El PP borró las cámaras de su sede para obstruir la investigación de la caja b, según Villarejo

El PP borró las cámaras de su sede para obstruir la investigación de la caja b, según Villarejo

"68 cámaras, Villar Mir es identificado subiendo con maletines, borrado imágenes 6, 7ª planta y ascensor", se lee en sus libretas.

La sede del PP, en la calle Génova de Madrid, con un cartel del actual presidente, Pablo Casado. SOPA Images via Getty Images

La Cadena SER sigue desvelando las anotaciones del excomisario José Manuel Villarejo y el PP. Las 13 agendas que tiene en su poder el juzgado central número 6 de la Audiencia Nacional desde el otoño pasado están ayudando a que avance la investigación y deja, como poco, jugosos titulares de los que aún se desconoce su repercusión en el proceso judicial. Lo último, avanzado esta mañana por la cadena de emisoras, es que el Partido Popular borró las imágenes de las cámaras de seguridad de la sede central en la madrileña calle Génova 13.

Buscaba impedir que la justicia accediera al material grabado y “comprobara la veracidad de las visitas de empresarios donantes de dinero negro a la sede del partido, denunciada por el extesorero, Luis Bárcenas”, indica.

Estas anotaciones hacen referencia a la llamada operación Kitchen, que analiza el supuesto espionaje a Bárcenas con fondos reservados, para destruir pruebas que pudieran perjudicar al partido que entonces comandaba Mariano Rajoy o a sus dirigentes del momento en el caso que investiga su caja b.

La información de la SER explica que en mayo de 2013, el juez que instruía la caja b en la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, pidió al PP el registro de visitas de su sede nacional, hasta 2008, que es hasta donde llegan los famosos papeles de Bárcenas. El juez quería examinar si los empresarios citados en la contabilidad manuscrita habían accedido realmente a la sede.

Al mes de ese requerimiento, la formación conservadora contestó que no conservaba registros de ese flujo de entradas, pues la Ley de Protección de Datos “les obligaba a su destrucción y que tampoco tenían imágenes de sus cámaras de seguridad porque eran borradas cada 30 días”.

Sin embargo, ahora se sabe -al menos según cuenta Villarejo, un hombre esencial de las llamadas cloacas del estado- que eso fue una excusa, porque él mismo apuntó otra cosa el 23 de julio de ese año: “68 cámaras-visitas ult. 4-5 años” y a continuación “Villar Mir es identificado (subiendo con maletines)”. Visto y con maletines, en la sede, después de que el PP afirmara al juzgado que no existían dichas imágenes.

El nombre Juan Miguel Villar Mir, fundador del grupo industrial e inmobiliario Villar Mir, uno de los principales empresarios de España, figura en los papeles del extesorero del PP como donante de 530.000 euros a la caja opaca del partido. Bárcenas ha dijo a la Audiencia que hacía visitas frecuentes con dinero negro a Génova, 13.

Tras esa anotación tan específica, el 3 de agosto de 2013, el excomisario anotó en sus agendas: “Borrado disco duro- imágenes 6 y 7ª y ascensor”. Lo hizo tras reunirse, dice la SER, Andrés Gómez Gordo, el policía de confianza de María Dolores de Cospedal, que era secretaria general del PP en aquel momento. ¿Por qué es importante ese emplazamiento? Porque en las plantas citadas están los “espacios clave” donde se reunían los políticos conservadores con los empresarios donantes, supuestamente. En una estaba la propia Tesorería y la Gerencia y en otra, el despacho del presidente del PP.

En los tiempos en que Villarejo anota estas operaciones, en el partido se había instalado ya la preocupación por lo que Bárcenas pudiera revelar a la Justicia. Las imágenes, según su versión, se borraron en agosto, días después de que el extesorero declarase ante el juez con detalles sobre la caja b. “Los agentes no hallaron jamás grabación alguna. Todas las imágenes habían sido borradas”, recuerda la exclusiva de Miguel Ángel Campos.

Las libretas y agendas de Villarejo suponen una importante fuente de información, pero hay que calibrar su credibilidad. Según la información de la SER, los investigadores hoy “conceden más credibilidad a estos apuntes del comisario jubilado que a su testimonio en las grabaciones que él mismo practicaba”. Entienden que son un registro del día a día, que le servía en sus tramas y encargos, mientras que en las grabaciones “era dado a exagerar la realidad”, en muchas ocasiones en espacios relajados como restaurantes.