El PSOE activa el 'pause' hasta el 26-M

El PSOE activa el 'pause' hasta el 26-M

Spain's Prime Minister and Socialist Party leader Pedro Sanchez gestures to supporters outside the party headquarters following the general election in Madrid, Spain, Sunday, April 28, 2019. A divided Spain voted Sunday in its third general ...Associated Press

La euforia sigue. 38 nuevos escaños, dos millones de nuevos votantes, primera fuerza política en 39 provincias… El PSOE ha ganado, el PP se ha suicidado, Ciudadanos sigue con el disco rallado, Podemos mantiene su aspiración de entrar en el Gobierno y el inflamado Abascal rebaja el tono y hasta hace propósito de enmienda con los medios. La foto fija del día después al 28-A no deja muchas pistas de cómo Pedro Sánchez piensa sacar adelante su investidura. De momento, la consigna es no mover ficha hasta después del 26-M.

Por eso la convocatoria de la Ejecutiva Federal del PSOE fue más para celebrar los resultados y jalear al líder que ha sacado al partido de una travesía del desierto electoral que para trazar un futuro inmediato, si bien algunas señales sí se emitieron. No habrá acuerdo con Ciudadanos ni tampoco con ERC y Sánchez aspira a gobernar en solitario. La dirección de Ferraz tiene claro lo que desea su militancia y piensan sus electores, por lo que no tiene intención de decepcionarles, digan lo que digan los informes del Ibex 35. Estos formaban parte del guión postelectoral, y ya se ha hecho público el primero que recomienda una alianza entre PSOE y Ciudadanos en aras de la estabilidad. Habrá más, seguro. Y todos, a tenor de la actitud de los socialistas, caerán en saco roto porque ni Rivera se moverá del “no es no” a Sánchez ni éste tiene intención tampoco de convertir en socio a un partido que ha cruzado en campaña todas las líneas de la política sensata e igualado al presidente con “terroristas”, “golpistas” y “vendepatrias”. “Nosotros queremos hacer políticas progresistas. No nos planteamos esa posibilidad”, desveló el secretario de Organización, José Luis Ábalos.

  5cc75a332600005300713b72Agencia EFE

A los de Rivera que, pese a avanzar en votos y escaños, no han cumplido con sus expectativas ni de lejos -sorpassar al PP, acabar con Sánchez y entrar en el Gobierno- se les ha rayado el disco de la “emergencia nacional”, el “peligro para España” y los indultos a los separatistas que usó durante la campaña contra Sánchez. De hecho, uno escucha a Arrimadas, a Begoña Villacís o a cualquier barítono mediático del líder de los naranjas y diría que la noche del 28-A estuvieron fuera de España o leyeron muy mal los resultados que arrojaron las urnas. Un poco más y escuchamos que el partido naranja ganó las elecciones generales por goleada.

El líder de Ciudadanos, a diferencia del “suicidado” Pablo Casado, ni siquiera telefoneó a Sánchez tras conocer la victoria holgada del PSOE en una demostración de que no conoce siquiera las reglas mínimas de la cortesía entre adversarios políticos. De ahí que en la sede socialista carguen especialmente contra Rivera, de quien dicen que ha perdido las elecciones de forma clamorosa, pues no fue capaz siquiera de imponerse en sus primarias internas, en alusión clara a la guerra abierta entre las derechas por el liderato, aunque ya se ha erigido en jefe de la oposición al próximo Gobierno.

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Y esto mientras el “suicidado” Casado se enroca en el cargo y su equipo demanda tiempo para levantar a un PP moribundo que tendrá que reconstruir, sí o sí, el espacio de la derecha junto a VOX si pretende salir del agujero negro en el que ha entrado. Como en el PSOE, en los territorios tampoco quieren mover ficha hasta después del 26 de mayo. Lo contrario sería un nuevo tiro en el pie del hasta ahora partido hegemónico de la derecha. Después, habrá tiempo de reclamar una redefinición ideológica y un cambio de liderazgo si hiciera falta. Todo dependerá de si el descalabro se repite en municipales y autonómicas.

El PSOE tampoco ha querido hacer demasiada sangre con Casado. En el fondo sabe que el hundimiento del PP no es bueno ni para la derecha ni para España. De ahí que toda su artillería fuera descargada contra Rivera, y no quisiera cerrarse de momento más puerta que la de Ciudadanos. Aunque Sánchez aspira a gobernar en solitario con la incorporación de “independientes de reconocido prestigio”, tampoco niega un Ejecutivo de coalición. Lo único que está claro es que hasta que no se celebren municipales y autonómicas hablarán con todas las formaciones políticas sobre programas y propuestas. Sin embargo, unos días antes, el próximo 21 de mayo, los socialistas tendrán que configurar las Mesas del Congreso, negociar con los posibles aliados y retratarse en el reparto de las vicepresidencias y las secretarías del máximo órgano de gobierno del Parlamento.

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Podemos, por su parte, mantiene intacto su objetivo de formar un Gobierno de coalición progresista y fía todo a esa carta. Todo dependerá también de lo que Iglesias entienda por entrar en el Ejecutivo, si habla de Ministerios o de niveles inferiores del Gobierno. La negociación con Sánchez será, seguro, discreta dada la fluida relación que mantienen ambos líderes. A diferencia de en el espectro de la derecha, por primera vez en lustros la relación entras las diferentes opciones de izquierda no es de confrontación, sino de entendimiento. Y eso hace, si cabe, aún más fácil que Sánchez vaya a ser investido sin grandes dificultades por más que ahora no le interese desvelar las cartas con las que jugará durante los próximos cuatro años.