido James Gandolfini). Encima de eso, la serie usaba a medio cast de Goodfellas (todos los desconocidos) y, si eso no fuera suficiente, la historia ni siquiera se desarrollaba en Nueva York sino en Nueva Jersey. Sabemos que el glamour de la mafia es en Manhattan, Nueva Jersey es el patio trasero donde van a tirar los cuerpos.

¿Cómo competir contra eso? Parecía totalmente innecesaria una serie de la mafia con tan magnífico precedente e interpretaciones legendarias. Bueno, hoy en día solamente alguien que haya visto Los Soprano coincidirá en que James Gandolfini es tal vez el mejor mafioso que ha existido en la pantalla (chica o grande), superando incluso a Al Pacino, Robert De Niro y Joe Pesci, tal vez con la única actuación de Marlon Brando como Vito Corleone a la misma altura.

Ahora bien, Los Soprano retrata el tema de la mafia desde una óptica diferente a como la retrató El Padrino y Goodfellas. En El Padrino se nos presenta el mundo de la mafia visto desde la cúpula, desde las cabezas, es decir, los jefes, las cinco familias y, tal vez, los caporegimes; nunca se nos muestra a los de abajo y cómo es su vida en el bajo mundo. En Goodfellas pasa lo contrario, se nos muestra la vida de los que están hasta abajo dentro de la jerarquía de la Cosa Nostra, los asociados y los soldados, aquellos que hacen el trabajo sucio en búsqueda de ser iniciados y escalar dentro de la familia criminal, nunca se nos muestra y ni siquiera se nos menciona a los dones y capos. El Padrino y Goodfellas son dos extremos de un mismo universo que no se tocan. En Los Soprano el enfoque incluye a ambos, nos muestra tanto la vida de los de arriba como la de los de abajo. Mientras Goodfellas tiene más calle, El Padrino tiene más glamour siciliano. Los Soprano tiene ambos.

'Los Soprano' retrata el tema de la mafia desde una óptica diferente a como la retrató 'El Padrino' y 'Goodfellas'.

Con James Gandolfini, Los Soprano creó la figura del antihéroe. Hoy abundan, los vemos protagonizando la mayoría de las series (Donald Drapper, Dexter, Frank Underwood, Pablo Escobar, Saul Goodman, Cersei Lannister y en general casi todos en Game of Thrones), pero hace varios años no. El mejor antihéroe indudablemente, y creo que unánimemente todos estaríamos de acuerdo, es Walter White, pero antes de él los primeros antihéroes fueron los reclusos de Oz, y todavía mucho pero mucho antes de todos ellos fue el manipulador y maquiavélico J.R. de Dallas, un personaje tal vez más cercano a un Ricardo III de Shakespeare

A James Gandolfini apenas lo recordaba por una breve aparición en True Romance como sicario de la mafia, y hoy pienso que no podría haber existido un mejor mafioso que él. Eso pasa cuando personaje y actor se funden en uno, no puedes concebir el uno sin el otro, pareciera que fue escrito para él. Solo los genios de la actuación logran hacer eso con un personaje tan bien construido, donde el personaje se come al actor. James Gandolfini nunca volvería a ser James Gandolfini, siempre sería Tony Soprano, como Bryan Cranston siempre será Walter White. Tony Soprano no necesitó pronunciar frases perpetuadas para la eternidad como “I’ll make him an offer he can’t refuse” o “the eyes, chico, they never lie” para quedarse como el mejor mafioso que ha existido. La impactante personalidad pasivo agresiva que le imprimió Gandolfini fue más poderosa.

Hoy amamos a los personajes seriales porque nos identificamos con ellos, sencillamente es porque convivimos con ellos más tiempo e inevitablemente nos encariñamos con algunos. Cosa que difícilmente ocurre con los personajes fílmicos en donde la “convivencia” es corta de apenas unas cuantas horas o minutos. Las series nos permiten conocer más a profundidad a los personajes y conectar con ellos. Por eso sabemos que Tony puede ser un verdadero badass y un cruel mafioso, como también un leal amigo, un socio comprensivo, un padre afectuoso (incluso con A.J. cada que lo amenaza con estrellarle su cabeza contra la pared), un jefe severo y el mejor paciente que cualquier terapeuta podría tener.

Cuando pienso en Tony Soprano como ser humano recuerdo particularmente tres escenas: aquella donde defiende a su hermana contra su cruel madre diciéndole que cómo no ha de ser así si siempre la rebajó a gorda, para después caerse por las escaleras produciendo la burla de su maléfica madre. Otra, es aquel pleito marital que tuvo con Carmela tras descubrir sus infidelidades después de la llamada telefónica de la amante y, finalmente, cuando saca a A.J. de la cárcel tras su intento de matar al Tío Junior y cómo aquel le reprocha su hipocresía con la escena de Michael Corleone vengando a su padre en El Padrino.

El Prozac, ¿qué podemos decir sobre el Prozac? El antidepresivo más famoso del mundo y en gran parte vuelto famoso gracias a la serie. Tony y su adicción al Prozac en su manejo de los ataques de pánico, ansiedad y depresión, producto de su difícil trabajo; para después dejar a un lado el fármaco para pasar a esa íntima conexión que establece con la doctora Melfi, que nunca pasaría de la distancia de esos dos sillones y de cómo hubiéramos deseado que ella le confesara su violación a Tony.

Por otro lado, también figuras memorables han pasado por Los Soprano como el fantástico Steve Buscemi, la impresionante Maria Grazia Cucinotta de Il Postino, a la que el cine no le permitió convertirse en la próxima Sofia Loren, o Lady Gaga antes de ser Lady Gaga.

'Los Soprano' puede jactarse de tener tal vez el mejor final de la historia de la televisión.

Y es que Tony Soprano es una figura tan bien construida que sobrevive a los embates de la vida: a la muerte de su mejor amigo Jackie Aprile el anterior jefe de la familia DiMeo (después familia Soprano); a la traición de Big Pussy como informante del FBI; a una traición todavía peor que fue la de su madre, la diabólica Livia, quien lo intenta mandar asesinar; al remordimiento de mandar ejecutar al hijo de su mejor amigo; a la caída de Carmine Lupertazzi; al ascenso y ruina de Johny Sacks; a la meteórica subida al poder de Phil Leotardo; al disparo de su propio tío; a la decepción de Moltisanti, quien nunca dejaría de ser un drogadicto; al interminable juicio contra el Tío Junior y a todos los planes fallidos del FBI y la Ley RICO para procesarlo.

Los Soprano es un drama criminal pero también es una comedia inteligente y, también, es a veces una serie de corte existencial, con episodios profundísimos que tocan el cine de arte o cine de autor, particularmente aquellos que muestran los sueños de Tony como aquel en Coney Island y su conversación con el pescado (gran referencia al “Luca Brasi duerme con los peces”, de El Padrino), el sueño con una real Annette Bening y su premonición de lo que haría Steve Buscemi y, finalmente, el sueño producto del coma que dura varios capítulos de una vida alterna como un ciudadano común y corriente con un empleo común y corriente. Esos tres sueños son obras de arte de la narrativa.

Si bien es cierto que el final de Tony queda en la incertidumbre en el capítulo final, percibimos que su caída ocurre cuando su psiquiatra, la doctora Melfi, lo abandona al darse cuenta de la cruda realidad de que no lo está ayudando, que la terapia no funciona, que una mente criminal no se rehabilita con la psicoterapia sino al contrario, esta justifica y legitima sus actos. Con el abandono de la doctora Melfi, Tony pierde el ancla a una vida normal.

Con él inicia y con él termina Los Soprano, literalmente. Y hablando de inicio, ¡qué inicio! Vemos un travelling desde la caseta de peaje de Nueva York para entrar a Nueva Jersey, pasando por la periferia de la ciudad dejando atrás un Manhattan de rascacielos para entrar a las fábricas, a los negocios locales, a los suburbios, donde solo vemos una gorda mano al volante con anillo en el meñique (muy de mafioso) y un puro sostenido en una boca. Asumimos que se trata del protagonista, cosa que se confirma hasta que llega a su casa y se baja del auto.

Los Soprano puede jactarse de tener tal vez el mejor final de la historia de la televisión, competido con el lacrimógeno desenlace de Six Feet Under. Nunca sabremos qué fue de Tony Soprano, lo único que con certeza sabemos es que nunca saldría de esa cafetería como entró. Las condiciones estaban dadas para que finalmente sea arrestado por el FBI o abatido a balazos por sicarios de la familia Lupertazzi. Y entre más uno ve Made in America más intriga causa qué habrá pasado con un Tony Soprano fundido en una pantalla negra de la que jamás regresaría.

¿Pero por qué Los Soprano sigue siendo la mejor serie de todos los tiempos? De verdad, no lo sé; al final, si nos llegamos a apasionar con series de mafiosos, de la realeza, de narcos, de políticos corruptos, de vikingos, de asesinos seriales, de residentes médicos, de practicantes de derecho, de cantantes que ya tuvieron su momento, de cocineros de metanfetaminas, de gente que tomó decisiones equivocadas, de héroes bastardos o de madres de dragones es porque los llegamos a conocer a profundidad y comprender, con o sin aprobación, por qué son como son y que, en el fondo, no son tan diferentes a nosotros que los observamos del otro lado de la pantalla.

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