Las películas favoritas de mi cinéfilo preferido

Las películas favoritas de mi cinéfilo preferido

Entrevista al crítico de cine Antonio Alcaide.

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Todo lo que he aprendido sobre cine, aunque sea poco, se lo debo a mi amigo Alcaide, colaborador habitual de revistas y podcast cinéfilos. Me prestaba de su videoteca cintas en VHS de Billy Wilder, John Huston, Roman Polanski o rarezas que hoy en día siguen siendo inencontrables. Él es mi Carlos Boyero particular. Puede que la comparación no sea gratuita: Alcaide es insobornable frente a la pedantería e implacable ante el infantilismo. He conversado con él para que conozcan, a grandes rasgos, su visión del cine y sus gustos, no para que siente cátedra sobre directores como Hitchcock (aunque podría hacerlo sin despeinarse). Cámara y acción:

ANDRÉS LOMEÑA: Roger Ebert fue un crítico de cine portentoso. ¿Algún otro a quien tengas un respeto casi reverencial?

ALCAIDE: Desde que se fue Ebert suelo guiarme más por publicaciones como The New York Times, que tiene varios críticos, ente ellos Manohla Dargis, con un gusto y un estilo que me resulta cercano, aunque no porque yo pueda escribir a ese nivel: ¡ya me gustaría! También me convence, a nivel nacional, Luis Martínez del diario El Mundo, pues suele tener ese gusto afín y no está tan quemado como Boyero, al que me hace mucha gracia leer, por otra parte.

A.L.: ¿Cómo desarrollaste tu cinefilia?

ALCAIDE: Nació en casa. Quería saber tanto como mi padre de directores y de significados ocultos, y alcanzar la fascinación de mi madre, que era capaz de ver varias películas seguidas. Juntos construyeron mi amor por el cine de un modo enfermizo.

A.L.: La huella era una de tus películas favoritas hace veinte años. ¿Cuáles incluirías ahora en una lista restringida de no más de cinco?

ALCAIDE: La Huella sigue ahí para siempre, y Primera Plana, El Tesoro de Sierra Madre, Amadeus… y no puedo mencionar El Padrino sin hablar de su segunda parte y de Apocalipsis Now, la trilogía maestra de Coppola en los setenta. He roto el límite de cinco, pero es imposible condensar tanta grandeza.

A.L.: Dime si crees que el cine reciente no está a la altura o si es solo una cuestión de perspectiva histórica.

ALCAIDE: Dice Tarantino que estamos ante el final de una era para el cine. No me cabe duda de que es así: los sesenta fueron años muy pobres porque andaban igual de fatigados que ahora y era necesario un cambio. Soy de esos optimistas que piensa que hay directores capacitados para dar la vuelta a la situación y devolver el entusiasmo, como ocurrió en los setenta; solo hace falta que se les entregue el control de las mejores producciones, o simplemente, que no se les pongan pegas a la hora de recibir financiación. 

A.L: Un caso para analizar es el de Ridley Scott. ¿Sus películas antiguas no eran tan buenas o las nuevas no son tan malas?

ALCAIDE: Es un caso muy curioso. Yo creo que nunca fue bueno, solo que a Alien y a Blade Runner les sentó muy bien su estética nacida en lo comercial; lo demás es un descenso a los infiernos insustancial y a veces hortera, que dura ya más de treinta años. Nunca nadie consiguió tanto con tan poco en este medio. 

A.L.: Ahora viene la pregunta con la que espero epatar: dime una película no pornográfica que te ponga cachondo.

ALCAIDE: El Corazón del Ángel de Alan Parker. No solo es una película magnífica, sino que su estilo, entre húmedo y sangriento, me pone mucho. Soy así de rarito.

A.L.: Ahora una película que haga perder el apetito sexual.

ALCAIDE: Adoro a David Cronenberg, pero su cine, el de su primera etapa, está hecho para que pienses en todo menos en sexo. Por mucho que contenga escenas eróticas, están rodadas de manera quirúrgica, con una enorme frialdad.

A.L.: ¿Has llorado alguna vez en el cine?

ALCAIDE: Nunca, ni en casa ni en el cine. Me puedo emocionar en algún momento puntual, pero soy excesivamente inexpresivo cuando se trata de ver una película.

A.L.: ¿Qué tándem de directores te hubiera gustado que colaboraran haciendo una película? No vale mi ejemplo: Scorsese con Tarantino.

ALCAIDE: A Tarantino seguro que le hubiera hecho ilusión rodar con su adorado Lucio Fulci. Yo pienso más en un Paul Thomas Anderson mano a mano con Orson Welles, pero no sé si con tanto ego podrían colaborar juntos. Kubrick, por ejemplo, era muy fan del cine de Bob Fosse, y ambos eran extremadamente exigentes, así que también podría valer, sobre todo porque al menos eran coetáneos.

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A.L.: ¿Qué actor joven crees que va a dejar huella?

ALCAIDE: Nicolas Hoult. Acaba de hacer de Tolkien y lo veo convincente en todo lo que hace. Los actores británicos juegan en otra división.

A.L.: ¿Y actriz?

ALCAIDE: Elle Fanning. Siento absoluta debilidad por ella: tiene esa mirada solemne que portaban las grandes actrices de todos los tiempos.

A.L.: Dime tres guiones de películas tan buenos que ni siquiera una mala dirección pueda arruinar.

ALCAIDE: Me viene a la mente La cortina de Humo. Ni siquiera Barry Levinson, un director artificial que nunca me ha gustado, puede destrozar el brillante guion de David Mamet, pese a que estira demasiado la sátira política con unos personajes excesivamente caricaturescos. Sin Perdón y 12 Monos, ambos de David Webb Peoples, son otros dos ejemplos. No es que Clint Eastwood o Terry Gilliam lo estropeen, pero esas historias son tan jodidamente buenas que los realizadores se las pueden llevar a su terreno y no por ello pierden un ápice de grandeza.

A.L.: Te preocupaba que no hubiera un buen relevo generacional para la comedia después de Woody Allen. ¿Sigue siendo así?

ALCAIDE: En este aspecto soy absolutamente pesimista. El testigo de Lubitsch lo recogió Billy Wilder, al que curiosamente se trajo de Europa para que le ayudara con los guiones. Woody Allen se estrenó con Wilder dando sus últimos coletazos, pero con ese nivel de grandeza no tenemos a nadie. La comedia inteligente morirá el día que el genio neoyorkino se apague por completo.

A.L.: ¿Y el relevo generacional de Kubrick?

ALCAIDE: Paul Thomas Anderson sigue con dignidad la estela de Kubrick y de Orson Welles, ya que su talento reencarna los mejores momentos de los grandes autores de todos los tiempos. Aquí no hay discusión posible.

A.L.: Una película española respetable y no se admite citar a Víctor Erice.

ALCAIDE: Los Santos Inocentes de Mario Camus es una gran película, y cualquiera del maestro Luis García Berlanga.

A.L.: Si la cinematografía se midiera como una competición de naciones, ¿cuáles serían los cinco países más poderosos? Me interesa el orden para saber a quién pondrías por delante entre Francia o Italia, por ejemplo.

ALCAIDE: Italia está muy por delante de los franceses. Soy muy fan de su cine y tengo películas muy presentes como Novecento de Bertolucci o Saló de Pasolini, y eso sin citar a otros como Rossellini o Visconti. El cine galo es aburrido y profundamente pretencioso. Entre la insufrible Nouvelle Vague y el neorrealismo italiano, me quedo sin duda con lo segundo. Actualmente los más poderosos son EEUU, Reino Unido, Italia, Japón y Corea del Sur, y diría que los cuatro primeros son propietarios históricos de dicho ranking.

A.L.: La casa de Jack te ha hecho reconciliarte un poco con Lars von Trier. ¿Algún otro que pueda o deba enmendarse?

ALCAIDE: Ya que el bueno de Lars ha conseguido convencerme, me gustaría que ese otro cáncer del cine europeo, Michael Haneke, hiciera algo parecido a La Casa de Jack, pero para eso debe alcoholizarse primero, como su colega danés, y dejar un poco a un lado esa sobrecarga pedante que acompaña su discurso como realizador.

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A.L.: ¿Qué películas esperas con ansiedad?

ALCAIDE: La película de Woody Allen secuestrada por Amazon, que se estrena este otoño. Hay que seguir a los directores, no a las películas; por eso The Irishman de Scorsese se puede sumar a esta lista, y cualquiera de los Coen o de Wes Anderson. Para mí es fácil esperar porque hay donde elegir.

A.L.: ¿No te cansarás nunca de hacer críticas cinematográficas?

ALCAIDE: Creo que seguiré porque las hago para mí. De hecho, no espero que nadie en particular las lea ni que gusten. Dice Woody Allen que cuando intentas agradar a todo el mundo es cuando las cosas salen mal; yo he conseguido enfadar a algunos y levantar cierta polémica, pero no era mi intención. Pensé ingenuamente que la mayoría estaba de acuerdo conmigo y evidentemente no era así. En general, estoy lejos del gusto del público.

A.L.: Si tuvieras que rodar una película, ¿de qué trataría?

ALCAIDE: Soy muy fan del cine para adultos, pero no creo que eso me llenara mucho, al menos no como director. Creo que sería algo de terror extremo y muy salvaje desde un punto de vista artesanal, con maquillaje de sangre, vísceras y piel de látex desgarrada. Sería una bazofia seguramente, pero nadie es perfecto.

A.L.: ¿Quieres añadir algo a modo de escena poscréditos?

ALCAIDE: Los créditos finales son de agradecimiento: hacía mucho tiempo que no ordenaba de forma esquemática mis pensamientos cinéfilos y estas preguntas me han servido para refrescar ciertas pautas o ideas que procuro no olvidar.

En realidad, los créditos finales son míos y no de Alcaide: le agradezco profundamente sus reflexiones porque llevo más de veinte años aprendiendo con ellas. Ahora envío este texto a la sala de montaje y si me estás leyendo es que el artículo se ha publicado en el HuffPost, que es la productora sin la cual esta película sería imposible.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).