El efecto acción-invasión

El efecto acción-invasión

Un clásico de la diplomacia del país magrebí: cada crisis con Madrid viene acompañada de una reacción en forma de avalancha de pateras.

Un migrante reacciona mientras habla con soldados españoles en la playa de Tarajal después de ser interceptado cuando cruzaba la frontera entre Marruecos y España en Ceuta, España.Joan Amengual / VIEWpress via Getty Images

En 1975 el mundo asistió  estupefacto a un espectáculo insólito en la política internacional: el rey de Marruecos había cortado por lo sano el proceso de autodeterminación del Sahara español. Cientos de miles de civiles marroquíes, con acompañamiento militar, enarbolando banderas nacionales y de los Estados Unidos, traspasaron la frontera del territorio.

“Así debió de ser, pero a lo bestia y en muchos frentes, la invasión de los barbaros en el Imperio Romano”, me decía en el aeropuerto de Gando un demacrado militar, aún en estado de shock tras haberse arriado la bandera de España en El Aaiún. Con una diferencia: en esa creativa ocupación fáctica de las provincias del sur no hubo un ataque propiamente dicho.

El dictador Franco moría en una larga agonía en el hospital La Paz de la Seguridad Social y nadie quería otra guerra colonial. Esa es la verdad. Un dirigente comunista me lo confesó con gran seriedad: “hay que evitar a toda costa que surja un general africanista y tome el relevo”. Además, España estaba prácticamente sola. El Frente Polisario cometió su mayor equivocación: presionar y acosar en la retaguardia. Defender ese mar de dunas lleno de enemigos hasta la celebración del referéndum era una batalla perdida, con demasiadas víctimas y una ruptura de los equilibrios regionales.

Argelia, patrocinadora de la RASD, a la que albergó en su suelo, en Tinduff, que en tiempos fue marroquí, estaba al acecho.

En el libro La Memoria de un Rey, una larga entrevista del periodista francés Eric Laurent, Hassan II reconoce que la marcha verde “fue un horrible chantaje, pero un chantaje lícito y no reprimido por ley alguna”. Después de la tempestad aparentemente llegó la calma. “Los españoles (…) practicaron un doble juego hasta la llegada del Gobierno socialista, que, por su parte, ha dado pruebas de un gran realismo. Ahora nos une a España un tratado de amistad y vivimos en plena serenidad”.

Pero cada tiempo histórico tiene sus circunstancias históricas. S.M. había sembrado la semilla invasionista, que tras su fallecimiento se convirtió en un instrumento táctico repetitivo de su sucesor. Ya es un clásico de la diplomacia del país magrebí: cada crisis con Madrid viene acompañada de una reacción en forma de avalancha de pateras. No falla. Es como un tic.

Ya es un clásico de la diplomacia del país magrebí: cada crisis con Madrid viene acompañada de una reacción en forma de avalancha de pateras

Y también decía Hassan II, que como aseguraba el canciller Bismark “la geografía es el único componente invariable de la historia”. Fuerteventura está a solo unos 100 kilómetros de la costa sahárica. Lanzarote y Gran Canaria, unas pocas millas más distantes. “De Jandía a Berbería se va y viene en un día”, dicen las coplas populares de la pesca a vela.  Y Ceuta y Melilla, están encajadas en el norte marroquí. Y el litoral andaluz se encuentra asimismo a distancia zodiac.

El último episodio, que no será el último, con el asalto a Ceuta de casi 8.000 personas en una jornada, y casi la mitad niños y adolescentes, es sin duda, por muy ingenuo y alma de ONG que se sea, un eslabón más de una cadena que, por aplicación del antecedente de 1975, no deja de tener las condiciones normales de presión y temperatura de un chantaje. O bueno, de una represalia en la que se utilizan a personas como carne de cañón. Cientos de migrantes ilegales han muerto en el mar y miles se han dado por desaparecidos. Sean cuales sean las causas de estas acciones hay que incluir en el balance las vidas perdidas.

En este último caso, encima, las características de la invasión, con la gendarmería abriendo las puertas del paso fronterizo y las redes sociales llamando a los jóvenes a pasar la verja, ha alarmado a la Unión Europea. Aparentemente a Mohamed VI se le ha ido la mano: es hasta cierto punto lógico que una monarquía absoluta y centralista, que sin embargo tiene una de las  constituciones más abiertas de África, no acabe de asumir dos aspectos esenciales en sus relaciones con España y con la UE: España y la Unión Europea son lo mismo. No son dos entes diferentes.

Pongamos un ejemplo para calibrar el enorme disparate de justificar esta absurda jornada de puertas abiertas. El Estado español tiene su Ghali particular. Se llama Carles Puigdemont, quien como presidente de la Generalitat de Cataluña organizó una intentona de golpe autonómico que pretendía declarar una República catalana. Huyó a Bélgica escondido en el portamaletas de un coche. Presentada por el juez competente una euroorden para su inmediata extradición a España jueces belgas y alemanes la denegaron. Pues el Gobierno español no tomó ninguna represalia ni llamó consultas a sus embajadores en Bruselas y Berlín para enseñar los dientes al rey Alberto de los belgas y a la canciller Merkel. Hay unas reglas de obligada observancia entre las naciones. Libertad y respeto.

Bruselas le ha recordado a Rabat que los 13.000 millones que el reino ha recibido desde 2007 incluyen el tema de las fronteras

Bruselas le ha recordado al Gobierno de Rabat que los 13.000 millones de euros que el reino ha recibido desde 2007 incluyen el tema de las fronteras. Acto seguido se han producido algunos importantes pronunciamientos: Frontex ofrece su colaboración a Madrid; y todas las altas autoridades de la UE, y en español, han manifestado que Ceuta y Melilla, y España en general, son la frontera sur de la Unión Europea. No son fronterizamente divisibles. Lo que afecta a España afecta a los 27.

Retrocedamos unos años. Tras una escalada de la tensión con la retirada del embajador de Marruecos por la confluencia de varios problemas, sobre todo la cuestión del Sahara y el apoyo político y social en España a la RASD y la renegociación  del tratado de pesca, se produce el incidente armado en la isla del Perejil. Unos marinos marroquíes ocupan ese peñón deshabitado y entre el 11 y el 20 de julio de 2002 se suscita un conflicto en el que tiene que intervenir la Casa Blanca para volver al minuto anterior. Aznar envió fuerzas de tierra, mar y aire, que recuperaron la posición, “con fuerte viento de levante…”.

Pues al final de ese año 2002 se multiplica la llegada a Canarias de pateras y cayucos desde las playas del Sahara. Sigue esta pauta de crecimiento en 2003… hasta que el “bravo” Aznar asiste solícito a una cumbre en Marrakech llevando un regalo de 450 millones de euros en ayudas financieras. Cuestión que la prensa de derechas silencia estos días.

En 2006 el presidente José Luis Rodríguez Zapatero visita oficialmente Ceuta y Melilla. El Gobierno marroquí se encoleriza. La llegada de irregulares vuelve a dispararse: más de 31.000 son interceptados en el Archipiélago. Rodríguez Zapatero —con los consejos del delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, en primera fila— moviliza a la Armada y al Ejército del Aire, en un semicírculo de millones de kilómetros cuadrados para cortar el flujo de embarcaciones procedentes desde Mauritania hasta el Golfo de Guinea. Fue la piedra prefundacional de Frontex.

En 2014, con Mariano Rajoy en La Moncloa, una patrulla de la Guardia Civil detiene en aguas de Ceuta nada menos que al rey de Marruecos, Mohamed VI, que pasaba sus vacaciones muy cerca y navegaba en una moto de agua, seguido por un yate. La dotación de la Benemérita ¡lo confundió con un narcotraficante…!  Asombrosa chapuza. El monarca llamó in situ marítimo a su primo Felipe VI, que alucinó en colores, y este llamó a Mariano Rajoy, y Mariano Rajoy a su ministro Fernández Díaz. Vinieron las disculpas, las aclaraciones…

Y las pateras: “La llegada en pateras repuntó un 51% en 2014 en Canarias”, titulaban los periódicos en el fin de la zafra en diciembre-enero.

Visto lo visto, si los gatos no tienen memoria, algo que en principio me consta, salvo algunas comprobaciones, el PP tiene menos. La estúpida manía de no mirarse al espejo.

La escandalera habitual está arropada estos días por la ignorancia o el todo vale, que engloban toda una serie de conceptos muy rotundos pero exactos que si se enuncian pueden parecer insultantes. Pablo Casado debería hablar más con sus mayores más centrados.

Cierto es que el exvicepresidente por la cuota podemita Pablo Iglesias, con sus meteduras de pata atávicas de activista desnortado y desurtado, hizo lo que pudo para crispar todo lo crispable. Es uno de los muchos peajes indeseables que ha tenido que pagar Pedro Sánchez. Pero tras su paso a la escala b o lo que sea, sería deseable que al menos la parte de Podemos y el PCE en el Gobierno aproveche el verano para madurar.

Y el sanchismo-ivanismo para reflexionar. Sobran frases y flashes y faltan discursos que expliquen las realidades, contextualicen las decisiones y hagan balance después de la barahúnda habitual del casadismo ayusista.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.